'Supernanny'
"Me gusta especialmente el hincapié que el programa hace esta temporada en los cambios emocionales del adulto que afronta estas situaciones. La inseguridad, la aparición de necesidades personales, el desgaste emocional, la impotencia y el enfado son emociones muy presentes cuando se educa y que en ningún caso entran en contradicción con el amor que se tiene a los hijos", explica Rocío Ramos-Paúl, psicóloga y conductora de 'Supernanny' (21:30h). El programa, que regresa este sábado, 17 de mayo, a la parrilla de Cuatro, pondrá el foco en las alteraciones de ánimo de los progenitores."Todo el que se relacione con el niño tiene responsabilidad en su educación, pero especialmente los padres. Lo que sí es verdad es que el funcionamiento de los niños depende del comportamiento de los padres", nos recuerda Ramos-Paúl. "Si permanentemente para regañar a mi hijo le estoy gritando, mi hijo se va acostumbrar a que esa es la forma de comunicación en casa, y luego la va a extrapolar".
Según Rocío, se trata de "un programa que al equipo le gusta hacer. Es un programa muy agradable, que te da muchas satisfacciones". Estrenado en 2006, 'Supernanny' ha sabido en cada etapa conectar con los espectadores y es que son muchos los padres que han visto en el programa reflejada la situación que vivían en sus propias casas. Además, tal y como señala la presentadora, "no todo el mundo es padre y tiene hijos pequeños en el mismo momento", por lo que el factual de Mediaset ha visto a lo largo de los últimos años cómo ha ido variando su audiencia.
Este sábado arranca una nueva temporada de 'Supernanny', la novena. ¿Cuál crees que es la razón del éxito del formato? ¿Por qué funciona un formato de estas características hoy día?
Yo soy la primera sorprendida, no te voy a engañar. Hay dos cosas que me repite mucho la gente cuando me para en la calle: por un lado, me dicen 'mi hijo también es así, yo me he visto reflejada'; y por otro lado, me comentan lo mucho que les ha ayudado el programa para salvar sus problemas. Me cuentan que el programa les ha ofrecido posibilidades para dar solución a las dificultades que han tenido en casa. Y luego hay otro factor que lo añado yo, y es que no todo el mundo es padre y tiene hijos pequeños en el mismo momento, por lo tanto, hay espectadores que ya se salen de la franja de edad que ven el programa y, sin embargo, hay otros nuevos que entran.
Hay momentos en el que conectas con el programa y te engancha. No se sabe si por curiosidad o por ver cómo se va a resolver ese caso. En un principio igual dices "esto no tiene solución alguna", y ves que, al final, con unas pautas adecuadas, con unas normas, todo puede arreglarse.
¿Podemos hablar de novedades en este tipo de formatos? ¿Qué es lo que destacarías que va a ver el espectador en estas nuevas entregas?
Podemos hacer que la metodología sea más creativa. Yo creo que todo el mundo entiende que, al final, el profesional siempre hace igual: el arquitecto hace siempre las casas de la misma manera y luego le mete creatividad. Hay una base que los profesionales siempre llevamos a cabo, y la creatividad te la da, en este caso, la familia. Cada niño es distinto y cada familia es distinta, por lo tanto, las peculiaridades son las que van formando un poco la historia que no tiene tanto que ver conmigo sino con la metodología.
Cada año intentamos hacer hincapié en algún matiz. Este año nos hemos empeñado más en mostrar las distintas emociones por las que pasan los padres a la hora de resolver dificultades con los hijos. Al principio, empezamos con la desesperación, que es real y lo vemos, y que cada uno la demuestra de una manera diferente ("no sé resolver", "estoy desesperado"...). Luego también está la parte donde a uno le proponen un cambio, a veces se sorprende, y entran las dudas de "lo voy a hacer bien", "no lo voy a hacer", "no tengo claro que esto funcione"... sin embargo, deciden ponerlo en marcha. Y luego, durante el tiempo que lo ponen en marcha, está la parte de "casi prefiero volver a lo de antes", "esto es horroroso", "no sé cuando va a llegar el cambio", "a mi hijo esto no le va a valer".... Al final, en general, los padres acaban diciendo una frase muy repetida, "estamos más tranquilos", que significa "he vuelto a tener el control de la situación". Por un lado disfrutan más de la familia y, por otro lado, tienen la sensación de que pueden enfrentar las dificultades con control, que era lo que no tenían al principio.
