Forma parte de la exitosa serie 'Hay alguién ahí' de Cuatro. No es una Pardo y no lo necesita. Sabe cuidarse muy bien de sí misma. Marina Salas o lo que es lo mismo Silvia Latiegui en la ficción es uno de los personajes que más opiniones está generando en los blogs y foros de internet. Directa como nadie, Silvia no se calla lo que piensa caiga quien caiga y pese a quien le pese. La única dependencia de Silvia es Íñigo, hasta ahora su novio.
"Su comportamiento está totalmente justificado", dice Marina. "Es como todo ser humano, todos tenemos cosas buenas y cosas malas". La actriz se muestra encantada con la evolución de la serie, a pesar de los sueños que últimamente la rondan. "Ahora tengo sueños pero cuando empezó la serie no. Cuando me leo los guiones me da algo por el cuerpo...".
FórmulaTV.com se ha acercado hasta el set de rodaje de la serie, que finaliza el próximo 8 de junio, para charlar directamente con Marina Salas y preguntarle por su personaje y la serie de Cuatro.
Tu personaje en 'Hay alguien ahí' no pasa para nada desapercibido, tal vez por ello sea uno de los más buscados y comentados en los foros de internet. Cuéntanos, ¿cómo lo llevas?
La verdad es que no sabía que mi personaje despertase tanta expectación, pero si tú lo dices (risas). Silvia es un personaje muy bonito, es un caramelito que me ha regalado todo el equipo de la serie. Yo he hecho un trabajo previo de personaje, porque las cosas salen realmente bien cuando se trabajan. Mi personaje tiene muchas capas, es muy complejo. Silvia tiene mucho carácter y como actriz te da una libertad que es brutal. Me lo paso muy bien, porque me permite poder jugar. Evidentemente en la vida real hay cosas que una no puede hacer por temas sociales, culturales, de educación... y Silvia las hace. Es una impunidad muy dulce.
A pesar de lo directa e hiriente que llega a ser en muchas ocasiones, Silvia ha demostrado tener su corazoncito...
El personaje es muy cañero. No pasa desapercibido, de eso soy consciente. También es cierto que cada uno decide cómo hacerlo. En este caso Silvia sobre el guión estaba muy bien definida. Hay un gran trabajo de guionistas. A mí me ayuda muchísimo lo que hay escrito en el guión. Hay papeles y personajes que no te dan tanto juego, pero éste en concreto pasa emocionalmente por tantas fases que está muy bien. Me encanta.
¿Notas en la calle que la gente se queda con tu cara? ¿Se te acercan ahora más que antes?
No soy de las que más lo noto, pero sí he visto que me miran más.
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¿Eres consciente de que con tu comportamiento estás escandalizando a muchos padres de este país?
¿Si? (Risas). Yo no soy madre, pero debe ser duro... A mí la gente lo único que me ha dicho es que les gusta mi personaje y se lo pasan muy bien viendo la serie. Mis padres alucinaron un poco después de ver el primer capítulo. "Porque te conocemos que sino...", me dijeron. Se asustaron un poquito (risas).
Hay que tener en cuenta que la serie también es muy extrema y ese también puede ser un factor de enganche. El cura, la azafata, la casa... todo está llevado muy al límite. De cualquier modo, creo que la serie es bastante creíble. Las tramas están muy bien hiladas y todo conserva una gran coherencia.
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Íñigo y Silvia no acaban nunca... es un tira y afloja constante. Es una relación de amor-odio, no pueden estar juntos, pero tampoco separados. Ella siempre lo ha llevado por donde ha querido, sin embargo, en los últimos episodios Íñigo ha empezado a meter el freno. Seguirán ocurriendo cosas entre ellos.
¿Cómo va a reaccionar Silvia a partir de ahora después de descubrir juntos a Íñigo y Nikoletta?
¿Rompéis vuestra relación en el último episodio?
¿Veremos algún enfrentamiento directo con Nikoletta?
No, la verdad es que no. Había una escena escrita -que finalmente la sacaron- que a mí me gustaba mucho. En un momento dado Silvia entraba y agarraba por los pelos a Nikoletta. Le ponía las llaves en el cuello y le tapaba la boca.
Íñigo está obsesionado con que algo le ha ocurrido a Amanda. Silvia pasa bastante de estos temas e Íñigo es consciente de su actitud, así que demanda un poco la ayuda de todos. Silvia no quiere meterse en complicaciones y piensa que Amanda está de fiesta.
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Silvia no es tonta y ella sabe que lo que está sucediendo tiene relación con la güija. Lo que pasa es que es una de esas cosas que una no quiere ver, que se niega a creer. Silvia anula y despeja ese capítulo de su vida, no le interesa. Silvia no quiere problemas, quiere vivir la vida.
¿Creerás en los fantasmas a partir del último capítulo?
No. Todo el mundo poco a poco se irá involucrando en la trama principal que es la que mueve el resto. Llegará un momento en el que habrá que creer. Igual más adelante ocurre algo... (risas).
'Hay alguien ahí' se ha convertido en una oferta muy sólida de Cuatro para el complicado prime time del lunes. ¿Cómo vives el tema de las audiencias?
Me apasiona lo que hago pero del tema audiencias paso bastante. Me interesa saber el dato que hacemos cada semana porque nos dice si la serie gusta o no. Simplemente me interesan las audiencias porque repercuten en el trabajo. Si los datos son malos sabemos que esto se acaba.
¿Cómo recuerdas ahora la experiencia de 'Desaparecida'?
Fue una cosa muy rara. No era serie muy comercial, era un género diferente a lo que en ese momento se estaba haciendo en televisión. A nivel de críticas, que es lo que me interesa, estuvo muy bien valorada. La gente de la profesión alabó el trabajo realizado.
¿Qué piensas cuando te ves en 'Hay alguien ahí'?
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Mola mogollón (risas). Lo cierto es que yo no soy así, cambio mucho fuera de los platós. Cuando me ponen cuatro trapos y me cambian el peinado soy otra totalmente. De modo, que en la calle no me siento agobiada, de hecho, tal vez la repercusión fue mayor con 'Desaparecida'.