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ENTREVISTA 'CURSO DEL 63'

Claudia Moltó: "San Severo me hizo darme cuenta de lo que vale un plato de sopa"

Claudia Moltó, alumna de 'Curso del 63', hace balance de su paso por el reality de Antena 3.

Por RedacciónPublicado: Martes 17 Noviembre 2009 12:23

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2009 - 2012

España

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'Curso del 63' ha cerrado sus puertas. Los alumnos de San Severo hacen balance de su paso por este internado.

¿Cómo valoras tu paso por San Severo?

A nivel personal ha sido una experiencia muy positiva y enriquecedora que nunca podría haber vivido si no hubiese sido de este modo. Ha sido una suerte poder trasladarte a una época muy diferente a la nuestra y vivir en esas condiciones, ya que esto nos ha enseñado a apreciar la importancia de una gran cantidad de valores que hoy en día están desapareciendo. En mi caso, he aprendido a desechar todo tipo de prejuicios, a vivir con gente con personalidades muy variadas, a valorarme más, a conocer lo que verdaderamente me importa como persona y, sobretodo, a conocerme a mí misma.

San Severo ha sido para mí una nueva oportunidad para vivir la vida de otro modo, y darme cuenta de lo importante que puede llegar a ser la gente más cercana a mí. He aprendido a disfrutar el momento sin preocupaciones, a saber ponerme en el sitio de los demás, a expresar más mis sentimientos y ahora sé que aunque a veces las normas resulten irritantes o incómodas son necesarias para que pueda existir un orden y todo vaya sobre ruedas. Además, hemos podido aprender no sólo de los profesores, sino de cada uno de nosotros.

Esta experiencia ha sido una liberación para mí porque el hecho de conocer la situación en la que vives y conocerte más a ti misma te ayuda a saber vivir mejor tu vida. No me arrepiento de nada, ya que creo que errar es la mejor herramienta para aprender.

¿Qué fue lo mejor y lo peor de tu estancia allí?

Bueno, empezaremos por lo peor (aunque tampoco recuerdo nada tan negativo como para denominarlo así), con lo cual hablaremos sobre todo de la comida. Yo siempre he sido muy quisquillosa para la comida, por tanto, al principio sentí aversión por ésta, pero San Severo me hizo darme cuenta de lo que vale un plato de sopa. Comprendí que detrás del plato que encuentras cada día en tu mesa, hay un dinero y un esfuerzo. No se trata sólo de una comida que puede gustarte o no, lo que yo hacía con la comida antes de entrar en San Severo era una falta de respeto hacia mi abuela o mi madre que son las que suelen cocinar. Otra de las peores cosas que recuerdo de mi estancia allí, es el hecho de echar de menos a tus seres queridos, el hecho de darte cuenta de la falta de respeto que habías podido tener con algunas de ellas, y de ser consciente de lo mal que lo podían haber pasado en algunos momentos gracias a tu actitud. Por otra parte, uno de los momentos más duros fue la salida de los chicos porque ninguno de nosotros lo esperábamos, así como la salida de Pau o Laura.

Hablando de los mejores momentos, podría decir que los más cargados de emoción han sido el principio y el fin como en todas las cosas. Pero además, están los momentos de apoyo por parte de tus compañeros y de los profesores, de risas y euforia, de comprensión... y tantos otros que nos ha dejado San Severo.

Curiosamente, uno de los "peores momentos" también ha pasado a ser de los mejores: cuando te das cuenta de tu comportamiento negativo con la gente más cercana a ti te sientes mal, pero luego comprendes que percatarte de eso es un paso adelante para mejorar, y eso te reconforta porque sientes que puedes cambiar. Otro de los momentos verdaderamente emotivos fue la llegada de nuestros familiares y amigos. La verdad es que fue un instante muy extraño para mí porque nunca pensé que sentiría tanta alegría al ver a mis amigos. Entonces fue cuando descubrí lo mucho que les apreciaba. Me he percatado de que desprenderse de aquello que tienes habitualmente es lo que realmente te hace valorarlo. Por último, debería destacar como uno de los mejores momentos: la graduación final, ya que el director nos dio a cada uno de nosotros una especie de recompensa después de todos los esfuerzos por medio de su discurso. Sus palabras valieron más que cualquier otro bien material que nos pudiese haber ofrecido.

¿Repetirías la experiencia? ¿se la aconsejarías a otros jóvenes?

Por supuesto que repetiría la experiencia, es más, ya he animado a muchos jóvenes a intentar entrar en San Severo en el caso de que se hagan nuevas ediciones. Esta experiencia ha sido un regalo que me ha ayudado a conocer mejor las relaciones con las personas más cercanas a mí, a conocerme a mí misma, mi vida y todo lo que me rodea. Ha sido como verlo todo desde otro ángulo completamente diferente, y me ha hecho cambiar diversos puntos de vista.

¿Cuál fue tu profesor favorito y por qué? ¿Y el peor?

