Se acabó para siempre. Tras 92 capítulos y 8 años de emisión 'Mad Men' abandona el reinado de la series de televisión con un capítulo titulado "Person to person", en el que se dedica precisamente a despedirse de todos y cada uno de los personajes que han hecho de la producción de AMC algo mítico e irrepetible: Don, Betty, Peggy, Roger, Joan y Pete, a los que podemos sumar secundarios de lujo que han aguantado el duro paso del tiempo como son Sally, Stan, Harry o Ken, pero los seis de arriba... que podemos decir... ellos han sido el motor de esa maquinaria perfectamente engrasada a través de los ágiles diálogos y de las largas conversaciones escritas por Weiner que nos ha enseñado que todavía había otra manera, en pleno siglo XXI, de relatar la evolución / revolución social de la América de los años 50, 60 y comienzos de la década de los 70.
Una narración nada condescendiente, políticamente incorrecta y a la que se le dotó desde el primer fotograma de un elevado tono melodramático -por momentos incluso oscuro-, donde las decisiones del pasado (en algunos casos recientes y en otros muy anteriores al punto de inicio del argumento) jugaban un papel conductor de sentimientos y a la vez traumático que han afectado constantemente a la psicología de los personajes, por supuesto con el enigmático Don Draper a la cabeza, un anti héroe que durante años ha intentado escaparse de su verdadero yo, Dick Withman, sin entender hasta este 7x14 que esa decisión ha condicionado toda su vida posterior hasta destrozarla, sufriendo bajo un miedo constante y como le reconoce por teléfono a Peggy una vida que realmente no era la suya.
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Empezando por el final
¿Y cómo ha sido el final de Don?, tras la catarsis que sufre a lo largo de "Person to person" su despedida resulta ser la más inesperada pero que no desentona en la línea de experimentación personal que la serie ha llevado a cabo durante todas sus temporadas de emisión. En el último guión Matthew Weiner le ha dejado meditando en busca de su verdadero yo con un final abierto que analizaremos al final de la recap, mientras que el resto de protagonistas han disfrutado, en términos generales, de lo que podríamos denominar un "happy end", en algunos casos con la familia a cuestas como el de Pete y Trudy, en otros con el cambio de residencia de Roger instalándose en la estilosa ciudad de París o el relativamente inesperado triunfo del amor secreto entre Peggy y Stan.
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El drama a través de Betty
Si existen dudas razonables acerca del futurible desarrollo de la historias que nunca más veremos en la pequeña pantalla, el único personaje sobre el que por desgracia no existe ninguna incertidumbre sobre cuál sería su final es el de Betty Draper, verdadera musa de la serie y uno de los personajes más ricos en matices a pesar de que siempre ha hablado más con sus gestos y miradas que con sus diálogos. La señora Draper aparece enferma, en bata, con un evidente avance de su enfermedad terminal. Es el ocaso de una gran señora que en un momento de su vida lo tuvo todo y vivió del éxito de su marido como publicista estrella dentro de una etapa irrepetible. La llamada entre ambos a raíz de la confesión de Sally a su padre es uno de los momentos de más carga dramática de la serie. En él Betty demuestra que no confía en que Don pueda hacerse cargo de sus hijos y ella prefiere que vivan con sus tíos una vez que muera. Draper insiste hasta un cierto punto; en el fondo él mismo sabe que no será capaz de llevar semejante carga a sus espaldas (es egoísta por naturaleza), y acaba cediendo esa responsabilidad a otras personas. Entonces la conversación acaba de forma abrupta. No escucharemos más a Betty, aunque si la veremos fugazmente en ese repaso final a las diferentes escenas cotidianas de todos los protagonistas previo al desenlace definitivo del episodio.
