'Red Band Society' 1x04: "There's No Place Like Homecoming"

Por tercera semana consecutiva, la nueva producción de Spielberg 'Red Band Society' ha sufrido un descenso de audiencia. La serie se encuentra agonizando en lo más bajo de los ratings, con unas cifras que no superan los 3 millones de espectadores ni el 1 en demos. Desde luego, son cifras muy decepcionantes para la que era una de las grandes apuestas de FOX en esta temporada. ¿Comentamos lo que ha dado de sí este cuarto episodio?

...y llegó el cuadrado

La semana pasada comentábamos que el triángulo amoroso de 'Red Band Society' ya estaba más que definido, pero que Kara esperaba en la retaguardia para hacer su aparición. Pues bien, en un nuevo alarde de originalidad, la ficción americana ha introducido un nuevo arco amoroso entre la rubia popular y Leo, en una de las situaciones más surrealistas que se recuerdan en la ficción televisiva estadounidense más reciente.

Emma, Kara y Leo vuelven al instituto durante un día para acudir al homecoming, acompañados de Brittany. Si nos costaba entender muchas de las situaciones que se vivían en el hospital, lo que nos pilla totalmente descolocados es que una chica con problemas de corazón, otra con problemas alimenticios, y un joven con cáncer y con una pierna ortopédica recién adquirida, se vayan a su baile de instituto como si no pasara nada. Bien es verdad que este fragmento ha incluido algunas de las partes más divertidas y entretenidas de lo que llevamos de serie, pero detalles como estos hacen que "los pulseras" americanos pierdan toda credibilidad.

Después de que Kara sea alzada como la reina del baile y Leo le eche un capote con un discurso -todo hay que decirlo- bastante divertido, la rubia no duda en darle un beso delante de todo el auditorio. Ahí, por supuesto, está Emma para verlo todo, y comenzar el consiguiente enfado. Sí ha sido interesante la relación de esta última con las chicas del baile que la van a convertir en la reina de Instagram; insistimos en el talento de la actriz y en su trama como uno de los recursos a explotar.

Jordi y el surrealismo hospitalario

Vale, quizás podamos entender que, en un caso remoto y con un acompañante del cuerpo de médicos y enfermeros del Ocean Park, un enfermo pueda conseguir un permiso para salir del centro. Pero lo de Jordi en este "There's No Place Like Homecoming" no tenemos por donde cogerlo. Su madre le da dinero para que vaya al cine junto a Dash -quien, seguimos diciendo, no sabemos que hace alli- y el joven accede encantado. Así, Jordi abandona el hospital justo después de haber recibido quimioterapia, como quien sale de su casa a comprar el pan todas las mañanas.

Nada más llegar, el joven sufre un colapso y debe ser trasladado al hospital de inmediato, ante la mirada ajena y pasiva de un Dash que creemos que ni siquiera sabe dónde está. El personaje de la madre de Jordi se erige aquí como uno de los más interesantes del reparto, y la trama se torna interesante cuando descubrimos que abandona a su hijo en el hospital y que ha pedido una emancipación legal para Jordi. Veremos cómo continúa esta trama y las razones de la mexicana para recurrir a todos estos entramados burocráticos.

Nada nuevo bajo el sol

Por lo demás -quitando un prescindible desengaño amoroso de Brittany- todo sigue igual en el Ocean Park. "There's No Place Like Homecoming" ha servido para volver a mostrarnos una Octavia Spencer desaprovechada, un doctor Jack prescindible, un hospital irreal, una emoción impostada y un narrador que se aleja peligrosamente del hilo conductor de la trama. Impagables, por cierto, las escenas repentinas de su padre tocando la guitarra.

Van pasando las semanas y se nos acaban las razones para seguir viendo 'Red Band Society', más allá de informar a nuestros lectores sobre la ración semanal del dramón adolescente de hospitales. Parece ya seguro que la serie está condenada a la cancelación, y sus tramas van a terminar antes de lo previsto. En el piloto, ya diagnosticamos que la ficción padecía un serio problema de salud, del que desafortunadamente no ha logrado salir. A la espera de un último test, lo único que esperamos es que no siga empeorando, y se despida de la parrilla sin bochorno.