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Aaron Spelling va a pasar a la historia como el más prolífico productor de televisión gracias a una larga carrera que se extiende ya durante cincuenta años. Pero Spelling, cuyas series casi nunca han logrado el favor de los críticos, tiene otro inmenso mérito que rara vez le es reconocido: es el productor que más ha hecho por dar diversidad al medio contratando delante y detrás de las cámaras a profesionales pertenecientes a minorías étnicas y mujeres.
En una época en la que las mujeres que tienen su propio programa de televisión son escasas, Spelling consiguió que dos hicieran realidad sus proyectos en la pequeña cadena WB: Brenda Hampton con 'Siete en el paraíso' y Constante Burge con 'Embrujadas'. Ésta última vio la luz de forma casi coincidente con el estreno de 'Prácticamente magia' (1998), la historia de dos hermanas unidas por ser el eslabón actual de una larga tradición de brujas.En el caso de 'Embrujadas', las protagonistas iniciales fueron tres hermanas de muy distinto carácter, la mayor y más responsable Prue (Shannen Doherty), la siempre contrariada Piper (Holly Maire Combs) y la pizpireta Phoebe (Alyssa Milano). La historia comenzaba cuando, seis meses después de la muerte de su abuela, las tres jóvenes se reúnen en su casa de San Francisco y descubren el Libro de las Sombras, que les hace descubrir sus poderes sobrenaturales y profetiza su destino. 'Embrujadas' se unió así a otros programas de ambiente sobrenatural de WB como 'Buffy, cazavampiros', con la que compartía un planteamiento feminista.
Un programa y dos destinos
'Embrujadas' se convirtió en un éxito inmediato para WB tras un espectacular debut en el que consiguió cautivar a más de siete millones de espectadores, más que ningún otro programa de la cadena hasta entonces. Y aunque 'Embrujadas' nunca desarrolló la complejidad temática y narrativa de 'Buffy, cazavampiros', tampoco desagradó del todo a los críticos, que veían con interés la manera en la que las hermanas debían luchar contra el monstruo de la semana mientras intentaban mantener vidas laborales y sentimentales más o menos equilibradas.
Dos abandonos alteraron el curso del programa de manera radical. El primero se produjo a finales de la segunda temporada, cuando Constance Burge decidió dejar su posición como productora principal para dedicarse a otros proyectos y continuar sólo como asesora. Aunque las causas de este abandono nunca fueran aclaradas, se piensa que Burge quería mantener el programa en su forma inicial mientras que el productor Brad Kern, que la sustituyó, pretendía dar más protagonismo a las vidas personales de las protagonistas. El resultado final es que en poco tiempo 'Embrujadas' se convirtió en un serial que prestaba más atención a los líos amorosos de las tres hermanas que a la relación entre ellas.
Tras la tercera temporada, Shannen Doherty, conocida de Spelling desde los tiempos de 'Sensación de vivir', también dejó 'Embrujadas' insatisfecha por el nuevo rumbo de la serie y los problemas con sus compañeras de reparto, que deseaban que el protagonismo fuera más homogéneo.
Un final embrujado
El abandono de Doherty y la consiguiente muerte de Prue fueron cubiertos con el conveniente descubrimiento de una medio hermana de Piper y Phoebe, Paige (Rose McGowan) y los índices de audiencia se mantuvieron a buen nivel. Pero la frescura de las temporadas iniciales se perdió, como mostró la recuperación una y otra vez del personaje masculino más carismático que ha pasado por 'Embrujadas', el demonio Cole (Julian McMahon). Al final McMahon se cansó de un programa al que ya le faltaba imaginación y decidió dar el salto a 'Nip/Tuck, a golpe de bisturí'.
La audiencia de 'Embrujadas' descendió de forma gradual, pero para WB siguió siendo un programa interesante porque los productores aceptaron reducir el presupuesto y contaba con un público muy fiel formado sobre todo por mujeres jóvenes que se identificaban con la evolución vital de sus protagonistas, que habían comenzado a desarrollar relaciones estables y tener hijos.
Tras ser renovada en el último momento hace un año, 'Embrujadas' llega tras ocho temporadas a su fin a la vez que WB también desaparece para fusionarse a su rival UPN y formar The CW. Como epitafio, le podemos atribuir dos méritos: ha sido el drama sobrenatural de WB más longevo y también la serie con protagonistas femeninas que más tiempo ha estado en antena.
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