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La llamada entre el maestro y la aprendiz
Una de las relaciones más complejas durante la historia de 'Mad Men' ha sido la establecida entre Peggy y Don, siempre envuelta de una mezcla de admiración y tensión a todos los niveles. De nuevo otra conversación por teléfono nos pone en alerta, y Peggy le pide, casi le reclama, la vuelta a McCann-Erickson; él se niega. En ese momento Don está viviendo su personal viaje interior en un retiro espiritual dentro de una comunidad hippie a la que le ha arrastrado Stephanie, la hija de Ann Draper, y que de alguna manera representa para él vivir en un anuncio gigante, ya que los organizadores de ese campamento venden un determinado modo de vida a través de una serie de ideas y eslóganes. De hecho al comienzo Don deambula atónito ante determinadas situaciones sin integrarse en ese microcosmos hasta que se produce la revelación al final del capítulo.
Por su parte Peggy acaba resolviendo uno de eternos traumas, el del amor y el rechazo continuado que provocaba en los personajes masculinos. Ahora sí, a través de la figura de Stan, encuentra definitivamente esa ansiada estabilidad emocional. En un momento dado es reclamada por Joan, que quiere poner en marcha una productora para tener definitivamente su nombre en una puerta e intentar una aventura en solitario fuera de McCann, pero Peggy prefiere la estabilidad de una gran corporación y rechaza esa propuesta quedándose junto a Stan en McCann-Erickson aparentemente con gran felicidad.
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La ambición pelirroja
Joan, que parecía querer quedarse en los brazos del Morfeo multimillonario Richard y vivir de rentas sufre una revelación a raíz de un encuentro con Ken, que necesita de los contactos de Joan en McCann para llevar a cabo la realización de un anuncio comercial. Con el objetivo de fastidiar a esa multinacional que ha absorbido y desmantelado a la antigua S&C Joan entra en ese juego, pero Richard no está dispuesto a consentirlo (la quiere exclusivamente para él), y la pareja pasa de esnifar cocaína como si se tratara de un inocente divertimento en la animada Florida a romper esa tierna relación, en esta ocasión para siempre. El poder del dinero no es suficiente para convencer a la ambiciosa Joan, que no se ve a si misma en modo contemplativo viendo pasar la mejor parte de su vida delante de sus ojos. En el desenlace podremos comprobar como conseguirá poner en marcha esa pequeña productora homenajeado en cierta manera a los inicios de Sterling y Cooper.
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Sally en el rol de madre
Absolutamente imprescindible para la comprensión de este último capítulo resulta la conversación entre dos de los hermanos Draper, Sally y Bobby, a los que hemos visto crecer, y como si se trataran de una pareja de adultos deben llevar a partir de ahora las riendas de la casa. No sabemos nada de Henry Francis, pero a ellos parece no importarles nada. Muestran una asombrosa tranquilidad, y a pesar de que Don no exista en sus vidas nada parece que vaya a detenerles aunque la inminente muerte de su madre aceche sus inocentes pensamientos. La escena en la que el pequeño Bobby le enseña el pan quemado a su hermana y ella le replica que le va a enseñar a cocinar es sencillamente entrañable, otra muestra de esos sentimientos que tan sutilmente consiguen emerger en 'Mad Men', dejándolos a flor de piel y casi sin esfuerzo de cara al espectador.
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Roger & Marie
Quizás resulte arriesgado decir esto, pero no ha habido en la historia de 'Mad Men' un actor igual a John Slattery dando vida a un personaje, en este caso el de Roger Sterling. Muchos de los mejores diálogos de la serie han estado reservados para él (el juego entre las dos secretarias es la última gran contribución de Weiner a ese lucimiento), y en "Person to person" Sterling decide dos cosas: apostar por el romance con Marie, la madre de Megan -y gran desaparecida de los últimos episodios-, y regalar de alguna manera algo a Joan a través de Kevin, su hijo en común, decidiendo dejarle en herencia la mitad de su amplia fortuna. La conversación entre los dos en el piso de Joan está llena de miradas cariñosas, reconocimientos... complicidad en general. Juntos han vivido experiencias inolvidables y ahora la vida les lleva a separarse geográficamente hablando. Una gran despedida para uno de esos secundarios eternos.