Rocío Ramos-Paúl regresa a Cuatro con 'Supernanny'
¿Se podría decir que ha habido un cambio en los problemas a los que te enfrentabas en las primeras temporadas y a los que te has tenido que enfrentar en esta última?
No da tiempo, me hablas de un cambio casi histórico. Desde 2006 para acá las cosas no han cambiado tanto. Es verdad que hay diferencias: hablamos de trabajar el uso y el control de las nuevas tecnologías, y hablamos de niños que son más listos porque están más estimulados y tenemos que trabajar muchos conceptos como la negociación. No le vale el sí porque sí, sobre todo cuando llegan a los 7-8 años, y los padres no entienden que no funcione lo de antes. Yo con mi padre le miraba y ya con eso me valía, pero ahora no. Hay que negociar, es decir, cada etapa histórica es distinta, y aquí lo que hacemos es trabajar cómo gestionamos esas diferencias.
Yo de culpas no hablo, porque echarse la culpa, al final, no te sirve de nada, no te deja funcionar, te para y no te hace eficaz. Yo prefiero hablar de responsabilidad. ¿Qué responsabilidad tenemos con los niños? Todo el que conozca, se relacione con el niño tiene responsabilidad en su educación, pero especialmente los padres. Lo que sí es verdad es que el funcionamiento de los niños depende del comportamiento de los padres. Si permanentemente para regañar a mi hijo le estoy gritando, mi hijo se va acostumbrar a que esa es la forma de comunicación en casa, y luego la va a extrapolar al colegio, a la pareja cuando sea adulto... Entonces, si yo no paro y opto por otras cosas como es el señalarle lo que hace bien, ser más cariñoso, hablar en un tono más tranquilo y transmitirle más serenidad, mi hijo va a pensar que la única forma de resolver las cosas es con ese grito. Hasta que yo no empiezo a hacer estas cosas mi hijo no empieza a emitir otro comportamiento que es el que yo quiero.
Abandonar seguro que no, pero... ¿Ha habido algún caso que hayas dicho, nada más conocerlo, "éste va a costar"?
¿Has notado que los padres tiran más de los abuelos a la hora de educar a sus hijos?
Precisamente hemos elegido ese caso porque hay un 50% de abuelos que cuida de sus nietos casi a diario. Por cuida, no me refiero a "me voy de paseo y los tengo un rato", sino que se convierten en abuelos canguro. En 'Supernanny' intentamos siempre reflejar lo que está ocurriendo fuera.
¿Dirías que es más fácil reeducar a los niños que a los padres?
Una vez finalizan las grabaciones, ¿sueles mantener el contacto con las familias?
Yo les llamo el tiempo que dura la grabación: para ver cómo están, cómo ha ido la cosa, y luego siempre hay una llamada, que me parece importante, el día de la emisión del programa. Me gusta charlar con ellos y preparar también a los niños para que, cuando lleguen al cole, sepan qué contar... Y luego recibo una llamada suya, normalmente los lunes, de cómo ha ido la cosa, si han tenido algún problema, si se han encontrado con alguna crítica o si no han sabido resolverla.
La verdad es que siempre hemos buscado cuestiones que tuvieran que ver con algo que refleje lo social, y siempre hemos ido a casos nuevos. ¿Podríamos ir? Sí, sería una idea. No te digo yo que con el tiempo, si tenemos más temporadas, no lo hagamos... Yo aquí suelo trabajar un comportamiento, nunca la parte emocional o la parte cognitiva, que es lo que piensan, porque ese cambio necesita más tiempo, necesita asentar de otra manera. En terapia sí, pero en la tele intento no dejar nada colgado.
Mucha gente te habrá dicho que han aplicado tus técnicas, tu metodología, y que gracias a ello han logrado recuperar el control en casa...
Y cuando las familias no aplican las pauta adecuadas, aparece Pedro García Aguado, compañero de cadena.
