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En el primer episodio de 'Stranger Things' vimos como la fuga de un extraño ser amenazaba la tranquilidad de una pequeña localidad de Indiana cuyo mayor misterio consistía en saber quién roba enanos de jardín. Sus habitantes todavía desconocen qué es lo que se les viene encima, y la desaparición del pequeño Will y la enigmática llegada de Eleven tan sólo marcan el inicio de la historia.
¿Quien es Eleven?
Superado el impacto del encuentro en el Bosque Negro, los chicos llevan a Eleven a su guarida, el sótano de la casa de Mike, para resguardarse de la tormenta. Allí, la acribillan a preguntas porque, con razón, quieren saber de dónde viene y por qué deambulaba bajo la lluvia con una camiseta ensangrentada. Eleven sigue sin hablar. Les mira con extrañeza mientras discuten sobre cómo tratarla y se sorprende de que les asuste tanto su falta de pudor. Se nota que la pequeña está acostumbrada a desnudarse frente a médicos y/o científicos (recordemos que la primera vez de la vimos llevaba una bata de hospital) pero es evidente que no se ha relacionado con demasiados chicos de su edad. Además, ahora mismo el miedo supera a cualquier otro sentimiento.Ante esta extraña situación, Mike, Lucas y Dustin intentan resolver qué hacer con ella. Tal vez se haya fugado del hospital psiquiátrico del condado,y tal vez sea peligrosa, pero no pueden decir nada a los adultos. Seguro que les caería un castigo a los tres y no podrían volver a salir a buscar a Will. La única solución posible pasa por ocultar que Eleven ha pasado la noche allí y al día siguiente llamar a la puerta de la casa y fingir que se ha perdido. Claro que no cuentan con que Eleven no va a querer. Ella teme que "los malos" la encuentren y los maten a todos así que Mike no tiene más remedio que cambiar el plan y dejarla en casa.
La mirada de Eleven al pasear por las habitaciones es de extrema curiosidad. Todo parece nuevo para ella, las fotos, la tele... incluso sentarse en una butaca reclinable. Supongo que por eso a Mike le parece natural tener que explicarle hasta quién es Yoda (sí, precisamente Yoda). Pero algo le llama la atención: una fotografía de Mike, Lucas, Dustin... y Will. Sujetan un trofeo de ciencias tras proclamarse ganadores del concurso de resolución de problemas de equipo. Eleven señala a Will entre sorprendida y asustada. Puede que sepa algo de la desaparición de Will pero no les da tiempo a hablar porque llega la madre de Mike y se tiene que esconder en un armario. Desgraciadamente el refugio improvisado le provoca angustia y ansiedad. Le recuerda a la pequeña y oscura habitación en la que fue recluida pese a sus gritos y ante la impertérrita mirada del doctor Brenner. ¿Su padre?
Más tarde, Lucas y Dustin a casa de Mike y al encontrarse con que Eleven sigue escondida deciden poner un poco de cordura e informar a los adultos, sobre todo después de saber que podría tener la clave de dónde está Will. Pero Eleven no quiere y no lo permitirá, aunque tenga que poner en riesgo su integridad física forzando sus poderes telequinéticos para impedir que salgan de la habitación. Tal vez no sepa quién es Yoda pero en cuanto a mover cosas a distancia sabemos que le va a la zaga.
Con más tranquilidad, Eleven trata de explicar a los chicos cuál es la situación mediante las piezas del juego de rol y lo esencial les queda bien clarito: Will se ha escondido de algo realmente monstruoso representado por la pieza del temible Demogorgon.
Tras las pistas
Joyce y Jonathan, por su parte, intentan mantener la compostura a la espera de noticias. Ella compra un nuevo teléfono por si Will (o quién sea vuelve a llamar) y él cuelga carteles por el pueblo y se escapa a la ciudad para comprobar si Will se esconde en casa de Lonnie, su padre. Mientras tanto, "los malos", como diría Eleven, rastrean su casa en busca de alguna pista que les lleve al "monstruo" y la encuentran justo en el cobertizo en el que desapareció Will, en forma de sustancia viscosa y chorreante (en 'Los Cazafantasmas' lo llamarían moco).
El jefe Hopper sigue recopilando pistas (no demasiadas, todo sea dicho) y no sabe si vincular la llamada que recibió Joyce y que acabó quemando el teléfono con la desaparición de Will. Las batidas están siendo infructuosas y, encima, recibe el aviso de que han encontrado muerto a su amigo Benny, para nosotros el malogrado propietario del restaurante que ayudó Eleven. La posición del cuerpo parece indicar que su muerte se debió a un suicidio, pero nadie parece encontrarle sentido.
Hopper interroga a uno de los "parroquianos" del restaurante y no se lo acaban de creer. Tampoco sabe quién podría quererle muerto pero le viene a la mente el altercado con Eleven, que él cree que es un chico, y esto hace sonar las alarmas. Da igual que el testigo lo niegue de primeras, creen que podría ser Will y deciden rastrear los alrededores del restaurante en busca de alguna pista. Muy cerca, junto a un tubo de desagüe, encuentran una pulsera. Pero no pueden seguir investigando porque se topan con la cerca de alambre que circunda el Laboratorio Nacional.
Otra llamada, otro teléfono
Joyce vuelve a recibir otra llamada misteriosa, ahora acompañada de luces parpadeantes que la guían hasta la habitación de Will. En el radiocasete empieza a sonar a toda castaña "Shoud I Stay Or Should I Go" de The Clash, la canción que escuchaba junto a su hermano. Todo se apaga súbitamente y aparece un monstruo indeterminado que intenta salir de la pared. Joyce huye despavorida de la casa pero las luces se encienden de nuevo y la música vuelve a sonar. No se puede ir, su hijo está ahí comunicándose con ella. Eso sí, si siguen las llamadas no va a ganar para tanto teléfono.
Una fiesta con invitado sorpresa
Ajena a todo esto, Nancy se las apaña para sortear el toque de queda impuesto por sus padres y así poder asistir a la fiesta que organiza su novio Steve. Hasta allí arrastra a Barbara, que consciente de que le tocará hacer de carabina, intenta escabullirse pero finalmente claudica por poder vigilar a su amiga. Una vez empezada la fiesta, pasa lo que Barbara temía: Nancy se integra, juega y bebe para pasárselo bien mientras que ella les mira con hastío desde su silla, consciente de que sobra. Y después de que Nancy la obligue a beber para integrarse (y acabe con un corte en la mano), esa sensación no hace más que empeorar porque, en cuanto se da la vuelta para curarse, sus "amigos" aprovechan para empezar la fiesta de verdad dentro de la piscina.
Después del remojón, las parejitas se separan para "cambiarse" y Nancy le sugiere a Barbara que, dadas las circunstancias, lo mejor es que se vaya. Pesea todo, decide esperar sentada en el trampolín de la piscina pero, de repente, las luces se apagan y algo la hace desaparecer sin que ni siquiera Jonathan, que llevaba rato escondido tras los árboles, lo pudiera documentar con su cámara.