El 8 de enero de 1998 llegaba a Antena 3 una serie que dejaría huella en toda una generación, y que conseguiría el aprecio y cariño de la audiencia española, que aún recuerda con nostalgia las idas y venidas de la pareja de obreros más conocida de la televisión.
'Manos a la obra', o lo que es lo mismo Manolo Jumilla Pandero, albañil y pensador, y Benito Lopera Perrote, que siempre estaba "fatal de lo suyo", conformaron una de las parejas cómicas más seguidas durante 3 años junto a Tino,Tato, Adela, Tania, Carmina, Noelia y multitud de invitados, que convirtieron a las noches de Antena 3 en todo un éxito. Por ello, quince años después recordamos las 6 lecciones de vida que nos enseñó esta querida pareja:
La pasta se hace con agua
1. La pasta se hace con agua
"Hace la pasta sin agua... o sea, el tío va, y hace la pasta, ¡sin agua!", repetía en cada episodio Ángel de Andrés. Y es que Carlos Iglesias tenia un método infalible para que cada muro y obra realizada por él y su compañero, se viniera abajo al final de cada episodio.
A pesar de que Manolo insistía, Benito nunca quiso elaborar la pasta como decía su compañero, confiando en su capacidad innegable como gran albañil. Al final, sí querían un buen trabajo y que Manolo no terminase "cagándose en todo lo cagable", lo mejor era llamar a su fontanera polaca, porque ella lo dejaba todo perfecto: "Soy fontanieira puta madre" repetía el personaje de Kim Manning.
Benito y su madre, Carmina
2. Julián Perrote murió a las cinco de la tarde en la plaza de Zaragoza
"Cinco de la tarde, Plaza de Zaragoza, un caloooooooooor... Mi padre intentando colocar una almohadilla para un gordo ricachón con un puro de aquí te espero, y de repente, el toro, de nombre Bragado, empitonó a mi padre en lo suyo y...", ¿quién no sabe a estas alturas como murió el padre de Benito?.
A pesar de ser atendido con exceso de mimo por Carmina, interpretada por Carmen Rossi, el albañil nunca olvidaba a su padre. Benito y Carmina vivían en el número 20 de la corrala, y cada rincón de su casa estaba perfectamente ataviada con el punto de cruz que tanto le gustaba a la madre : "¡La señorona, todo el día haciendo pañitos!", le espetaba su hijo.
Benito, el inventor de gotelé
3. Benito, el inventor del gotelé en España
Nunca fueron capaces de reconocérselo. El albañil cuarentón no paraba de insistir en la autoría de la técnica de pintura, que desempeñaba magistralmente gracias a su máquina, más bien arcaica pero eficaz, a la que conoceréis mejor bajo el cariñoso nombre de Lolita.
Y es que Benito, al que no podrías dirigirte con un "don" porque ese "es un pueblo y me jode", estaba muy orgulloso de su invento, llegando a bautizar a su inseparable puercoespín de peluche y compañero de sueños como Gotelín.
Benito con lo suyo
4. Nunca te recuperas de lo tuyo
¡Mira que lo pasaba mal Benito cuando estaba de lo suyo!. Y es que, aunque no se puede decir con exactitud la extraña dolencia, que se trasladaba desde el estómago, al hombro o la espalda, que sufría el albañil, lo cierto es que al pobre hombre se le veía afectado. Lo malo era cuando se escaqueaba y dejaba a Manolo con todo el marrón: "¡Ya ma liao otra vez!, ¡Ya ma liao!", se quejaba.
Y es que no era para menos, porque todos sabían que cuando a Manolo le tomabas el pelo te tenías que enfrentar a Adela (Nuria González), "que le olía" y sabía en que andaba su marido, siempre y cuando no estuviera echándose unos cartoncillos en el bingo. Y sino, siempre quedaba el Tato (Jorge Calvo), que entre investigación e investigación también terminaba pringando en el negocio.
Adela y Tato, mujer y sobrino de Manolo
5. No te puedes fiar de una imprenta
"Tome, le doy mi tarjeta, en realidad es Benito y compañía, pero es que tiene un error de imprenta", aseguraba Benito cada vez que repartía las tarjetas del negocio que compartía al "fifty-fifty" con Manolo. Y es que nunca quiso reconocer que el jefe de los dos era su orondo amigo.
De todas formas, pocas eran las ocasiones en que la pareja de socios conseguían sus "ñapas" por sí mismos. Sin duda, su principal aliado era el "Fashion, fashion" Tino, interpretado por Fernando Cayo, que siempre sabía meterles prisas con su "Hop, hop, hop" para finiquitar un trabajo fino y delicado.
Un amigo es un amigo
6. A pesar de todo, un amigo es un amigo
Muchas fueron las experiencias vividas por ambos personajes a lo largo de sus seis temporadas. Muchas tramas episódicas, pero también de continuación, que demostraron que a pesar de los fatídicos errores y de las duras pruebas a las que a veces se tenían que enfrentarse, Manolo y Benito eran inseparables.
Ambos albañiles fueron abandonados por los amores de su vida, Adela, la mano de hierro de Manolo, se fue al Caribe donde conoció a su amante, mientras que Noelia (Silvia Marsó) hizo lo propio y se marchó a Ibiza para dejar el desolado corazón de Benito sin su eterno amor platónico.
Aún así, a pesar de sus caídas, ambos personajes se apoyaron en uno en el otro y superaron los obstáculos, ya que, a pesar de no ser perfectos, lo único que necesitaban era un poco de humor y seguir con su melodía allá donde fueran, ¿os acordáis? "La-li-lo la-lo-leilo la-li-lo la-la.."
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Gran relación que se reflejaba en el mundo real. Ambos actores fueron uña y carne durante años. Por ello, la muerte de Ángel de Andrés supuso una trágica pérdida en la vida de Carlos Iglesias: "Siento un dolor brutal por la muerte de Ángel de Andrés. Los años de 'Manos a la obra' fueron los más felices". Una pareja que se metió en el bolsillo a la audiencia española y que hoy, quince años después mantiene el cariño de sus seguidores.