[Risas] Hacéis la misma comparación todos. Pedro, que es maravilloso y hace muy bien su trabajo, está en otro perfil. Es una realidad que está ahí, que te puede ocurrir y que de hecho en la base, muchas veces está la falta de todo lo que hablamos en el programa. Pero quizá, yo veo las dificultades de 'Supernanny' más normalizadas, dentro de un contexto más general. De hecho, un niño siempre pasa por tener rabietas, si no las tiene es un problema, pero no todos los adolescentes o jóvenes llevan a cabo el tipo de comportamientos que vemos con Pedro. Ahora, es verdad que, en el origen los de Pedro casi siempre han tenido una educación con falta de límites, hábitos etc. Por eso yo creo que nos relacionan.
Hay que decirle a los padres "¡ojo, que si con 3 no haces esto, se te puede complicar mucho con 18!". Yo lo digo muchas veces, yo prefiero la rabieta de 3 años a tener que hablar de agresiones con 18. Me refiero a agresiones no físicas, también al inmueble ("me ha roto el marco de la puerta, me ha pegado un portazo, no ha aparecido en toda la noche"...). Y sobre todo una cosa fundamental, y es que los niños el mayor refuerzo que tienen es la atención de los padres. Los adolescentes ya tienen otros refuerzos distintos. Por eso, hay que aprovechar la potencia de que es el momento de aprender y además tú eres el mejor premio para el niño.
Mucha gente opina que un tortazo a tiempo hubiese solucionado muchos problemas, y hoy día parece que esa reprimenda o ese castigo físico está muy mal visto.
En España es ilegal el guantazo. Yo no estoy de acuerdo, en absoluto, porque con la torta corres un riesgo enorme. Y es que la siguiente torta, para que pare al niño tiene que ser más fuerte, sube en intensidad porque no has sabido dar otra solución. De esa manera, yo le estoy transmitiendo a mi hijo que la agresión física es una forma de solucionar problemas, y eso también es muy complicado porque lo acepto como solución, porque si yo lo hago le valgo de modelo. Es verdad que la torta está generalizada, sí, pero yo intentaría evitar siempre de todas las maneras utilizar la torta como castigo educativo.
'Supernanny'
¿Cuántas entregas vamos a poder ver en esta etapa?
Siete. Tenemos de todo. Tenemos videojuegos, abuelos que se tienen que coordinar, rabietas de estas que te taladran el oído y ves a los padres sufriendo. Tenemos de todo.
La cadena no está por el momento buscando nuevos casos. ¿Estáis a la espera de que se emita esta nueva temporada y ver la respuesta de la audiencia?
De eso sabes tú más que yo [risas]. Eso ya depende de la productora y el canal. Hasta que no se haya emitido y se vean los resultados evidentemente no se decidirá nada.
¿Satisfecha con poder ayudar a las familias y mostrar el trabajo que realizáis?
Sí, pero yo y también el resto del equipo. Eso me da mucha satisfacción, porque es un programa que al equipo le gusta hacer. Es un programa muy agradable, que te da muchas satisfacciones. No hay montaje como mucha gente dice, yo no entiendo cómo se puede montar una rabieta pero si alguien me lo dice, pues mira, igual me ahorro tiempo de grabación. Al final, ¿quién no habla de la educación? ¿Quién no dice "ese padre o madre tendría que..."?. Todo el mundo cree que tiene derecho a juzgar el rol de padre o de madre.
¿Sigue la madre llevando los pantalones en casa, en el tema de educar a los hijos?
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Una de las pocas cosas que podemos hablar en positivo del tema de la crisis, dentro del drama que supone, es que hay muchos padres que se han quedado en paro. Hice un artículo hace poco que ponía que la crisis ha hecho más que cualquier campaña del Ministerio de Educación. Al final por obligatoriedad, han llegado a conciliar. Porque si el padre es el que está en casa -y hay muchos- es el que tiene que gestionar la comida, el supermercado, tiene que llevar a los hijos al colegio, hacer las tutorías... porque es la madre la que está trabajando en este momento. Esa realidad ha generado un cambio real, y tenemos una entrega de 'Supernanny' en la que se ve claramente. El padre se está poniendo en el pellejo de quien lo ha hecho siempre, y eso es un primer paso para conciliar.