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A 'Gracepoint' le ha costado arrancar pero por fin podemos decir que ya ha puesto la directa. Alargaron demasiado el planteamiento de la historia (tal vez por contar con dos episodios más que la original) y eso le ha acabado pasando factura ya que, a pesar de que la cosa mejoró con el inicio de la investigación en el episodio de la semana pasada, la audiencia sigue bajando y no parece haber tocado suelo todavía.
Mark Solano, el primero de la lista
La semana pasada dejamos a Carver desmontando la coartada de Mark, aunque tampoco era muy difícil. Por mucho que Ellie quisiera mirar para otro lado, el padre del pequeño Danny llevaba escrita la palabra sospechoso en la frente prácticamente desde el principio y el único misterio era saber por qué un padre mentiría aún a costa de obstaculizar la investigación de la muerte de su propio hijo. Ni estaba desatascando un desagüe, ni estaba de juerga con Vince, su ayudante. ¿Dónde estaba entonces? Sólo había una respuesta posible: con otra mujer, en este caso Gemma, que parece estar en todas las salsas.Es comprensible que Mark quisiera evitar un disgusto más a su mujer dado su delicado estado emocional (no es para menos), y que se vio tan abrumado por la situación que no se le ocurrió ninguna coartada mejor pero lo cierto es que no ha podido llevar peor el asunto. Ahora no sólo es un marido infiel (ya sea por una vez, dos o quinientas) sino que a ojos de Beth además es un mentiroso compulsivo. ¿No habría sido muchísimo más inteligente que lo supiese de su boca que sorprenderle con las manos en la masa? Estas cosas siempre, siempre, acaban saliendo a la luz de la peor de las maneras.
Un último mensaje de Danny
Como decíamos, Beth intenta recobrar la normalidad en la medida de lo posible pero su entorno y su propio cuerpo parecen empeñados en impedirselo. Al no poder enterrar a su hijo hasta que la policía haya atrapado al asesino, sigue estancada en las fases iniciales del duelo así que cuando aparece en su vida Raymond Connelly, el inquietante operario de la compañía telefónica que decía comunicarse con los muertos, es incapaz de dar la espalda a la única oportunidad que tiene en este momento de despedirse de su hijo.
No sabemos si las palabras de Raymond son ciertas, o si su fuente de información es real o sobrenatural, eso ya se verá, pero lo cierto es que no parecen haber causado en Beth el efecto buscado ya que más que calmarla, han agudizado su recelo. Ahora está convencida de que el culpable es alguien al que conocen así que todos, sin excepciones, son sospechosos.
Extendiendo la sombra de la sospecha
Ya sabíamos que la detención de Mark no llevaría a ninguna parte, al menos por ahora. Era demasiado pronto para que supiésemos quién era el asesino así que se trataba de un mero trámite que tenía como único objetivo hacer que Ellie abriese los ojos de una vez dado que las amenazas y quejas de Carver no surtían ningún efecto. Como le comenta su compañero, su actitud era más propia de una abogada defensora y al final ha acabado entendiendo que no puede eliminar a los sospechosos de la lista ni por simpatía ni por cercanía. Eso sí, esta supuesta amplitud de miras le dura poco ya que vuelve a caer en los mismos errores al negarse a seguir la pista de la cocaína por no hablar con Chloe. De nuevo, un comportamiento intolerable para un detective.
Cosas como esa son las que provocan que, en mi caso, siempre me ponga del lado de Carver. Por muy mal genio que gaste, la actitud correcta de un detective es la de no prejuzgar y tirar de todos los hilos que hagan falta caiga quién caiga. Además, cuanto más sabemos de su pasado, más fácil se hace comprender mejor el porqué de su actitud permanentemente huraña, aunque lo cierto es que la ineptitud de su equipo de trabajo tampoco ayudan a mejorar su ánimo. ¿Ahora descubren un pedazo de papel en un bolsillo de la ropa de Danny?
Como habréis podido comprobar, no he hablado de la trama periodística porque una semana más sigue sin aportar nada, aunque mantengo la esperanza de que en algún momento justifiquen su existencia. Pero centrándonos en lo importante, la semana que viene sabremos a quién pertenece ese misterioso número de teléfono (¿del novio de Chloe? ¿del sacerdote?) y veremos quién se convierte en el próximo sospechoso, que a estas alturas puede ser cualquiera.