Después de la tormenta llega la calma. Tras semanas de gritos, desavenencias y malos modales, la casa de 'Gran Hermano 17' ha cambiado su ambiente. Después de los reproches de la organización, los concursantes han depuesto las armas y los sentimientos han tomado el protagonismo en Guadalix. La jornada del pasado sábado ha sido la más intensa de la edición. La triste marcha de Bárbara por la delicada situación de su padre sería el prólogo de un día que ya es histórico en el formato.
Miguel se presentó ante la audiencia como un trampantojo que llegaba a 'Gran Hermano' con la intención de deshacerse de su yo más superficial. El gallego se quitaba la prótesis que ocultaba su secreto dejando atónito a la audiencia y disparando el morbo. Tras muchas dudas y una larga espera, dos meses exactamente, el concursante se ha desnudado ante el resto de sus compañeros y se ha liberado de sus ataduras.
Respaldado en el consejo que Fernando le había dado en la última fiesta sobre su secreto, Miguel se convenció tras hablar con Bárbara, el día anterior, pidiéndole que fuera libre. Un secreto a voces el del modelo que ya conocía buena parte de sus principales apoyos, Clara, Bea, Rodrigo... Por ello, entrada la noche, Miguel reunió a sus compañeros en el salón y se sentó frente a ellos. "La lavandería es mi sitio favorito porque es donde yo me sentía especial", explicaba entre lágrimas ante la atenta mirada del grupo.
"Yo cuando quería alcanzar la perfección, lo quería hacer de tal manera que rechacé mi verdadero yo", añadía quitándose la prótesis capilar: un gesto que sorprendió a los que desconocían el secreto pero en especial Adara. "Este soy yo, no quería que me rechazarais", decía, añadiendo que "si ahora me voy me iré contento porque sabréis con quien habláis".
"No soy calvo, solo tengo entradas"
Una vez que el concursante se había deshecho de sus cadenas, comenzó a explicar con total naturalidad sus problemas capilares. "Me tengo que rapar cada seis días y ponerme el pelo y, por eso, al final pierdes pelo pero yo antes también tenía pelo. No soy calvo ni tengo calvicie, solo tengo entradas", explicaba.
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Una revelación que terminó con un abrazo de grupo hacia el nuevo Miguel donde sus compañeros no tenían dudas de que nada había cambiado: "Calvo o con pelo, gordo o delgado te voy a querer igual", sentenciaba Bea.