Las clases en las que más disfrutaba fueron sin duda las de D. José Carmona en las áreas de Música y Filosofía. Tal vez haya influido mi atracción por estos temas, pero también debo decir que el carácter pacífico de D. José hacía las clases muy agradables. No obstante, algunas veces reconozco, sobretodo en las clases de Filosofía, que podían resultar bastante pesadas, ya que se hacían unos razonamientos demasiado complejos. Este profesor era muy permisivo y los alumnos solíamos relajarnos demasiado, quizás faltara algo de disciplina en un momento determinado y no cuando intentaba ponerla D. José (en el momento en que la situación ya era insostenible y ya no podía contener los nervios).

Por otra parte, Dª Alicia ha sido como una madre para todas nosotras y ha estado en todo momento para todo lo que hemos necesitado. Ha sabido mantenerse dura cuando ha sido necesario, y eso es lo que más nos ha ayudado, pero también ha sido un apoyo muy grande y nos ha dado consejos muy útiles para nuestra vida; le debemos mucho.

La profesora que no me ha gustado tanto por su modo de dar las clases ha sido la Srta. Julia, ya que se alteraba demasiado con la actitud de algunos alumnos, creo que dejaba que sus réplicas le afectasen de forma excesiva, con tono personal y eso le hacía estallar de vez en cuando, creando un ambiente tenso en la clase. Por lo demás puedo decir que también hemos pasado muy buenos momentos con ella, sobretodo cuando estábamos preparando la obra de teatro, fue una actividad muy agradable e interesante. También D. Carl y D. Luis han sido unos grandes guías en nuestro paso por San Severo, nos han enseñado lo que era la verdadera disciplina.

¿Qué fue lo que más te sorprendió de los años sesenta?

Creo que tener que adaptarme a la separación entre sexos y al rol que se le daba a cada uno de ellos (tanto en el tema de depilarse, de cómo bañarse en la piscina, de la prohibición de caricias entre chicos y chicas, así como la de entrar en su habitación, clases separadas, posición distinta para formar...), junto con el detalle de la comida, el hecho de tener que comunicarnos con los familiares mediante carta, tener que escribir con pluma, no tener derecho a réplica o negociación con los profesores, la clase de castigos que nos imponían, incluso el tener que formar para ir de una habitación a otra... han sido algunas de las cosas que más me han sorprendido al vivir en esta época por el contraste que se da, si lo comparamos con lo que podríamos vivir en el 2009.

¿Te gustó llevar uniforme?

La verdad es que al principio me era indiferente porque pensé que era una norma más del colegio, algo lógico en los años 60 y, por tanto, debía aceptarlo, no le di más importancia. Más tarde, entendí que los uniformes es una especie de símbolo unificador y que ayuda a que entre nosotros nos conozcamos más como personas y desechemos todos esos prejuicios relacionados con la estética personal, valorando así cosas más importantes que todo lo material. No obstante, todavía quedó un pequeño detalle que no me gustó: la diferenciación entre el uniforme de los chicos y las chicas. Sé que se trata de un hecho tal vez insignificante, pero simbólico y comprendo que en los sesenta ni siquiera se planteara esta cuestión por la mentalidad de la época.

¿Qué ha cambiado en ti tras tu paso por San Severo?

Bueno, primero tengo que aclarar que, desde mi punto de vista y haciendo una comparación, creo en que todas las personas somos una especie de diamantes en bruto. Somos diamantes, pero con el paso del tiempo, por las experiencias vividas, el efecto que tiene el entorno y la sociedad sobre nosotros e incluso nosotros mismos, hemos ido acumulando una capa de "suciedad" que en algunos momentos de nuestra vida no deja que brillemos.

San Severo para mí y supongo que también para mis compañeros, ha sido como una sesión de limpieza en la que nos han quitado bastantes capas de suciedad, dejando ver algún brillo, pero todavía queda mucho camino y toda una vida para ir deshaciéndonos de nuestras capas. Ahora he aprendido a intentar no hacer ascos a ninguna comida, a desechar cualquier prejuicio, a respetar a la gente, a expresar más mis sentimientos, a pensar más en los demás, a valorar la importancia de las normas, a vivir el momento, a conocerme a mí misma...

Me he dado cuenta de lo que quiero en verdad a mis seres queridos, y de que soy mucho más fuerte de lo que pensaba al poder haber superado tantos retos que nos han planteado el internado. Creo que, al igual que mis compañeros, San Severo me ha aportado mayor libertad por el hecho de saber que puedes prescindir de una gran cantidad de cosas materiales, y me ha ayudado a vivir mejor mi propia vida.

De tus compañeros ¿Con quién conectaste más?

Pues la verdad es que cada uno tiene algo especial y todos son geniales, sin ellos no habría sido lo mismo, pero inevitablemente conectas más con unos que con otros por el tipo de carácter de cada persona. En el grupo de los chicos tuve bastante relación con Beto, Fonti, Dani, Mario... Por otra parte, en el grupo de las chicas Gema, Anita, Marta, Jeni... me despertaban más simpatía.

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