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Antena 3 abrió el pasado 12 de enero un nuevo caso en 'Bajo sospecha' con el estreno de su segunda temporada, y lo hizo con un inicio mucho más sólido que el planteamiento de su primera temporada. La ficción de Bambú producciones girará este nuevo año en torno a dos desapariciones y una muerte, todos relacionadas con un hospital, un punto de partida que atrapó al espectador desde los primeros minutos.
La serie creada por Ramón Campos y Gema R. Neira renovó la gran mayoría de su elenco para ofrecer una nueva imagen, manteniendo solo a tres de sus policías protagonistas. De su mano introdujo al espectador en una nueva investigación, en este caso dentro del Policlínico Montalbán, sembrando la duda sobre buena parte de sus trabajadores.Un caso prometedor
Mientras que la primera temporada de 'Bajo sospecha' trató la muerte de una niña y una desaparición posterior, convirtiéndose en un drama familiar más o menos consistente, esta segunda temporada parte como una apuesta mucho más madura al presentar un caso con mayores implicaciones (emocionales, laborales, políticas y dramáticas).
La desaparición de la hija de un embajador francés dio el pistoletazo de salida a esta nueva temporada, que rápidamente se complicó con un segundo secuestro en el mismo lugar de trabajo, el cual se resolvió en asesinato. En esta doble investigación entraron en juego Víctor, el comisario Casas y Vidal, irrumpiendo con fuerza en el hospital. Allí se encontraron con que la policía francesa ya trabaja en la investigación del primer caso, infiltrados también. Juntos colaboran para desenmascarar al culpable o culpables de lo sucedido.
Las dos investigaciones se entrelazan y, al tratarse de dos mujeres adultas, el caso se presenta mucho más complicado, complejo e interesante. Más sobre todo tras el cliffhanger con el que cerraron el episodio, descubriendo que una tercera víctima ha sido secuestrada, de la cual todavía se desconoce su identidad. Un giro dramático mucho más efectivo y estimulante, por novedoso y enigmático, que unido al ritmo con el que avanzó el caso durante este primer episodio hizo que la presentación resultase más atractiva.
Sospechas planteadas con acierto
Uno de los aspectos que más chirriaron durante la primera temporada fue la forma en la que se sembró la duda sobre la inmensa mayoría de la familia Vega. Gestos contrariados, miradas turbias y conversaciones veladas se utilizaron como vagos recursos para hacer sospechosos a los personajes, algo que este primer capítulo corrigió con soltura al presentar o atisbar auténticas motivaciones tras los diferentes miembros del hospital.
La posible implicación del marido engañado de la fallecida, los secretos de su amante, el enorme dolor y las decisiones de su mejor amiga, la dureza de la directora del Policlínico Montalbán, el ascenso de Lidia a raíz de la muerte... son solo algunos de los señuelos que lanzaron con mejor mano izquierda, resultando sospechosos mucho más creíbles, con una base real y tangible más allá de un semblante duro a cámara.
Es precisamente en este punto en el que 'Bajo sospecha' ha ganado enteros, pues manejar las dudas se presenta como el gran reto de este tipo de ficciones. Seriar la investigación de un crimen sin resultar obvio en los sospechosos y descartes de cara a la resolución final no es una tarea sencilla, algo que en esta ocasión han logrado con mayor acierto. Falta además introducir a varios personajes por lo que en este sentido centrarse inicialmente en menos personajes resulta más sencillo a nivel de guión y más estimulante para el espectador, por verosímil.
Caso y sospechosos son los dos puntales básicos sobre los que se sustenta 'Bajo sospecha', y sobre ellos se nota que han trabajado para pulir los errores más llamativos de la primera temporada. El gran elenco formado ayuda además a hacer creíble una situación extrema, un planteamiento que solo chirrió a la hora de introducir toques de humor en la confrontación entre la policía española y francesa, pese a la buena química entre los personajes de Yon González y Hugo Becker.