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A la HBO le ha costado mucho estrenar 'Westworld', literal y metafóricamente. Después de la decepción de 'True Detective', la serie de Jonathan Nolan y Lisa Joy llegaba con la losa de ser la posible sustituta de 'Juego de Tronos' como buque insignia de la HBO, como la gran serie prestigiosa que, además, da dinero para poder hacer las otras series más chiquititas. Pero las noticias que precedieron el estreno de la adaptación producida por J.J. Abrams no eran nada halagüeñas: retrasos en la producción, varias reescrituras y más de 100 millones de dólares por diez episodios hacían temer un nuevo descalabro como el de 'Vinyl'. Pero no. Al menos por ahora.
Teddy y Dolores en 'Westworld'
¿De qué va?
En esencia es 'Atrapado en el tiempo' en 'Jurassic Park' (cuyo autor es también Michael Crichton) pero contada desde el punto de vista de un personaje que no sabe que vive en un eterno 'loop'. En este caso se trata de Dolores, una joven dulce e inocente interpretada por una radiante Evan Rachel Wood que ve el mundo en el que vive con optimismo y elige ver la belleza en lo que le rodea. Lo que no sabe es que esa belleza (de la que ella forma parte) es fabricada y tiene como único objetivo satisfacer a los llamados "huéspedes", que no son más que turistas de lujo que buscan vivir experiencias extremas en un entorno controlado.
Dolores en 'Westworld'
Para los huéspedes, Westworld es una especie de sofisticado videojuego hiperrealista en el que son libres para realizar sus deseos más oscuros. Allí pueden maltratar, violar o matar sin consecuencias porque los anfitriones robots como Dolores son parte del atrezzo y no pueden hacerles daño. No tienen consciencia, ni tienen recuerdos más allá de los programados, con lo cual sería imposible causarles ningún trauma porque, al día siguiente, el "juego" se reinicia y supuestamente el dolor sufrido queda borrado. Repito, supuestamente.
El hombre de negro
El sádico personaje interpretado por Ed Harris sabe mejor que nadie las reglas del juego y las retuerce a su antojo. Según sus propias palabras, lleva treinta años yendo allí, repitiendo una y otra vez los mismos actos con pequeñas variaciones y disfruta haciendo sufrir a los anfitriones porque de esa manera se saborea más el triunfo: "ganar no significa nada a menos de que alguien más pierda".
El hombre de negro de 'Westworld'
Pero este personaje, que aún siendo totalmente diferente hace referencia al de Yul Brynner en la 'Westworld' original, no sólo está allí para la diversión sino que parece que sabe algo más que ni siquiera los gestores del parque conocen, como si hubiese una especie de nivel superior secreto que él está dispuesto a ganar a toda costa.
Entre bastidores
En contraposición a la luminosa y polvorienta "zona de juego" tenemos la fría y aséptica zona de oficinas y talleres, donde se fabrica a los robots y se les programa para formar parte de la narrativa. La secuencia de presentación de este área es realmente efectiva, empezando por la cadena de montaje del caballo, tan inquietante como hermosa, y acabando con la actualización del programa de una anfitriona. Allí conocemos a Bernard Lowe, el programador jefe, comprobando el funcionamiento de los nuevos gestos implementados por el creador de todo (Anthony Hopkins) vinculados a recuerdos específicos guardados en la memoria del robot a modo de subconsciente para acercarlo lo más posible al comportamiento humano (algo que entraría en directa contradicción con los borrados diarios y que parece ser el inicio de los 'glitches' o fallos técnicos que sufren los anfitriones).
También conocemos a otros dos personajes importantes en cuanto al funcionamiento del parque: Theresa Cullen (Sidse Babett Knudsen), la directora, y Lee Sizemore (Simon Quarterman), el guionista. Ambos son ambiciosos, pero mientras ella maneja el parque (y aspira a mucho más), él tiene que conformarse con crear historias para tener contentos a los huéspedes ricachones aunque sin llegar a tener nunca verdadero control sobre la narrativa. Es verdad que Dolores y el resto de anfitriones tienen la ilusión de ser libres cuando en realidad no hacen más que seguir el guión escrito por él, pero su naturaleza rizomática provoca modificaciones en la narrativa para adaptarse a las nuevas situaciones en función de las decisiones de los huéspedes (y no de las suyas).
Imagen de 'Westworld'
Teddy, por ejemplo, podrá pasar la tarde con Dolores (para posiblemente morir después) si nada le impide recoger la lata que se le cae a la muchacha al cargar su caballo o el bandido pronunciará su gran discurso tras la matanza a menos que un huésped quiera hacerse el héroe y matarlo antes. Y todo esto sin contar que los fallos empiezan a abrir la peligrosa puerta del libre albedrío y de las preguntas que se supone que no deben hacerse los anfitriones. Los detonantes variarán (una foto olvidada, una frase, un recuerdo sin borrar...) pero el efecto será el mismo.
La importancia de los detalles
Como con los anfitriones, son los pequeños detalles los que dan valor a 'Westworld'. En este caso, tiene toda la pinta de que nos van a tener pendientes de la peculiar elección musical. Del piloto destacan especialmente dos canciones: la versión orquestal de 'Paint It Black' de Rolling Stones durante la masacre y la curiosísima versión de 'Black Hole Sun' de Soundgarden a la pianola (por cierto, habrá que estar atentos a la música del salón, va a ser muy divertido ver con qué nos sorprenden).
Otro detalle curioso es que las partes que corresponden al pueblo se rodaron en Melody Ranch, los míticos estudios californianos que albergaron los rodajes de 'El llanero solitario', 'En busca del arca perdida', 'Bonanza', 'Rambo', 'Django desencadenado', el remake de 'Los siete magníficos' y, por supuesto, el de otra gran serie de la HBO, 'Deadwood'.
Dolores y el hombre de negro en 'Westworld'
En cuanto a la factura técnica, la serie es sencillamente espectacular. Además, consiguen hacer algo realmente difícil al aunar dos géneros tan diferentes como el western y la ciencia ficción, filmados de manera diferenciada, manteniendo las características de cada uno de los estilos. Y lo más curiosos es que, llegados a un punto, el choque inicial se difumina de tal manera que deja de percibirse y las fronteras entre géneros se acaban diluyendo como la línea entre los humanos y los anfitriones.
Apuesta de futuro
Como muchas otras series, 'Westworld' empieza con un episodio algo más largo de lo habitual (75 minutos frente a los 60 minutos de media del resto). En general, odio que las series empiecen con episodios largos o, mucho peor, con episodios dobles, pero en este caso creo que la complejidad de historia requería de ese tiempo extra. Nos tenían que introducir en el parque, contarnos su funcionamiento y presentarnos los personajes para así poder exponer el conflicto principal. Y aprovechan cada segundo.
Todavía es pronto para saber si seguirá la misma suerte que 'Juego de tronos', pero su planteamiento, su excelente reparto y, sobre todo, su excelente factura son un reclamo suficientemente interesante como para que los espectadores sigamos volviendo a por más.