En el año 94, Andrés Rabadán se entrega a la policía después de descarrilar tres trenes y matar a su padre con una ballesta. En el juicio se le declara inocente, al diagnosticársele una esquizofrenia delirante paranoide, pero se procede a su ingreso en un pabellón psiquiátrico penitenciario. En la actualidad, Rabadán continúa aislado, está casado, ha publicado dos novelas y ha expuesto tres colecciones de pinturas expresionistas que reflejan el inquietante carácter del que un día fue conocido como "El loco de la ballesta".
El perdón
El documental 'El perdón. Historia del asesino de la ballesta', que ofrece Canal+ el próximo jueves 12 de marzo, a las 22:00h, se acerca a la vida del asesino a través de los testimonios de familiares, amigos, especialistas en el caso y del propio Rabadán, aparentemente curado de su enfermedad. Se trata de la primera entrevista concedida por Rabadán desde su ingreso en prisión. Todos ellos reviven los hechos que acontecieron hace quince años y revelan secretos íntimos que han permanecido durante más de una década escondidos.Dirige el catalán Ventura Durall, realizador de documentales y amigo personal de Andrés Rabadán que, fascinado por su personalidad y su obra pictórica y literaria, acaba de dirigir lo que será su primer largometraje de ficción: Las 2 vidas de Andrés Rabadán.
Todo comenzó cuando Ventura descubre en una cafetería una exposición de dibujos de Rabadán. Fascinado por la muestra, decide ponerse en contacto con Andrés y le propone grabar el documental.
Una historia real
Hace trece años que Andrés Rabadán está en prisión. Después de varios traslados, ahora se encuentra en La Model (Barcelona), Departamento de Psiquiatría. Rabadán está en prisión por haber descarrilado tres trenes (en los que afortunadamente no hubo víctimas) y haber matado a su padre con una ballesta en el año 1994, cuando tenía 20 años. Entonces fue conocido como "El loco de la ballesta". Nada explicaba los crímenes que había cometido. No había justificación posible. Debido al estado mental en el que se encontraba (se le diagnosticó esquizofrenia paranoide) fue declarado inocente en el juicio.
Sin embargo, ese Andrés era el resultado de una serie de circunstancias que convergieron en una espiral de locura. El suicidio de la madre, un padre maltratador y una familia desestructurada marcaron la vida de Rabadán. Su hermana Carmen, que hasta ahora no había hecho declaraciones, habla de los abusos sufridos por su padre. "Se lo conté a mi madre y puso un cerrojo en mi habitación para que no entrase, pero no se enfrentó a él". Mi padre me confesó que una parte de él me quería como hija y otra como mujer". Yo hablé con Andrés y paso esto con mi padre". Nada de esto se dijo en el juicio.
Su arte
Finalmente decidió reconstruir su propia vida para volver a empezar. "Quería recuperar mi pasado, pero no había manera. Pensé que si lo dibujaba uniría pequeños pedazos y de esta forma comencé a dibujar. Pasé una etapa muy dura de depresión", explica Andrés en el documental. De este modo empieza un proceso de comunicación mediante el arte y pinta cuadros de carácter expresionista donde en cierto modo refleja su mundo interior.
Además, en prisión, Andrés ha escrito y publicado dos libros donde destapa el comportamiento abusivo de muchos funcionarios, explica el microuniverso que es la cárcel, y especialmente el Departamento de Psiquiatría.
Andrés intentó matarse en varias ocasiones. Incluso, trató de escaparse de la cárcel para hacerlo en plena naturaleza, pero siempre había un impulso final que lo hacía sobrevivir.
Una nueva vida
También ha sabido encontrar el amor dentro de la prisión y se ha casado con una enfermera de prisiones, que dejó su trabajo para poder estar con él. "Nos conocimos a través de notas tras haber leído su libro, congeniamos muy bien", cuenta su mujer.
En definitiva, Rabadán ha hecho aflorar su universo creador que contrasta con la destrucción que originó en el pasado. Hoy, Andrés Rabadán es una persona curada de su enfermedad, según todos los dictámenes psiquiátricos, pero el fiscal sigue oponiéndose a su libertad en nombre de una supuesta peligrosidad.