La televisión. Ese rectángulo que consigue reunir a su alrededor a familias y amigos y captar su atención hasta dejarlos embelesados. Con semejante premisa, no es de extrañar que tenga su día propio establecido por las Naciones Unidas el 21 de noviembre, con motivo de la celebración del primer Foro Mundial de la Televisión que se organizó en la historia, allá por el año 1996.
La ONU quiere conmemorar con este día un invento que revolucionó las sociedades, que marcó una nueva manera de percibir la actualidad y de difundir la cultura y que consiguió crear fenómenos populares como nunca antes se había visto. Aunque duramente criticado por sus contenidos en muchas ocasiones, continúa siendo un medio de comunicación con una influencia inusitada entre los ciudadanos.De José María Íñigo a Mercedes Milá: rostros que nos han acompañado durante toda la vida
A día de hoy, la televisión es un miembro más de nuestras vidas. Crecemos con los ojos posados en ella, es la responsable de proveernos de interminables horas de entretenimiento y de acercarnos al foco de las noticias más relevantes, convirtiéndonos en testigos de primera línea ante acontecimientos que cambian la historia. Pero, sobre todo, la televisión es capaz de generar conversación. Conversación al día siguiente en el trabajo, en el instituto o en la universidad. De hecho, aunque Internet sea señalado a menudo como el gran enemigo de la pequeña pantalla y su posible ejecutor, lo cierto es que plataformas como las redes sociales encuentran en las emisiones televisivas sus momentos de mayor concentración de interacciones.
La televisión tiene el poder de aunar a las personas y sincronizarlas en torno a un único acontecimiento
La televisión tiene muchos detractores, pero también mucha gente que la amamos como seguidores agradecidos por todos los minutos que nos ha regalado. Gracias a la televisión tenemos esas coletillas que ya forman parte de nuestro vocabulario diario; esos personajes encumbrados que, guste o no, son el reflejo de nuestra sociedad y parte de nuestra cultura popular; esas series, cada vez más potentes, que nos han hecho vivir intensas emociones y sentir que conocemos a la perfección a unas personas de ficción a las que seguimos durante años.
La televisión tiene esas series que llenan minutos de conversación entre amigos
En este año marcado por los reencuentros televisivos observamos más que nunca el poder de la televisión para crear auténticos fenómenos que recordamos con el paso del tiempo como si se tratasen de vivencias en primera persona. Todo esto es gracias a "la magia de la tele", esa frase que tanto escuchábamos más en los programas de los 90 que en los de hoy en día, pero cuyo espíritu se mantiene en la actualidad. Se trata de la magia del "todo es posible", la sensación de que, si no lo consigue la televisión, no existe forma humana de que lo consiga nadie: una pequeña ilusión en la que nos gusta seguir creyendo y que nos gusta seguir alimentando, sencillamente, por las inolvidables emociones que nos hace sentir.
La televisión es espectáculo, sí, pero también tiene el potencial para ser muchas otras cosas. ¿Existe alguien que no haya jugado nunca en el patio del colegio a imitar a los personajes favoritos de su infancia? ¿O que no haya repetido nunca una de las frases popularizadas a través de la pequeña pantalla? ¿De verdad, si somos sinceros, podemos afirmar rotundamente que la televisión no aporta nada en nuestras vidas?
Los que amamos la televisión de verdad añoramos en cierto modo esos días en los que no había ni tanta oferta ni formas de comunicación tan instantáneas, y cada mañana nos reuníamos con nuestros amigos a sabiendas de que estaríamos deseando comentar lo que habíamos visto la noche anterior tras haberlo repasado mentalmente una y otra vez a oscuras, ya metidos en la cama. No significa esto que no disfrutemos hoy en día viendo nuestras series en streaming y con el hecho de que haya tantas ficciones diferentes, todo lo contrario: es el resultado de lo que ha conseguido la pequeña pantalla durante sus años de vida, el enorme arsenal que ha logrado desplegar gracias al apoyo de los espectadores.
Quienes amamos este maravilloso invento del siglo XX tenemos por delante la cruzada de preservar y defender un medio que nos ha regalado parte de nuestra vida. Podrán surgir nuevas plataformas y formas de consumir contenidos audiovisuales (de hecho, ya ha ocurrido y es celebrado de forma unánime), pero la televisión tiene el poder de aunar a las personas y sincronizarlas en torno a un único acontecimiento. Eso es lo que la hizo tan importante en su día, lo que la mantiene como un invento especial y con lo que, por el momento, no hay nada que pueda competir.