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Aunque la primera mitad de 'The Leftovers' 2x03 - "Off Ramp" pueda resultar un tanto lento y aburrido, se pone interesante por momentos. Sigue sin saberse nada de la desaparición de Evie Murphy, pero ¿a quién le importa con este capítulo? Y no es para menos: Laurie está escribiendo un libro sobre Guilty Remnant, Megan reaparece más 'badass' de los esperado y Tom esconde un secreto bastante relevante.
El pasado de madre e hijo
Tom y Laurie son espíritus que tratan de volver a dar sentido a su vida, cada uno a su manera. Laurie dejó tirada a su familia durante años en la secta G.R. local, sin hablar y fumando como un carretero; contribuyendo muy proactivamente en ella. Recordemos que Jill ingresó en el grupo de blanco para llamar la atención de su madre, tras regalarle fútilmente un mechero con una inscripción que ésta tiró por la alcantarilla.Tom, por su parte, siguió fiel a Holy Wayne hasta el final. Apareciendo en el momento que más lo necesitaba, Wayne fue como un padre, como una figura a seguir para Tom. Aunque muchos lo tachasen de impostor, está claro que su poder es real y ciertamente puede hacer desaparecer el dolor ajeno.
Desmontando a Guilty Remnant
Laurie y Tom viven ahora juntos en Nueva York (supongamos que es Nueva York). Tras vivir tanto tiempo entre ellos y volver a abrir los ojos y darse de cuenta de sus errores, Laurie está escribiendo un libro sobre sus vivencias. No solo eso, sino que además está formando una especie de grupo de rehabilitación estilo Alcohólicos Anónimos con miembros de G.R. para convencerles de que dejen la secta y vuelvan a ser personas.
Pero, ¿cómo consiguen a esos miembros? De una forma un tanto arriesgada: Tom es ahora miembro de G.R. y va fichando a objetivos de moral débil. Se acerca a ellos e intercambiando un par de notitas les trata de convencer y lleva al grupo de ayuda.
Desgraciadamente, cuando alguien pasa a formar parte de las blancas almas en pena difícilmente se recupera. La moral queda por los suelos y difícilmente se es quien era. Tal es el caso de una mujer a la que Laurie trata. La devuelven con su marido y su hijo, pero ésta termina estampando el coche contra un camión con ellos dentro.
"Saluda a tu madre de parte de Meg"
La técnica de captación de objectivos de Tom es un tanto obvia y poco segura. Tanto es así que le acaban tendiendo una trampa. Consiguen atraparlo y llevárselo a rastras de la casa comuna. Lo meten en un furgón y aparece ni más ni menos que Meg, la asustadiza Liv Tyler a la que Laurie reclutó y a la que tanto instruyó.
Pero ya nada queda de esa Meg. Ahora parece tener cierto poder y estar impregnada hasta los huesos de la esencia de los Guilty Remnant. ¿Hasta qué punto será la nueva némesis, ahora que Patty ya no está más que en las alucinaciones de Kevin? De cualquier forma, lo que está claro es que Meg no está de buen rollo. No va a dejar pasar la traición de Laurie y así se lo hace saber al hijo de su nueva enemiga.
"¿Quién quiere un abrazo?"
La reunión de Laurie con la editorial resulta un tanto agridulce. Por un lado, a la editorial le encanta el manuscrito por el hecho de que es totalmente sensacionalista y aún no se ha publicado nada al respecto por un ex miembro de los G. Remnant. Sin embargo, critican ciertas cosas que tocan la vena a Laurie, quien salta encima del editor y empieza a golpear.
Para sumar al recuento, también tiene problemas con el casero por los problemas para llegar a fin de mes. Si algo le han enseñado a Laurie las malas experiencias que está pasando es que debe olvidarse de la norma de psicóloga de no hablar de sí misma (recordemos que era psicóloga antes de todos los acontecimientos).
La nueva sinceridad de Laurie ante los pacientes a los que trata de curar desencadena en una confesión de Tom. El joven Garvey relata, con lágrimas en los ojos, sus últimas conversaciones con Holy Wayne antes de que éste muriera. Le contó el secreto de su poder, se sinceró con él y Tom ha aceptado esa carga. Ahora, Tom es el nuevo Wayne. Tenía miedo de usar su poder hasta ahora, pero finalmente lo ha aceptado: nos encontramos ante el heredero espiritual del que llegó a aliviar el dolor de tantas pérdidas.