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'Callejeros viajeros' regresa a Cuatro. Los reporteros del programa dejan sus maletas y hacen las mochilas para buscar los destinos más recónditos del Planeta en los que vivirán por encima de todo la aventura, el riesgo y la emoción a partir de este domingo a las 22:30 horas.
Los reporteros de 'Callejeros viajeros' convivirán directamente con las personas que se encuentran en el Amazonas en esta primera entrega, tribus poco conocidas con las que compartirán sus formas de vida, por muy ancestrales que sean. Compararemos sus costumbres con las nuestras y seremos testigos de cómo la evolución y el desarrollo se quedó estancado en algunos lugares de los cinco continentes.'Callejeros viajeros' también vivirá la aventura de recorrer la naturaleza más abrupta para buscar los animales más bellos y peligrosos que nos podíamos imaginar. Unos momentos llenos de emoción que compartiremos con nuestros reporteros que han vivido en primera persona el esfuerzo y la alegría de haber llegado hasta donde muy pocos lo han conseguido.
El formato de Molinos de Papel estrena una nueva temporada con un programa especial de 100 minutos en la que recorren miles de kilómetros hasta llegar a esas zonas donde tan solo unos pocos privilegiados lo han conseguido. Unos viajes inolvidables no solo por su dureza, también por haber llevado a nuestros reporteros a experimentar por primera vez y en sus propias carnes, algunas costumbres y tradiciones muy diferentes a las nuestras.
Una aventura con los indios Yanomamis
Los indios Yanomamis son la última gran tribu de la Selva Amazónica. Ellos serán el principal objetivo del equipo de reporteros compuesto por Noemí Redondo y Juan Antonio C. Arias. Un largo viaje que les llevará a un recóndito lugar situado entre el sur de Venezuela y el norte de Brasil. Desde Madrid volarán con destino Caracas, después Puerto Ayacucho, capital del Amazonas, hasta llegar a través del río Orinoco al poblado de los Yanomamis.
Nada más llegar al país, el equipo contacta con uno de los principales expertos en el pueblo Yanomami. Se llama Antonio, y es la persona que más tiempo ha convivido en todo el mundo con esta tribu ancestral. Antonio lleva a Noemí y a Juanan hasta el mercado de Ayacucho, y la reportera tiene el primer contacto con la realidad de otra cultura al probar algunos de los alimentos más tradicionales y exóticos del país: las hormigas. Noemí las come "saben a menta, dan frescor".
En una pequeña avioneta se dirigen a San Carlos de Río Negro y desde aquí y en una lancha navegan por el río Orinoco, el más grande de Venezuela, y el río Casiquiari. Tres horas navegando hasta llegar al poblado de los Yanomamis. "Hace mucho calor, sudo como si estuviera corriendo una maratón", dice Juanan al subirse a la lancha. Casi a la mitad del recorrido llegan hasta el barco La Iguana donde pasan la noche, mientras viajan hasta el poblado. Noemí vuelve a degustar un plato de hormigas y parece que le encantan. "No están malas, el sabor me recuerda al de las gambas", afirma.
Estancia en el Amazonas
Amanece en el Amazonas y después de desayunar, por fin llegan a Purimateris, el poblado Yanomamis. Todo el mundo espera a la orilla y con miradas muy expresivas siguen los pasos de los reporteros hasta lo que se llama Shabono o comunidad. Allí les presentan a Guillermo, el capitán de la tribu con el que tienen que negociar el permiso necesario que les autorizará a convivir y grabar a los Yanomamis. Todo este proceso tiene que seguir un protocolo muy riguroso. "Es otra cultura, otro ritmo, no tienen prisas", dice Noemí. "Yo estoy fino", dice finalmente Guillermo para dar el visto bueno a su estancia y estrecha la mano de la reportera.
El Shabono, la comunidad, es circular como una plaza y todo ocurre dentro, en el interior. Este es su primer contacto con el poblado. Explican que todos viven juntos en sus hamacas colgadas alrededor del shabono.
