El próximo 14 de septiembre, 'Callejeros', el programa de reportajes de Cuatro vuelve a la calle con nuevas historias para las noches de los viernes.
En su tercera temporada, y a punto de cumplir los 100 reportajes emitidos en sus casi dos años de vida, 'Callejeros' seguirá acercando la realidad hasta el sillón del espectador con sus impactantes reportajes impregnados de cercanía, de lágrimas, de sonrisas, de lamentos, de vanas esperanzas y de esperanzadores futuros. Reportajes tal cual suceden, sin aderezos; bocados de realidad de un periodismo salvaje.
Con su ritmo ágil y trepidante, y su indiscutible sello de cercanía, el programa entrará en los barrios más humildes y en las casas más fastuosas, en las vidas más llenas y en las existencias más vacías, en la realidad más amable y en la más desgarradora. En definitiva, en las vidas más interesantes. Allá donde haya una historia que contar, allí estarán los reporteros de Callejeros. La realidad está ahí fuera. Y Callejeros sigue ahí para enseñársela.
Uno de los principales valores de 'Callejeros' es su equipo de reporteros. Esta temporada el programa ha incorporado a una periodista nueva, Beatriz Díaz, madrileña de 33 años, una cara muy conocida en Andalucía, ya que tras su paso por la prensa escrita y la radio, trabajó los últimos nueve años en Canal Sur Televisión. Pero junto a Beatriz Díaz, continúan el excelente equipo compuesto por Nacho Medina, de 33 años, un experimentado periodista de prensa, radio y televisión; Sonia López, de 33 años, otra todo-terreno del periodismo; Jalis de la Serna, de 33 años, curtido en Antena 3, Telemadrid y Canal Sur Televisión; David Moreno, de 30 años, otro acreditado reportero con experiencia en Onda Cero y Telemadrid. Alejandra Andrade, de 29 años, conocida por su trabajo en TVE, Antena 3 y Telemadrid cierra la nómina de reporteros.
Mediterráneo (22:20h)
En la primera parada de esta temporada, las cámaras del programa se detienen en el Mediterráneo. Callejeros recorre 1.700 kilómetros de costa, desde la frontera con Francia hasta el Estrecho. El programa recala en una de las zonas más variopintas de España: Benidorm. Allí, casi un centenar de personas se junta a diario para rezar el ángelus en la playa. En las pequeñas calas de Sitges, gays de todo el mundo se dedican al cruising; basta una mirada para ver practicar sexo entre los arbustos. Familias adineradas navegan a bordo de sus lujosos yates en aguas de Salou, brindando con cava en alta mar. Cuando cae la noche, las calles despiertan y empieza la fiesta y el desenfreno en apartamentos y discotecas. Mientras, escultores de arena, mimos y bailarines se ganan la vida entre los turistas bajo la atenta mirada de la Policía. David Moreno invita a los espectadores a conocer de cerca el Mediterráneo, la ruta de calor.
La Almadraba (23:10h)
En el segundo reportaje de la noche, Callejeros desvela los secretos de la pesca de almadraba, una técnica milenaria que aún se practica en la costa gaditana. David Moreno visita varias localidades gaditanas para mostrar este complejo sistema de redes, donde quedan atrapados los atunes cuando vienen a desovar al Mediterráneo. La pesca de almadraba tiene su origen en fenicios y romanos, pueblos que ocuparon estas tierras hace unos 3.000 años.
En la actualidad, son pocos los municipios que cuentan con almadrabas; en Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa casi un millar de familias dependen de la almadraba, "una lucha sangrienta entre el hombre y el animal salvaje", dice Juan, un pescador que lleva toda la vida capturando atunes. Juan sigue "alucinando" cuando llega "la levantá", el momento de subir las redes para pescar con arpones.
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La pesca de almadraba está en vías de extinción debido a su sobreexplotación. La población del atún rojo desciende y las cuatro almadrabas gaditanas apenas cubren gastos. La presión comercial que ejercen los japoneses está siendo un factor decisivo en el declive de esta pesca. Los japoneses son los que mejor pagan y a ellos se les vende prácticamente todas las cosechas. La almadraba muestra el futuro incierto de un trabajo que se transmite artesanalmente de padres a hijos.