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Como comentamos la semana pasada, se nota que Gracepoint ha cogido ritmo. Le ha costado pero finalmente han dejado de lado lo vacuo y se ha centrado en lo realmente importante que es la investigación pero, por encima de todo, han profundizando en la idea de que nadie es como aparenta ser frente a los demás y todo el mundo tiene secretos que esconder.
Se cierra el cerco
El final del pasado episodio nos dejó con Carver tratando de descubrir a quién pertenecía el número de teléfono encontrado en la chaqueta de Danny. Ahora que saben de quién es, la policía ha decidido centrar la investigación en encontrar a Lars Pierson, un veterano de guerra bastante extraño que apareció por el pueblo unos días antes del asesinato y que resulta ser la misma persona que Jack aseguró haber visto discutiendo con el pequeño. ¿Quiere esto decir que Jack ha demostrado que es un testigo fiable? Puede ser, pero aún nos quedan muchas cosas por saber de este personaje y tal vez nuestra opinión cambie muy pronto.Por otro lado, es realmente conveniente que las pistas de repente señalen como posible responsable del crimen a un (casi) forastero psicótico que, por lo que fuese, pasó unas horas en el pueblo. No es por desconfiar pero, como bien dice Carver, parece que todos, incluída Ellie, estuvieran deseando que fuese alguien de fuera y esta nueva vía de investigación les ha quitado un gran peso de encima. ¿Pero no se estarán precipitando al descartar otras vías demasiado pronto? Cuanto menos es sorprendente. ¿Será que tienen miedo a escarbar en los secretos oscuros de sus conciudadanos?
Un investigador inesperado
El que no parece tener miedo a nada ni a nadie es Tom, el hijo de Ellie, que sabemos desde el principio que sabe más de lo que ha reconocido. No sabemos que contenían aquellos misteriosos mensajes que borró de su móvil y si le incriminaban a él o a otra persona de su entorno, pero el niño se está metiendo en un berenjenal importante al hurgar en las cosas de su madre para recabar información sobre Pierson.
¿Pero por qué arriesgarse a un castigo (o algo mucho peor) para encontrar al que podría ser el responsable de la muerte de un examigo? Es más, ¿por qué pone su vida en peligro al ir detrás de un supuesto asesino si no es que es alguien al que conoce y en el que confía? Por cierto, hay que decir que a su corta edad Tom es bastante más agudo como investigador que su madre policía, aunque como hemos visto en capítulos anteriores el listón no estaba demasiado alto.
Nadie conoce a nadie
La madre de Danny se siente cada vez más sola. La semana pasada la vimos acudiendo a Raymond, el supuesto psíquico, y a su amigo sacerdote en busca de alivio a su dolor tras descubrir que, además, su marido la estaba engañando. Pero poco se imaginaba Beth que aquella mentira tan sólo era la primera de muchas que saldrían a la luz y que acabaría descubriendo que hasta su hijo muerto tenía un lado oscuro y que el novio secreto de su hija (que huye sin saber por qué de la policía) le ayudaba a comprar cocaína.
¿Pero era necesario que los Solano vieran en el salón de su casa el vídeo de Danny robando? Desconozco el protocolo pero me parece una medida demasiado extrema, y si bien estoy a favor de método de Carver de seguir las pistas, informar a la familia y no involucrarse emocionalmente en el caso, hay cosas que es mejor que la familia no sepa por mucho que insistan como Beth en tener toda la información.
Por lo demás, todavía quedan un buen puñado de sospechosos que ponen cara de ser muy sospechosos y hacen cosas muy sospechosas como el sacerdote o la arisca responsable del parque de caravanas, a la que se le siguen acumulando las mentiras sin que nadie, ni siquiera Carver, consiga echarle mano. ¿Cambiará eso en el próximo episodio? Quién sabe, todo dependerá de si guardan algún tipo de relación con el misterioso bote en llamas, ese del que Raymond ya avisó.