Plátano, carne y pescado es la comida básica de esta tribu que cocina todo a la parrilla. Les ceden a los reporteros un espacio para que viva todo el equipo durante su estancia y les invitan a poner nuestras hamacas y encender un fuego como si fuera su casa. Entre los muchos consejos que les dan destaca que tengan cuidado con sus zapatos. "Tenéis que sacudirlos antes de ponerlos ya que pueden encontrarse todo tipo de animales en su interior".
"El baño es el río"
La primera noche está llena de emociones pero también de todo tipo de ruidos de animales, ronquidos y hasta "ventosidades" que impiden que Noemí pueda conciliar el sueño. De madrugada empieza lo que llama "un festival de gallos" que no paran de cantar. Es su primer día en la comunidad y siguen aprendiendo de sus costumbres y formas de vida. Aquí no hay baño para hacer sus necesidades, "el baño es el río, detrás del poblado". La gente se lava con jabón y también la ropa y los animales de compañía, juegan y disfrutan.
Guillermo, el capitán, explica que los hombres suelen tener como mínimo tres mujeres y unos diez hijos a lo largo de su vida. "La primera esposa es la que organiza el trabajo de la familia, pero el que manda es el hombre". Las mujeres Yanomamis llevan siempre una pasta de tabaco en la boca que no dejan de masticar y es a ellas a quien acompañamos en la siguiente y más importante actividad del día. "Buscan raíces venenosas para pescar y comer toda la tribu". Después machacan las machacan en el agua y así "neutralizan el oxígeno que hay en el agua y de esta forma provocan la muerte de los peces". Las mujeres con la ayuda de las mosquiteras que las utilizan como redes recogen todos los peces muertos del río. Nueve horas más tarde regresan al poblado para preparar la comida para todo el poblado.
La segunda noche con los Yanomamis Noemí quiere encender el fuego y pide ayuda a Gabriela. Ella cree que así podrá dormir mejor, pero no lo consigue. Dentro de las actividades previstas para ese día, los invitan a acompañar a un grupo de Yanomamis a buscar "seje" un fruto fundamental en la alimentación del poblado. Nada más adentrarse en la selva Noemí comenta las dificultades de la caminata. "Yo no me oriento bien, todo me parece igual, llevamos andando un kilómetro y no sé donde nos encontramos".
Al poco tiempo se da cuenta que ha perdido a su compañero y advierte a los miembros de la tribu. Uno de los guía emite un sonido, como un grito, para comunicarse con el resto del grupo para saber si están con el cámara de nuestro equipo. "Es como si hubiésemos enviado un sms al otro grupo para preguntar por Juanan". Mientras tanto, en ambos grupos no se cesa de buscar "sejes". Los Yanomamis se fabrican manualmente y con unas hojas una especia de soga que les permite escalar rápidamente los árboles para alcanzar los frutos maduros del "seje". Por su parte, Juanan también es consciente de que se ha perdido. "Están flipando, nadie me habla, ni dice nada, yo les voy a seguir para poder encontrar a Noemí". Tardan casi dos horas en volver a encontrarse. Noemí como el resto de las mujeres carga con una cesta de más de 20 kilos sujeta por la cabeza. "Estoy agotada y no puedo más".
Los últimos momentos en el poblado
De regreso al poblado no les dejan grabar al chamán que está atendiendo a varios indígenas. Es una de las comunidades más unidas espiritualmente con su tradición y su cultura. Consultan todo con los espíritus y no quieren que los reporteros sean testigos de esta ceremonia. "Quieren preservar su cultura del exterior", asegura el guía.
Este especial de 'Callejeros Viajeros' muestra en los preparativos de las danzas tribales de los Yanomamis. Se verá cómo se pintan el cuerpo y se adornan con plumas de colores. Las mujeres invitan a Noemí a que baile y cante con ellas una canción.
Al final de su estancia los líderes Yanomamis quieren hacer también de periodistas y les preguntan a los reporteros si España ha peleado con otros países y ha sido el Rey quien lo ha autorizado. Recuerdan, incluso, que don Juan Carlos le dijo a su presidente Hugo Chávez que se callara.
En la cena de despedida Noemí, después de haber probado todo tipo de comidas a lo largo del viaje, se atreve a comer, incluso, el plato principal que han preparado los Yanomamis: Carne de mono. "está sabroso", dice. "No me creo lo que estoy haciendo, parece carne de pollo. Está buena".
