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Con una sonrisa de oreja a oreja y con muy buen humor Esther Arroyo ('La familia Mata') acudió anoche al programa 'DEC' de Antena 3 para contar que se encuentra estupendamente dos años después de haber sufrido un aparatoso accidente que la ha mantenida alejada de la vida pública y también laboral.
La que fuera Miss España en 1990 se sentó al lado de Jaime Cantizano para dar todos los detalles del accidente, en el que falleció un compañero. Arroyo reconoció que todo este duro proceso de rehabilitación ha sido mucho más fácil gracias al apoyo de su marido, de sus amigos y de su familia.Esther Arroyo no ha parado de trabajar en televisión desde que fue elegida Miss España. Su rostro se convirtió en imprescindible como presentadora, modelo y actriz. No sólo su belleza conquistó al público, su simpatía y buen humor han sido siempre su seña de identidad. Felizmente casada en segundas nupcias desde el año 2003 y madre de dos hijos, Esther tenía todo lo que cualquier mujer puede desear... la vida le sonreía hasta que un fatídico 10 de octubre de 2008 su vida dio un giro inesperado.
La actriz sufrió un grave accidente a finales de 2008 cuando viajaba a Santander para celebrar el cumpleaños de un amigo. Junto a ella viajaban su marido y la cantante Ana Torroja, entre otros ocupantes. A primera hora de la mañana otro vehículo quedó cruzado en mitad de la carretera y chocaron frontalmente.
¿Cómo te encuentras?
Estoy muy bien para la edad que tengo (risas). Estoy fenomenal... no puedo decir otra cosa después de lo que hemos vivido. La vida sigue. Todo fue tan dramático y brutal que no me queda más que tirar para adelante y ser optimista. Yo nunca he dicho que este accidente fuera mala suerte, todo lo contrario... estoy aquí, aunque nuestro amigo no está. El accidente que sufrimos fue como para que todos hubiésemos desaparecido para siempre. Hay que estar agradecido.
Te vas recuperando físicamente, pero sigues con tratamiento psicológico...
Tengo una psicóloga maravillosa que me está ayudando mucho. Yo me di cuenta enseguida de que necesitaba ayuda psicológica. Cuando estás tan mal físicamente las emociones las tienes que apartar para poderte recuperar. Me di cuenta de que ni siquiera había hecho el duelo de mi amigo... yo decía que podía con aquella situación, pero sabía que aquello no era real. Fuí lista y antes de hundirme busqué ayuda y en ello sigo.
¿Qué se te pasa por la cabeza cuando has visto las imágenes en las que quedaron los vehículos tras el siniestro?
No sé... es como si hubiera sido un sueño. Yo lo he vivido desde otra perspectiva.
¿Qué recuerdas de aquel fatídico día?
Todo. No quiero borrar nada. Me dicen que las cicatrices se pueden quitar, pero yo no quiero. Las cicatrices son parte de mi vida, son señal de lo que he vivido. Estoy encantada de tener mi pierna.
¿Cuál era la intención del viaje que estabais realizando?
La intención de ese viaje era muy bonita porque queríamos dar una sorpresa a un amigo porque era su cumpleaños. Fuimos a su casa a recogerlo, confabulados con su mujer, y nos íbamos al norte, a casa de un amigo a celebrarlo. Íbamos a pasar el fin de semana a Santander.
Cuéntanos, ¿qué ocurrió esa mañana lluviosa? ¿Cómo fue el accidente?
Viajábamos en una furgoneta Chrysler Voyager. Recién salidos a la carretera vimos, de repente, una furgoneta cruzada en mitad de la carretera. Por lo visto, el otro conductor patinó y perdió el control del vehículo. Atravesamos esa furgoneta. En un minuto te da tiempo a pensar que se acaba... Entras en un estado de paz, es como si lo asumieras. De repente se hizo un gran silencio... Yo estaba viva, pero pensé que era la única. No quise mirar a los lados, conducía mi marido...
Tu marido reaccionó muy bien...
Sí, cogió el teléfono y llamó a todo el mundo. Estaba roto por siete pedazos (rodilla, fémur, costillas, brazo, hombro...), pero tuvo esa capacidad. Llamó a su hermano, al abogado,... incluso a una compañía de seguridad porque entendíamos que se iba a liar una buena cuando llegásemos al hospital.