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El "The end". Coca-Cola y la mirada de Don
Llegamos a la final de esta recap, y ahora sí que viene el momento más esperado. ¿Está condensada en esa amplia sonrisa toda la vida de Don?, lo que resulta claro es que finalmente cede ante la filosofía de vida de la comunidad hippie practicando yoga, pero Draper es un hombre inquieto al que le cuesta permanecer atado a un lugar o a un momento, así que da la sensación que por su subconsciente pasan una serie de imágenes y revelaciones que le llevan desde el drama hasta la alegría, o lo que es lo mismo, del fracaso al éxito. La transición directa entre su pensamiento y el ambiente en el que se desarrolla el anuncio de Coca-Cola resulta obvio, así que esa idea podría representar su última gran aportación a la publicidad. (no olvidemos que el anuncio en realidad fue estrenado en el año 1971 y la campaña tuvo por nombre el de "Hilltop", precisamente donde podemos ver a los personajes en esa última escena en lo alto de una montaña).
De esta manera todo parece indicar que Don vuelve a McCann y de nuevo crea un producto que resulta ser un mega éxito (nota: lo único que realmente se le da bien a Draper es crear anuncios, que en definitiva son mentiras bien contadas).
¿Entonces volvió Don a McCann y ese tiempo es mostrado bajo una elipsis temporal aproximadamente de un año si tenemos en cuenta la fecha de estreno del anuncio original?, es más que probable. Don se ha empeñado en perderlo todo, y ahora que es un hombre que medita, que viste de blanco impoluto y que no tiene ninguna presión quizás ha regresado de nuevo a ese momento en el que puede volver a combinar la capacidad de innovar como nadie a través de la imagen y de las palabras. Otra lectura parecida a la anterior podría estar relacionada con una suposición: Don Draper no ha creado el anuncio, pero de haberlo hecho se lo imagina de esa manera, y aquí Weiner juega con el espectador ya que el anuncio fue real y según el montaje parece que, literalmente, sale de la cabeza de Don como una posible visión.
Sea como fuere el final es propio de una serie como 'Mad Med', eso sí: los famosos 84 años que tendría Don según Weiner cuando concluyera la serie han quedado en el limbo. Da igual, a Weiner se le perdona todo.
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¿Y ahora que nos queda?
Tras asistir a su última representación 'Mad Med' se ha consolidado con el paso del tiempo y ha establecido una nueva referencia cultural dentro del legado audiovisual del cine y la televisión, verdadero valor de cualquier creación que pretende marcar un antes y un después dentro de un arte o de una corriente estética determinada. En el cine obras como 'Citizen Kane' (Ciudadano Kane, Orson Welles; 1940), 'Vertigo' (Alfred Hitchcock, 1958), 'The godfather' (F. F. Coppola, El padrino; 1972) o 'Blade Runner' (Ridley Scott, 1982) por citar ejemplos de cuatro épocas, o si nos referimos a la televisión 'The Twilight Zone' (Dimensión desconocida, 1959-1964), 'Berlin Alexanderplatz' (Rainer Weiner Fassbinder, 1980), 'Twin Peaks' (1990-1991), 'The Sopranos' (1999-2007) y ahora 'Mad Men' serían algunos de los ejemplos más destacados.
Don encuentra la redención precisamente en la marca comercial más conocida a nivel mundial y en Leonard, ese anónimo personaje que participa activamente en la terapia y que sin saberlo exorciza en público y gritando todos los miedos internos que ha padecido Don a lo largo de años y años. Aquí Draper rompe a llorar desconsoladamente y deja de comportarse como ese hombre máquina. Él en sí mismo era un anuncio: por la cara A proyectaba un innegable talento a la hora de crear ilusiones pero ha estado guardando sus miserias demasiado tiempo en la cara B... hasta que han explotado.
No queremos una nueva 'Mad Men'; ni lo pretendemos. Cualquier acercamiento a esa monumento sería una ofensa, así que hay que dejarla tranquila y que el paso del tiempo la coloque en la posición que se merece. El renacimiento de Don ya forma parte de la historia de la televisión; es muy complicado marcar tendencia durante la propia emisión de una serie y Weiner -junto con la inestimable colaboración de todo su elenco de actrices y de actores- lo ha conseguido.
'Mad Men' ya no nos estará esperando cada lunes. Asimilarlo cuanto antes será la mejor opción.
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