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Breve introducción
Escribir sobre 'Mad Men' es algo parecido a un sueño, pero escribir sobre el primer capítulo del segundo bloque de su séptima y última temporada es toda una responsabilidad. 2015 será para siempre en la cronología seriéfila el año en que acabó 'Mad Men', la serie por excelencia de la última década.
La creación de AMC es un punto y a parte, algo así como lo que significó en su momento 'The Godfather" (1972) de F. F. Coppola para el cine. 'Mad Men' es la mejor obra de un autor -el concepto inglés sería el de showrunner-, de todo este grupo que engloba la que podríamos denominar "la tercera gran generación de series de televisión" -y la mejor de todas si nos dedicamos a valorar los parámetros referentes a la calidad y a la cantidad-, que encabezó en su momento 'The Sopranos' (HBO, 1999-2007) de David Chase, y que 'Mad Men' cerrará de manera brillante... un ciclo de aproximadamente unos 15 años de duración con total seguridad irrepetible y que resume a la perfección la precisa frase del cartel de esta última temporada: "The end of an era".Con esta introducción no queremos soliviantar sentimientos encontrados entre fans de "The Wire" (HBO, David Simon; 2002-2008) "Breaking Bad" (AMC, Vince Gilligan; 2008-2013) o "Game of Thrones" (HBO, David Benioff y D.B. Weiss; 2011-), que están en su derecho de reclamar el título de ganadora para su serie favorita; hablamos de 'Mad Men' como algo que trasciende más allá del espectador, como generadora de un estilo visual, de una influencia narrativa, de un análisis de la sociedad norteamericana como nunca antes lo habíamos visto en la pantalla, ni pequeña ni grande. Pueden existir mejores series objetivamente hablando que la de Weiner, pero ninguna se le acercará a su preciosismo, diálogos y trascendencia cultural. Si el "American Film Institute" de los EE.UU tuviera que comenzar a preservar series por lo que representan por su legado y manifestación cultural de la misma manera que con los filmes 'Mad Men' no sería la única, pero sí que debería ser la primera.
"Severence". 'Mad Men' ha vuelto
Tras esta breve introducción dirijámonos al capítulo 7x08 estrenado la pasada semana en los EE.UU y que lleva por título "Severance". Hace un año que dejamos a Donald Draper perdido en su eterna melancolía, en ese aire de triunfador que realmente esconde una personalidad vulnerable y traumatizada. Ha vuelto a su trabajo, pero todo -o casi todo-, ha cambiado en la original S&C (Sterling and Cooper); de hecho en su puerta tan solo aparece rotulado un número -3760- y ya no es la estrella, ahora es uno más. Ahora la agencia de publicidad más famosa del mundo televisivo está totalmente integrada en McCann Erickson y la sensación que tenemos es otra completamente diferente a la vivida en las primeras temporadas: ya no hay amor, no hay tensión, no hay ideas brillantes; los protagonistas se dedican a desarrollar su trabajo de la mejor manera posible pero nada es lo que era en el antiguo titán SCDP (las siglas de la compañía en su época de máximo esplendor: Sterling Cooper Draper Pryce).
En este "Severance" 'Mad Men' regresa por última vez, y lo que queda claro en una primera mirada es la intención de reflejar el paso del tiempo. Hemos llegado ya a la década de los años setenta; Nixon aparece en la tele hablando de retirar tropas de la Guerra del Vietnam y el aspecto físico de los personajes protagonistas de la serie ha sufrido evidentes variaciones, a peor como puede ser por ejemplo en el caso de Roger Sterling.
Don, siempre Don
El capítulo comienza con uno de los iconos de la serie: el tratamiento del sexismo, en este caso a través del desfile de unas despampanantes modelos ya que Draper y compañía están trabajando en una campaña de abrigos de chinchilla. Uno de los primeros elementos destacables es el homenaje al director Mike Nichols, fallecido el pasado año 2014, que además de aparecer en los títulos de créditos queda confirmado con el sensual movimiento de pierna de una de las chicas del cásting, que recuerda inmediatamente a esa mítica Anne Bancroft y su eterno papel de Mrs. Robinson en la película "The Graduate" (El graduado, Mike Nichols; 1968). Don las mira con cara de deseo, lascivia diríamos; de hecho se encuentra en el proceso de separación de Megan, aunque su estado civil nunca haya representado un problema para sus continuas aventuras fuera del matrimonio. Vemos a un Don Draper perdido, con la voz y la presencia constante de su secretaria como si se tratase de su brújula particular para no perder el rumbo. No puede hacer nada por sí solo, y se encuentra abocado a una constante búsqueda de placer y entretenimiento basado en las mujeres.
