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Tras dos semanitas de vacaciones, 'Modern Family'] vuelve a la carga con "Rash Decisions", un episodio en el que los personajes parecen empeñados en hacer lo que sea para gustar a los demás (y eso que todavía no estamos en San Valentín). Esta semana nos encontramos con cuatro tramas que en esencia hablan de lo mismo pero que por la actitud de sus protagonistas se podrían dividir en dos grupos bien diferenciados: por un lado, dos historias con personajes que cambian su forma de ser habitual para gustar a los demás, y por el otro, otras dos con personajes que luchan por hacerse con la estima de otro. El matiz es pequeño pero bien claro.
El placer de sentirse querido
Empecemos por los que cambian su forma de ser para gustar, es decir, Mitchell y sus sobrina Alex, dos personajes que comparten muchas cosas, entre ellas el nivel altísimo de autoexigencia y un carácter estricto que provoca rechazo. Ni uno ni la otra son del tipo de personas que acaban siendo elegidos como reyes del baile del instituto, ni han sido (ni serán) las personas más queridas de su entorno, pero en esta ocasión consiguen desabrocharse el corsé para interpretar o adoptar personalidades más "queribles".Mitchell, por ejemplo, parece copiar la actitud dicharachera de Cam confraternizando con los trabajadores de Pritchett Closets e incluso se permite hacer algunas cosas (como no limpiar lo que ensucia) que nunca haría en su propio trabajo, lo que rápidamente le lleva a convertirse en algo así como el alma de la fiesta, eso sí, a costa de Claire. Esta misma historia la habremos visto unas mil veces en otras series (y como unas diez sólo en 'Friends') y casi siempre funciona porque refleja una situación absolutamente reconocible sea cuál sea el lugar que ocupes en la pirámide de poder.
Quién más, quién menos ha intentado parecer una persona que no es cuando entra en un nuevo círculo, como también la mayoría ha tenido, tiene o conoce a un "franager", o lo que es lo mismo, un jefe/profesor/superior que intenta hacerse amigo de sus trabajadores/alumnos, y ya sabemos cómo acaba siempre la cosa. Por eso, así como Joey accedió a provocar su despido para que los cocineros de Monica reconociesen su autoridad, Mitchell acaba sacrificando su nueva reputación por el bien de su hermana y porque, en el fondo, desde el principio esto no eran más que una vacaciones de sí mismo.
En el caso de Alex, en cambio, es algo bastante más serio porque es algo podría marcar su futuro. En España, en general, no tenemos que pasar por el suplicio de las entrevistas para ingresar en una universidad concreta pero nos sabemos de memoria el proceso y lo importante que es tener un currículum completo y saber venderse bien (como en cualquier entrevista de trabajo, vamos). Alex quiere entrar en Princeton (una universidad a la que definitivamente no se entra dándole a "Me gusta" en su página de Facebook) y toma una decisión arriesgada adoptando la historia (y la personalidad fiestera) de su hermana Haley con el único objetivo de destacar de entre los cientos de candidatos-robots presidentes de clubs de debate que tocan el piano, el violonchelo o el oboe.
De primeras parece que le funciona pero habrá que ver qué sucede a largo plazo porque sospecho que no tardaremos en volver a ver a la entrevistadora, interpretada por Aya Cash ('You're the worst'). Quién sabe, puede que quiera salir de fiesta con ella para comprobar si es cierto que es tan osada. De todas maneras, por suerte Alex es lo suficientemente inteligente como para hacerse "un Rory" y entrar en cualquier otra universidad de la IVY League.
Bulldogs y perros del hortelano
Como decía al principio, las otras dos tramas del episodio se caracterizaban por unos personajes que luchaban por el amor de otro. El primer triángulo amoroso (en el sentido más amplio) lo forman Jay, Cam y Stella. La bulldog francesa de Jay anda siempre por ahí, silenciosa, en un segundo o tercer plano, pero siempre la recordaremos por aquel glorioso momento de la tercera temporada con Cam gritando su nombre como Stanley Kowalski en 'Un tranvía llamado deseo'.
Entonces se hizo un lugar en nuestros corazones y por eso entendemos perfectamente la pasión ciega que sienten por ella tanto Jay como su yerno y que pongan toda la carne en el asador (literal y figuradamente) para hacerse con sus afectos. Además, sólo ella ha sido capaz de sacar el lado más tierno y emotivo de Jay, pero me asalta una pregunta: ¿se habría deshecho de Stella si la supuesta alergia la hubiesen sufrido Mitchell o Claire de pequeños? No sé por qué pero sospecho que le habría pasado como con Manny y habría ignorado los efectos y más si de esa manera le llevase la contraria a su mujer de entonces.
Por último tenemos al otro triángulo, el formado por Phil, Andy y Luke, cuya actitud se describe con la célebre expresión popularizada por Lope de Vega de perro del hortelano, que ni come ni comer deja. Luke, que se encuentra en plena fase rebelde (o eso dicen), ya no tiene tantas ganas de pasar tiempo con su padre (algo que, la verdad, se echa muy en falta), pero para su desgracia Phil ha encontrado en Andy (que pide a gritos una figura paternal) al perfecto sustituto para sus correrías, por lo que es natural que el pequeño de los Dunphy decida sabotear todo lo que hacen. Se supone que al final padre e hijo lo solucionan hablándolo y todo queda sellado con un abrazo pero espero y deseo que la presencia de Andy siga provocando este tipo de conflictos durante mucho tiempo más.
La próxima semana 'Modern Family' un año más se vestirá de San Valentín. ¿Qué sorpresa nos tendrán preparada?