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En el noveno episodio de la tercera temporada de 'Orange is the New Black' titulado "Where My Dreidel At", el fanatismo religioso de algunas de las reclusas cobrará total protagonismo. Además, un rabino visitará la cárcel para conversar con las presas, esas que dicen ser judías para poder acceder a una comida mejor. Asimismo, conoceremos el pasado de Leanne. Mientras tanto, Piper tendrá noticias de su negocio de bragas de segunda mano.
Profesionalidad ante todo
El negocio de Piper marcha a la perfección después de haber conseguido que unas cuantas de sus compañeras reclusas aceptaran colaborar con ella. Además, cuenta con la ayuda de uno de los oficiales de seguridad de la prisión y en el exterior con la de su hermano Cal, lo que hace que la venta de bragas usadas funcione como una cadena de montaje. Entusiasmada por saber el resultado, Cal le visita en la cárcel para darle grandes noticias: las bragas se vendieron en una sola noche.Por su parte, Alex sigue obsesionada con Lolly, la nueva reclusa que no le quita el ojo de encima. Durante las labores de jardinería, Lolly rompe uno de los cristales del invernadero. Mientras otra de las reclusas marcha en busca de algún oficial para comunicar lo ocurrido, Alex se percata de que ha desaparecido uno de los trozos grandes de cristal roto. Tras indagar y rebuscar en las pertenencias de Lolly, Alex descubre la libreta en la que tiene apuntados cada uno de sus movimientos, una prueba que por fin confirma todas sus sospechas.
Ajena a las investigaciones de su novia, Piper se pasea por la prisión contentísima por el logro conseguido con su negocio. Stella se percata de la felicidad que invade a su compañera y se interesa por saber todos los detalles de la venta. Ni corta ni perezosa, Piper le cuenta todo lo que ha ocurrido y la información proporcionada por su hermano Cal. Desde que comenzó en el negocio, Piper ha ido haciendo buenas migas con Stella, tanto que se cumple la premisa de que el roce hace el cariño y ambas terminan besándose sin importar terceras personas ni nada más.
Otra que mantiene su vida ocupada en sus propios problemas es Pennsatucky. Desde que sale al exterior acompañando en los recados a uno de los nuevos oficiales, la chica ha visto cómo su vida en la prisión ha cambiado en cierto modo. Tanto es así que ha pasado de estar lidiando con Piper a tener que preocuparse por quitarse de encima a Coater, el guarda que ha decidido lanzarse, besarla y confesarle que le gusta mucho.
Fanatismo religioso
Ante el aumento de la demanda de comida Khoser, la empresa que ahora dirige la cárcel ha decidido contratar un rabino para que converse con las reclusas que dicen ser judías y averiguar así si todo es cierto. Una a una, el rabino va entrevistando a las presas, que ante la noticia de la llegada del "inspector" han decidido prepararse para pasar la prueba. Lamentablemente la mayoría no logra aprobar y se quedan sin los manjares, aunque nos han regalado momentos divertidos respondiendo a las preguntas de una manera bastante original.
El dolor de una madre
En el capítulo anterior ya éramos testigos de cómo la actitud de Michael, el hijo de Sophia, estaba cambiando para mal gracias a la compañía e influencia del hijo de Gloria, un auténtico delincuente en potencia. Tanto es así que Sophia y Gloria acaban peleándose por culpa de sus hijos al descubrir que Michael fue arrestado por la policía después de pegar una paliza a otro chico, estando acompañado en todo momento por el hijo de Gloria.
Sin embargo, tras una conversación telefónica con Michael, Sophia descubre que la culpa no es del hijo de Gloria, ya que su "adorable niño" está actuando como un pequeño matón por su propia voluntad. Dispuesta a disculparse con su compañera de prisión, Sophia acude a la cocina, pero ante la actitud borde y distante de Gloria, Sophia opta por dar marcha atrás y regresar sin dar ninguna explicación y sin pedir perdón. Está claro que muchas veces puede más el orgullo que otra cosa.
Cada uno elige su destino
Como adelantábamos al principio, en este capítulo hemos podido descubrir el pasado de una de las reclusas que, si bien hasta ahora ha estado en un segundo o incluso tercer plano, poco a poco ha ido cobrando mayor protagonismo en la serie, hablamos de Leanne. Para nuestra sorpresa, la joven pertenecía a una comunidad amish y vivía plácidamente con su familia en un pueblo. Sin embargo, parece que cuando alcanzó la adolescencia pronto se cansó de esa vida atada a las normas que le imponía su comunidad y decidió tomar su propio camino.
Alejada completamente del mundo en el que se había criado, Leanne comenzó su aventura con un grupo de amigos con el que simplemente se dedicaba a vivir la vida sin hacer nada, a excepción de consumir drogas y traficar con ellas. No obstante, la chica optó por regresar a casa, donde volvía a tener la tranquilidad de la familia, pero la policía descubrió su mochila con su identificación y una cantidad importante de droga. Por este motivo, Leanne no tuvo otra opción que colaborar con la policía.
Con la esperanza de reducir su condena por posesión de sustancias ilegales, Leanne volvió con sus amigos bajo la atenta mirada de la policía. A pesar de los buenos ratos que pasó con los que un día fueron sus amigos (aunque le llevaran por mal camino), Leanne no tuvo más remedio que venderles a las autoridades. Aunque quizá sí tuvo otra opción pero prefirió que todos pagaran en lugar de ser la única perjudicada.