Las dos chicas más antiguas de la serie, Joan y Peggy siguen haciendo tándem profesional, pero los resultados tardan en aparecer; además tienen un particular roce con el tratamiento del machismo que aflora en las reuniones a las que acuden como representantes de S&C, especialmente por los comentarios que recibe Joan a los que ella no les da la ninguna importancia pero que no dejan indiferente a Peggy, que le pide que luche más por su dignidad (Joan cree que tiene celos de su voluptuosa figura). De nuevo el concepto de sociedad machista queda retratado, en este caso desde el punto de vista profesional y del papel de la mujer como interlocutor.
Y también tenemos a viejos conocidos como Pete Campbell, Stan Rizzo, Harry Crane o Ted Chaough, que continúan trabajando en Sterling and Cooper.
La vida no vivida
Otro lema que también podría escribirse con la frase "el tiempo que no volverá", axioma más que evidente en el texto narrativo propuesto por Matthew Weiner desde el primer capítulo de 'Mad Men', aparece en este "Severence" reflejado especialmente en los personajes de Draper y de Ken Cosgrove. El primero porque ha perdido los mejores años de su vida intentado fingir que es otra persona y se encuentra en una espiral cercana a la autodestrucción, y el segundo con un suceso mucho más concreto: la esposa de Ken es rica, y pretende convencerle de que deje la agencia de publicidad; él prefiere continuar intentando lucha por un ascenso, pero las cosas cambian en cuestión de segundos y pasa de ser despedido de Sterling & Cooper por un problema personal que sucedió en el pasado con uno de los accionistas de McCann Ericksson a ser un cliente de la propia firma a través de uno de los negocios de su acaudalado suegro. Por tanto en este caso se da la circunstancia de la aleatoriedad del destino: Ken no se atrevía a dar el paso de dejar la agencia, pero tras finalizar todo el proceso se convierte en un cliente con gran peso dentro de la estructura de S&C.
Ahora Ken, sin pretenderlo, podrá vivir esa anhelaba vida que casi con total seguridad no hubiera podido desarrollar en el caso de haberse quedado en su antiguo empleo. Por tanto podrá convertirse en escritor además de tener influencia directa sobre las personas que no confiaron en él para una promoción interna dentro de la agencia.
En cambio esos días no vividos sí que son anhelados por Don -de hecho ambos personajes tienen un revelador diálogo en ese sentido-, sobre todo cuando se le aparece la figura de Rachel Katz en sus pensamientos, una de las amantes que formaban parte del episodio piloto titulado "Smoke gets in your eyes". Este personaje es utilizado por Weiner para hacer recapacitar a Don más que del paso del tiempo de las consecuencias de la no toma de decisiones en determinados momentos de la vida. Como si se tratase de un guiño del destino el personaje de Rachel realmente ha fallecido -de ahí el motivo de su recuperación en la trama de la serie-, y Don decide presentarse en su casa, donde se está celebrando el ritual judío de la "Shivá". La hermana de Rachel, tras conocer de quién se trata, le explica que murió de leucemia mientras que Don le reconoce sus dos fracasos matrimoniales. El fallecimiento de Rachel deja consternado a Draper porque en ese preciso instante cae en la cuenta de la inexorabilidad del paso del tiempo y de que lo que alguna vez pudo haber sido un sueño -dejarlo todo y marcharse con Rachel-, ahora es materialmente imposible debido a ese trágico desenlace.
Es más, Barbara suelta una frase que llama poderosamente la atención de Don: "ella vivió la vida que quería vivir" dice, haciendo referencia a que ante la negativa de Draper de mantener una relación solida con su hermana ella fue capaz de montar otra vida con otros personajes y otros elementos que la hicieron feliz a pesar de no contar ni tan solo con el contacto de Don en los últimos años -aproximadamente han transcurrido 10 años teniendo en cuenta la edad de los hijos de Rachel ya que Don comenta que no la veía desde antes de que ellos nacieran-.
