El séptimo capítulo de 'The Mysteries of Laura' se presenta con un juego de palabras en inglés que lamentablemente se pierde en la traducción al castellano. 'The Mystery of the Art Ace' se traduciría como 'El misterio del experto en arte', pues además, la víctima es dueño de una prestigiosa galería. Sin embargo, 'ace' también se puede traducir como el as del póquer. Ello no es casualidad: la investigación gira en torno a una timba de póker en la que la víctima está involucrada.
El contenedor del millón de dólares
David Sarkissian, dueño de la galería de arte Sarkissian, aparece muerto en un contenedor de Koreatown, el barrio coreano de Manhattan. Tiene una severa herida en la cabeza cubierta de una extraña sustancia y ocasionada por un objeto extraño. Otro elemento destacable es el enorme fardo de billetes que lleva en el bolsillo.
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De buenas a primeras, sólo con esa información ya podemos sacar una serie de conclusiones. Que la víctima sea el dueño de una famosa galería de arte y que no le hayan robado la pasta gansa que llevaba encima ya dice mucho sobre el capítulo que vamos a ver durante los próximos 40 minutos: el asesino es alguien probablemente poderoso a quien no le importa el dinero. Algún competidor, posiblemente, o como mínimo alguien a quien el poder que ostentaba Sarkissian no le favorecía. Y sobre el arma del crimen, podemos suponer que va a ser lo más rebuscado que podamos imaginar.
La galería familiar
Laura y Soto se presentan en la Galería Sarkissian, echando leña al fuego en el eterno debate sobre si el objet trouvé es realmente arte o no, pues les parece que cualquiera puede hacer lo mismo. "No, en serio, ¿cómo termina toda esta bazofia en una galería de prestigio?", se lamenta la detective. Su exmarido, sin embargo, se percata de algo: "con el dueño de la bazofia acostándose con la jefa".
Efectivamente, dicho "creador de bazofia" está coqueteando con una ejecutiva que parece tener cierto poder dentro de la galería. La expareja de policías se acerca a la mujer y le comunica que David Sarkissian ha muerto. Ella es la hermana de David, Ángela Sarkissian, y... ¡sorpresa! ¡La hermana se lo toma mal! ¡Llora por la muerte de su hermano! ¿Pero qué es esto? ¿Estaremos ante el primer ejemplar de sospechoso que se toma de forma natural la muerte de un ser querido, como veníamos diciendo en el recap del capítulo anterior?
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Sea como fuere, el padre, Julius Sarkissian, hace aparición. Refleja claramente en una sola frase la relación que tiene con su hijo: "Con la vida que llevaba, no me extraña que haya terminado así". Y se larga.
Seguidamente, Ángela se disculpa por el comportamiento de su padre y explica lo que ya hemos podido ver, que David y su padre no se llevaban nada bien. Ángela dice no tener nada que ver con el dinero que su hermano llevaba en el bolsillo ni ninguno de sus asuntos sucios. Da el teléfono a Laura por si hay novedades en el caso y se muestra dispuesta a cooperar. Como en 'The Mysteries of Laura' no se deja ningún cabo suelto, más adelante esa información servirá de utilidad.
No es karaoke todo lo que reluce
Jake y Laura investigan los locales de Koreatown para ver si alguien reconoce a la víctima. Tras usar de cebo a una Laura desinhibida y cantarina con ganas de volver a ser joven, Jake se cuela en la trastienda de un karaoke coreano. La dueña, una coreana con muy mala leche, declara que sí reconoce la cara de la víctima, pero no sabe su nombre.
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Algunas noches se organiza allí una timba de póker ilegal en la que participan varios millonetis con pseudónimos del estilo "Hollywood", "Elvis", "Guns" o "47". La dueña hace la vista gorda a cambio de una generosa suma de dinero al mes.
La disgregada familia Diamond
De vuelta en la comisaría, el capitán decide infiltrarse en la próxima partida. Para ello necesita a un buen jugador de póker que pueda aguantar el nivel. El mejor jugador que conoce es Laura. Parece que la pelirroja tiene cierto don por el juego.
Pero hace muchos años que Laura no juega, y es por ello que va casa de su padre. El señor Diamond vive en una pocilga de piso, aunque unas cartas de póquer tiradas sobre la mesa indican que es un hacha en el juego, pues nada se deja a la aleatoriedad. Deducimos que Leo Diamond enseñó a su hija Laura todo lo que sabe.
Cuando los padres no salen suele ser porque se llevan mal con sus hijos protagonistas, pero por un motivo u otro, éstos siempre se ven obligados a tragarse su orgullo y pedirles ayuda en algún punto de su vida. ¿Se podría decir que es la típica situación en la que el padre americano no valora a su hijo y no iba a verle a sus partidos de béisbol ni le ayudaba con su volcán del proyecto de ciencias? Tal vez. El caso de Laura es algo parecido.
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Descubrimos otro pedacito de información sobre la detective, como en casi todos los capítulos: los padres de Laura están separados y ella nunca llegó a superarlo. Tal es el caso que pronto salen a flote los problemas familiares. El hombre se niega a ayudar a su hija hasta que no se disculpe por "aquello del Día de Acción de Gracias", tema detallado más adelante. "¿Pedirte perdón? ¡Tú deberías pedirme perdón a mí! ¡Normal que mamá te dejara!". Y con esa acusación, Laura se marcha dando un portazo.
