Cuatro estrena este viernes a las 22:30 horas la quinta temporada de uno de sus formatos estrella, 'Callejeros'. Los reporteros de Callejeros han renunciado un año más al descanso estival para grabar, siempre fieles a su estilo, reportajes en los que volverá a ser protagonista la sorprendente realidad que se esconde a la vuelta de la esquina.
Modos distintos de entender la vida, colectivos desfavorecidos y personajes hechos a sí mismos que nos rodean y que, paradójicamente, sólo conoceremos en su auténtica dimensión y profundidad a través de las cámaras de Callejeros.
Para abrir temporada, la Algameca Chica. Un poblado chabolista murciano cuya realidad más íntima saldrá a la luz de la mano los verdaderos protagonistas del programa: los auténticos callejeros.
La Algameca Chica
El equipo de Callejeros ha pasado un verano de sol y playa y su primer destino de la temporada es La Algameca Chica. Un lugar apartado de las grandes concentraciones de bañistas y que sólo conocen los vecinos de Cartagena (Murcia). Los vecinos de La Algameca le llaman "el Caribe de los pobres", un lugar de veraneo tranquilo y familiar donde el bañador y las chanclas es el uniforme diario. En el poblado viven más de 90 familias en barracas de madera. Sin agua y sin luz pero con alegría de sobra. Garrafas de agua viajan de de ida y vuelta para poder beber y ducharse. Bidones y cables que cruzan de un lado para otro adornan este paraje único a orillas del Mediterraneo. La música la pone un ruidoso motor de una antigua panadería que les proporciona las seis horas de electricidad al día.
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Rifas organizadas entre vecinos para ganar un simple cartón de leche. Doradas fritas cocinadas apenas un minuto después de ser pescadas. Peleas de gallos y paseos en pony para pasar la tarde. La Algameca Chica, es un lugar peculiar. Casas ilegales en terrenos del Ministerio de Defensa dónde conviven más de 90 familias.150 años de historia en unos terrenos que pertenecen al Ministerio de Defensa. Por eso, ni el Ministerio ni el Ayuntamiento de Cartagena se hacen responsables de unas viviendas ilegales que carecen de las necesidades básicas. Decenas de bidones decoran todos los tejados de las barracas, una imagen que crea rechazo en los propios cartageneros. Pocos se atreven a entrar, aunque aseguran los vecinos de la Algameca Chica, el que lo hace, no quiere salir. "Sólo somos personas normales aunque, la mayoría, sin recursos económicos para veranear en otro lugar", afirman con rotundidad y bastante molestos con su actual situación. Para este poblado de pescadores, cada verano puede ser el último. De momento, y con el peligro constante de que les echen, la historia de sus barracas ha sobrevivido un verano más. La Algameca Chica es un reportaje de José Miguel Almagro.
Y después, dos reposiciones
El charco de la pava (4ª temporada)
A orillas del río Guadalquivir y en plena Isla de la Cartuja, cientos de personas llegan cada fin de semana para echar un vistazo entre los puestos de fruta, animales, ropa, chatarra y, por supuesto, objetos robados. Un lugar donde todo se compra y todo se vende.
Cuando el hambre aprieta, un plato de paella o un pincho de carne sabroso y a buen precio, pero sin ningún control sanitario. La noche oculta los puestos de chatarra y objetos robados. A pocos metros duermen familias enteras en tiendas de campaña y, poco más allá, la oscuridad ampara a hombres que buscan contactos con otros hombres. Cuando los puestos echan el cierre, decenas de personas buscan entre la basura para llevarse "pequeños tesoros" que no se han vendido.
Sin licencia (4ª temporada)
Las cámaras de Callejeros, en el reportaje de Jalis de la Serna titulado "Sin licencia", muestran este viernes cómo numerosos ciudadanos logran salir adelante realizando trabajos y servicios para los que no tienen permiso.
"Hay que buscarse la vida", eso dicen todos los hombres y mujeres que sin un empleo legal han optado por infringir la ley para ganarse un jornal. Unos generan su propio empleo, como Isabel, que cocina tartas en casa para vender a sus amigos y conocidos. Otros son asalariados, y trabajan para un patrón sin ningún tipo de contrato. Pero también los hay que reconocen robar para vender después los productos.
José vende sin ningún tipo de licencia en las colas que se forman en torno a embajadas y otros organismos oficiales empanadas y comidas típicas de Ecuador que guisa en su propio domicilio. Julio se declara abiertamente alcohólico. Despacha naranjas en una rotonda de Sevilla. Pasa sólo la mayor parte del día, pero no se aburre nunca. Un walkie talkie que lleva siempre encima le permite pasar la jornada entera bromeando con sus compañeros. Sebastián hace portes ilegales de muebles. Como él, decenas de conductores que no tienen tarjeta de transporte ofrecen su furgoneta a las puertas de un centro comercial de Madrid para trasladar bultos a muy bajo precio.
En varios mercadillos ilegales de Madrid, entre algunos puestos de objetos reciclados de la basura, Manuel ofrece comida, cremas y todo tipo de productos que, según reconoce sin ningún pudor ante la cámara, ha robado en un comercio.
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