Dices que tras el choque no quisiste abrir los ojos.
No, además ni yo, ni mi marido perdimos el conocimiento. Los demás no vieron lo que pasó y se encontraron de repente con el porrazo. Nosotros vimos lo que ocurrió y pensábamos que nos matábamos. Creo que precisamente gracias a eso lo hemos asimilado. No te has muerto, así que todo lo que venga después es un regalo, aunque estemos rotos. Así nos lo hemos tomado...
El rescate no fue nada sencillo.
Estuvimos casi hora y media en el coche. Hacía mucho frío, llovía y el agua entraba por todos lados. Fue muy duro, la verdad. Los bomberos iban a sacarme del vehículo por la parte trasera, iban a tirar de mí. Yo era consciente de mi estado y tenía la pierna colgando, así que les grité que no me tocaran y que primero inmovilizasen la pierna. Si me llegan a mover yo creo que hoy día no la tendría.
La primera persona en salir del vehículo tras el accidente fue precisamente la que posteriormente falleció, vuestro amigo Ulises.
Él estaría reventado por dentro. El pobre salió como pudo y fue a pedir ayuda. Si me perdonáis de Ulíses prefiero no hablar... es muy duro.
¿Cuándo estuviste atrapada dentro del coche en qué pensaste?
Lo primero que piensas es "menos mal que mis niños no están aquí". Ulises era una persona muy generosa y era la única persona que no tenía hijos. Si nos hubiesen dado a elegir sobre quién se iba, él se hubiera puesto de voluntario. Tenía ese gran corazón... No es que sea justo...
Después de haber visto la muerte tan de cerca, ¿ha cambiado tu vida? ¿Sigues temiendo a la muerte?
Yo a la muerte no le he tenido miedo nunca, no es algo que me plantee. Lo que si ocurre tras un accidente de este tipo es que te quedas con muchísimos miedos. Al principio, no soportaba montarme en un coche o en la ambulancia cuando tenía que acudir al hospital. Me creaba una ansiedad enorme.
Fuiste consciente del estado de tu pierna desde el principio...
Al principio, me dijeron que posiblemente no podrían salvarme la pierna porque estaba muy mal, eso me derrumbó... Pero yo no soy de las que se revuelven en la mierda, me gusta salir a flote. Fue un regalo ver que estaba viva, lo demás no me importaba. Pensé mucho en la gente que estaba en silla de ruedas... Los médicos me decían que tenía que seguir con esos ánimos, porque el 50% de la recuperación iba a depender de mí, de mi estado.
¿Cómo quedó la pierna?
Muy rota (risas): fémur, tibia, peroné y rodilla. Soy un mecano. Yo estoy llena de clavos.
¿Cómo fue el regreso a vuestro hogar?
Ha sido muy duro. Debido a los dolores me han metido de todo. Me resistía a la medicación porque todo el mundo sabe que la morfina engancha. Yo aguantaba todo lo que podía antes de tomar nada. Yo soy muy bruta... Yo tengo mucha capacidad de aguantar. Ha habido momentos de volverme loca debido al dolor.
Ana Torroja viajaba contigo en el vehículo. ¿Cómo fue el reencuentro con ella?
Yo fui la última en salir del hospital. Todos vinieron a casa y fue muy emotivo. Al hospital no pudieron venir porque estaban mal. Ana es muy reservada, pero tiene una fuerza brutal. Yo la quiero muchísimo. Ana está muchísimo mejor, pero ella también tiene sus secuelas. Seguimos siendo muy buenas amigas.
¿Qué va a pasar a partir de ahora? ¿Cómo tienes la pierna?
Sigo con mi rehabilitación, pero está llegando también a un final. Estoy muy limitada, no puedo ponerme tacones, no puedo estar más de 4 horas de pie, mi rodilla de aquí a 5 años me dará muchos problemas... No voy a poder ejercer mi profesión como lo hacía... Habrá muchas cosas que no pueda hacer. En todo momento intento aceptar lo que hay. Yo soy muy feliz, lo más importante es mi familia, mi marido, mis hijos, mi casa...