Aún así, más tarde, Leo refresca a Laura las jugadas de póker con la condición de que la protagonista le deje ver a sus nietos. Laura se lo toma mal, no entiende por qué tiene que plantearlo como un favor.
El as en la manga
Con cierto chantaje hacia uno de los jugadores anónimos, Soto consigue meter a Laura en el próximo juego. Laura se pone sus mejores galas y allí se presenta.
Un nuevo recopilatorio de personajes (como ocurrió en el piloto y el segundo episodio) y una Laura que no deja de beber y hacerse la principiante para sonsacar información protagonizan una divertida escena. Meredith, Jake y el señor Diamond se encuentran en la camioneta reglamentaria para espionajes con su equipo móvil.
Cabe destacar que el señor Diamond lleva unos cascos naranjas. No resultaría nada característico si no fuera porque Laura le reprocha en la secuencia anterior que él no le prestaba atención de pequeña y siempre estaba escuchando la radio con unos cascos naranjas.
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La detective, fingiendo embriaguez, se da cuenta de que la que realmente corta el bacalao es la camarera que sirve las bebidas. Esta camarera, Bridget Michaels, es detenida tras una persecución que extrañamente no protagoniza Soto, sino Meredith, y confiesa blanquear el dinero de las partidas a través de la Galería Skarkissian.
"Max Carnagie, de los Carnagie de Connecticut"
El contacto de Bridget Michaels es Titus Bosch, un hombre que trabaja para la galería y mediante subastas de obras de arte blanquea dicho dinero. Así que Max y Meredith van a tomarle declaración para que confiese. En esa escena, vemos que la familia de Max debe ser muy poderosa, como ya se insinuó en 'The Mystery of the Red Runway'.
Bosch señala hacia Julius Skarkissian, quien se declara culpable y se deja arrestar por la policía en cuanto ve el libro de cuentas de David. Tras la profunda conversación con su padre, Laura se da cuenta de que Julius está actuando como un "buen padre" encubriendo a sus hijos. Además, no se puede pillar el asesino en el minuto 30. Lo que acaba de confirmarlo es que el libro de cuentas está escrito por Ángela. ¿Cómo lo saben? Con la tarjeta que ella les dio al principio del episodio. Claramente, tenía que tener un uso más adelante.
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Jake se cuela en el despacho de la hermana de la víctima y encuentra el extraño objeto contundente: un bolo con un mosaico de espejos y sangre de la víctima. ¿Habrá sido fingido el lloro de Ángela al principio del episodio?
No, no lo ha sido, menos mal. Ello se demuestra cuando Laura desenmascara a su novio el "creador de bazofia" y Ángela rompe a llorar de nuevo porque no sabía nada. El creador quería que David vendiese una de sus obras de arte en las subastas para blanquear dinero. Más concretamente, el bolo con espejitos. Así que le esperó en la puerta de atrás del karaoke y tras obtener una negativa, le golpeó hasta la muerte.
Padre no hay más que uno
Leo trae a sus nietos a la comisaría y sale a la luz lo que pasó en Acción de Gracias. El padre, tratando de arreglar el matrimonio de su hija, invitó a Jake a la comida familiar de tan señalada fecha, cosa que Laura no perdona, pues la ruptura era todavía muy reciente.
Tras finalizar la investigación del capítulo y atrapar al asesino, el abuelo Diamond quiere hacer las paces de una vez por todas. Ella acepta las disculpas y, con los ojos vidriosos, sonríe y la pantalla se funde a negro para terminar felizmente el episodio.
Conclusiones
La barrera entre las intenciones personales y profesionales de Laura siempre queda muy difusa. En este caso, Laura se está quejando durante todo el capítulo sobre cuán vieja se está volviendo: las canciones que en su día escuchaba ya son muy pasadas de moda para las generaciones futuras.
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Cuando Jake y ella van al karaoke, la detective finge estar borracha y canta con todo su ser. Se ve claramente que se lo está pasando bien. Sólo cuando Jake le dice que ya se pueden ir, ella recompone su dignidad y se marcha, como si todo hubiera sido parte de su trabajo y nada más.
Por otro lado, en 'The Mystery of the Art Ace', la trama secundaria (la del padre de Laura) se ve entrelazada con la trama principal, pues Leo Diamond hace aparición durante la escucha de la partida de póker para ayudar a los detectives a interpretar lo que sucede.
Eso va acorde con lo que siempre suele pasar: la experiencia personal de Laura termina activando ese click necesario en el cerebro de la detective para atar todos los cabos y concluir la investigación. El click ha venido esta vez disfrazado en forma de padre, descartando a Julius Sarkissian como asesino de su hijo y mirando más allá.
Lo más leído
Leo Diamond está a favor del matrimonio de su hija con Jake, ya que al parecer está encantado de la vida con su yerno capitán. Sin duda, esto contribuirá a la futura posible reconciliación de la pareja.