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Que un joven de 13 años asesine a uno de sus profesores es síntoma de que algo en la mente de esa persona no está bien. Lo mismo sucede cuando un copiloto decide estrellar su avión para quitarse la vida con decenas de pasajeros a bordo. Intentar analizar qué es lo que falla en estos casos debería ser exclusivamente tarea de las personas especializadas que están capacitadas para ello.
Independientemente de los actos cometidos, estas personas tienen, como el resto de la gente, una vida: unos gustos, unas aficiones, unos amigos, unas filias y unas fobias. Querer aprovechar estos gustos, más aún sin conocerlos realmente, para explicar o justificar las acciones cometidas es una irresponsabilidad tremenda. Más aún cuando se intenta generalizar y se llega a insinuar que acciones tan graves como un asesinato están provocadas por los gustos de esa persona. Hasta hace unos días, la culpa era siempre de los videojuegos. Hoy parece serlo de las series de televisión, más concretamente de 'The Walking Dead'.En primer lugar, habría que dejar claro que el término adicción -en el contexto empleado hoy- significa según la RAE "que está dominada por el uso de alguna droga o por la afición desmedida a ciertos juegos". Si de verdad las acciones cometidas hoy en un instituto de Barcelona han estado dominadas o no por las aficiones del joven es algo que deberá en su caso determinar la policía forense. Conectarse a la página del joven y ver que le ha dado "like" a una página de 'The Walking Dead' (o a dos o a veinte) no le convierte ni a él ni a nadie en un adicto a nada. Sobre todo si tenemos en cuenta que estamos hablando de un término muy grave, que describe en muchos casos enfermedades tremendamente complejas de fondo.
Sobra recordarlo, pero las series de televisión -como los videojuegos- son ficción. Algunas veces basadas en hechos reales y otra, como en el caso de 'The Walking Dead', claramente inventadas. Querer asociar las acciones de las personas con las series que ven y, de paso, generalizar metiendo a todos los que la ven en el mismo saco es una irresponsabilidad que los medios de comunicación no deberían cometer.
Que, por ejemplo, a Rodrigo Rato le gustara 'House of Cards' no convierte a todos los espectadores del drama político de Netflix en corruptos de igual forma que los fans de 'Nurse Jackie' no son drogadictos ni los de 'Juego de Tronos' violentos.
Puestos a buscar responsables de las aficiones de un menor de 13 años no hay que perder de vista que si un adolescente a esas edades consume habitualmente una serie no calificada para su edad debería hacerlo con el consentimiento expreso y bajo la responsabilidad de sus padres o tutores legales.