Peggy sigue a lo suyo
Uno de los personajes más complejos es sin duda Peggy Olson. Recordemos que un hecho trascendental le marca desde la primera temporada: dio a su hijo en adopción -del cuál Pete Campbell era el padre biológico- sacrificando la experiencia de la maternidad por su trabajo, y desde entonces mantiene una tensa relación con los hombre de la serie. En este 7x08 tiene un encuentro en forma de cena con el cuñado de uno de sus compañeros de trabajo Mathis (interpretado por el actor Trevor Einhorn). En teoría encarna a la perfección el ideal de pareja que busca Peggy y que hasta ahora no ha encontrado: responsable, con un buen trabajo y que a priori no le de miedo comprometerse. Ante la buena sintonía existente durante la cena deciden viajar a París de manera improvisada, una idea que queda descartada cuando Peggy descubre que no guarda su pasaporte en casa. Está claro que París representa una fantasía irrealizable y ambos sabían que no viajarían a la capital francesa esa noche, pero es uno de esos códigos que utiliza Weiner para que sus personajes pueden tener ciertas escapatorias de sus -por momentos- anodinas vidas.
Las canciones de 'Mad Men'
La canción guía del episodio -otra de las características más reconocidas de 'Mad Men'- es de Peggy Lee y se titula Is that all there is? (¿Es todo lo que hay?)-; es del año 1969 e ilustra a la perfección el vacío de los personajes, lo poco que queda después de las reuniones, los encuentros sexuales y las amistades en ocasiones fingidas. Normalmente lo que queda es la soledad, los pensamientos de lo que fue y de lo que pudo haber sido, los enfados, etc. En definitiva una eterna melancolía que ha impregnado toda la atmósfera de este casi deprimente capítulo de estreno de la última tanda de siete, prevista que finalice el próximo 17 de mayo.
La metáfora de la vida de Don
Don utiliza esa escapatoria con la camarera de un bar, Diana, a la que en una de las primeras escenas del capítulo le comenta que le suena de algo. Realmente es una figura metafórica de todas la relaciones de Don Draper y que para él no han significado nada. Es mentira que reconozca a esa mujer; lo que sí reconoce es que está dispuesta a ir detrás de la puerta trasera del bar y mantener un encuentro sexual fugaz a modo de consumición rápida sin que por supuesto signifique nada para ambos. Weiner utiliza ese supuesto recuerdo de Don para plasmar su completa adicción por las mujeres obviando nombres, lugares... cualquier información de carácter personal. Para el ex-publicista estrella de S&C Diana encarna a ese modelo de mujer con el que Don ha jugado durante siete largas temporadas -representado en "Severance" en Rachel como figura central de ese sentimiento encontrado entre el rechazo al compromiso y el arrepentimiento de determinadas conductas-, y cuando vuelve a acudir al bar al final del episodio acaba recibiendo una lección por parte de Diana mientras Don le cuenta la noticia de la muerte de Rachel. Diana se lo resume de la siguiente manera: "cuando alguien muere sólo tienes que darle un sentido a ello... pero no puedes". Esa lejanía en forma de barrera que Don ha ido construyendo a lo largo de la serie ahora se le vuelve en contra, y se da cuenta que está más solo que nunca en ese pequeño universo que es la ciudad de New York.
La toma final
Si algo ha llamado la atención de 'Mad Men' a lo largo de sus emisiones es ese particular lenguaje cinematográfico de la cámara con el que han finalizado algunos de sus capítulos más influyentes. Este "Severence" se cierra con un sutil movimiento en el interior del bar donde trabaja Diana, al que Don acude en dos ocasiones como hemos apuntando en el párrafo anterior. La cámara se aleja y deja a la figura de Draper envuelta en un torbellino de sentimientos a los que intenta poner orden. La muerte de Rachel le ha permitido darse cuenta de que el tiempo -la vida en términos concretos-, debe vivirse en el presente, así que las experiencias de las que no ha podido disfrutar (en este caso particular con Rachel), nunca más volverán; la pérdida del pasado duele y en 'Mad Men' es un recurso que se trabaja de una forma exquisita.
Ha empezado la cuenta atrás y no hay forma de detenerla, así que disfrutemos de los 6 capítulos más que nos quedan por vivir de 'Mad Men' antes del desenlace. El siguiente lleva por título "New Business".
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