Si las casas de apuestas y la mayoría de los pronósticos de los eurofans están en lo cierto, Rusia se proclamará ganadora del Festival de Eurovisión 2016 gracias a la espectacular puesta en escena de Sergey Lazarev y su canción "You're the Only One". Esta victoria, la segunda en el certamen para el país, otorgaría a la federación el privilegio y la opción de celebrar el concurso en 2017, lo que ha despertado bastante intranquilidad entre los seguidores del evento y algunas de las naciones participantes en el mismo.
Mientras que los fans del Festival tiemblan ante el hecho de tener que viajar a Rusia para disfrutar de Eurovisión dadas las leyes de carácter homófobo que Putin ha promulgado en los últimos años, países como Ucrania se plantean en abandonar el certamen debido a la difícil relación entre ambos estados.
El CEO de NTV deja en el aire su participación en 2017
Zurab Alasania, director ejecutivo de la televisión pública ucraniana, ha sido el causante de desatar los rumores de la descalificación voluntaria del estado postsoviético del Festival de Eurovisión 2017 en sus redes sociales.
"Vamos a tener que pensar en una alternativa", escribe Alasania en su perfil personal de Facebook, tal como recoge TV KP. "Si el ganador del certamen es el señor Lazarev, creo que Ucrania se negará a participar en la competición", afirma.
Rusia, bajo la atenta mirada de Europa y Eurovisión
Cuando parecía que el segundo puesto de Rusia en la edición 2015 del Festival de Eurovisión volvería a acercar al país gobernado por Vladimir Putin a Europa, las estrictas políticas contra el colectivo LGTBI del estado siguen levantando ampollas entre los seguidores del certamen.
La posición de Rusia ante el colectivo homosexual o la invasión a Ucrania ha logrado enemistar al concurso europeo y a sus seguidores con la federación, algo que ha sido manifestado en los dos últimos años de forma evidente por el público eurovisivo.
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En los dos últimos años, los abanderados rusos han sido abucheados por los asistentes a la arena en la que se celebra el Festival y varios de los asistentes al espectáculo suelen ondear banderas arcoíris durante las actuaciones del país como signo de protesta. Esta situación fue puesta en evidencia el pasado año cuando, en 2015, la televisión austriaca tuvo que editar las actuaciones retransmitidas en televisión, incluyendo aplausos enlatados, para evitar que los televidentes se percataran de lo sucedido en el estadio.