Crítica: 'Un príncipe para...' se reinventa para que nada cambie

Cuatro estrenó el pasado 11 de enero la tercera temporada de 'Un príncipe para...', y lo hizo con una reinvención muy necesaria para el formato. Tras el éxito de la versión protagonizada por Corina Randazzo, el formato sufrió un importante bajón con Laura Parejo en su segunda edición, lo que obligaba a Eyeworks a darle un giro al formato.

Y la productora así lo hizo. Tres princesas como protagonistas, con personalidades marcadas y muy diferentes, y la eliminación de las divisiones entre los príncipes, marcaron a grandes rasgos la nueva etapa. Estos cambios lograron revitalizar el formato, presentándose como un soplo de aire fresco a pesar de no perder su esencia: el humor y el excelente uso de la postproducción.

Tres prometedoras princesas

Marta, Rym y Yiya son las tres nuevas protagonistas del cuento de hadas presentado por Luján Argüelles, que se mantiene un año más como ácida narradora de la historia. Tres princesas muy diferentes entre sí que han dejado claro su carácter y personalidad desde el principio.

Marta se presenta como el relevo a Corina, un perfil clásico. Belleza tradicional, dulce, rubia, delicada... una barbie que ha sorprendido por su origen rural. Rym es la princesa más racial, de origen marroquí, adora el lujo y no tiene pelos en la lengua. Yiya por su parte, se presentó como la princesa más guerrera. Deslenguada, divertida y picante, Yiya conquistó al público con su carácter cercano y reconocible.

El encuentro entre las tres, desconocedoras de la nueva estructura del programa, fue uno de los grandes momentos que nos dejó el estreno con los atisbos de rivalidad entre ellas. Esos primeros instantes juntas fueron suficientes para dejar claro la disparidad de personalidades que conforman el trío protagonista, un cóctel que promete dejar grandes momentos a lo largo de la edición.

Pretendientes para todos los gustos

'Un príncipe para...' deshizo su estructura de guapos, nerds, simpáticos y únicos para presentar a sus príncipes en un único grupo. Eliminando etiquetas el programa busca que tanto sus princesas como el público conozcan a sus pretendientes sin prejuicios iniciales, una estrategia que en la práctica sirvió para descolocar a sus protagonistas y añadir un poco de salsa a la primera selección.

Las primeras "citas" evidenciaron que entre los chicos siguen existiendo los perfiles clásicos, con personalidades marcadas y extremas, basadas en los tópicos de años anteriores. Aun con esto, o precisamente por ello, la variedad de candidatos e historias hizo que la presentación de los 24 varones no resultase nada pesada.

Esta primera entrega del espacio deja buen sabor de boca entre los seguidores de un formato que mantiene su esencia pese a las modificaciones. El humor se mantiene tan fresco como el primer día, todo un ejemplo de cómo sacar el máximo partido a la postproducción. Sonidos, música, montajes visuales... una masterclass que consigue la complicidad del público a golpe de carcajada. 'Un príncipe para...' se reinventa para que nada cambie, y es lo mejor que se puede decir de un formato que goza de gran salud, al menos a nivel televisivo.

El momentazo de la noche:

- "¿Es marroquí? Creía que era negro"

- "Es negro, pero de Marruecos"

- "Ya, vale, vale, creí que era negro de África"

- "Es que Guinea está en África. Marruecos y Guinea están en África"