Crítica de 'Las 4 estaciones de las chicas Gilmore': Una etapa más adulta sin perder su esencia

Preparad el termo de café porque la madre y la hija más carismáticas -y adictas a la cafeína- de Stars Hollow están de vuelta. Netflix nos trae la continuación de 'Las chicas Gilmore' en una temporada especial de cuatro capítulos de 90 minutos de duración cada uno. En cada episodio, la ficción se ambienta en una estación del año distinta: invierno, primavera, verano y otoño. Este año la nostalgia invade nuestros hogares y con esta mítica ficción no iba a ser menos. Desde FormulaTV.com te aseguramos que las emociones estarán a flor de piel con este reencuentro tan esperado.

El frío y la nieve se apoderan del primer episodio de esta octava temporada. Tal y como ya aseguró su creadora, Amy Sherman Palladino, el invierno es la primera época en la que se ambienta el regreso: "A nivel narrativo, tenía sentido empezar la historia en un período más frío y austero, para terminar en una época más cálida y frondosa, que coincide con el tono que tendrá el final". Sin embargo, a pesar de la gélida temperatura, la sensación que se queda tras verlo no es para nada fría, sino todo lo contrario. Cálida, acogedora y lo más importante de todo: te devuelve la fe en la serie, en caso de haberla perdido en las últimas temporadas.

"Fast-talking", ironía y mucho humor

Si algo ha caracterizado a las Gilmore es su rapidez verbal y capacidad contestataria. El guion es una de las claves que llevó al éxito a la serie y en 'Las cuatro estaciones de las chicas Gilmore' hacen uso de aquella brillantez que las hizo destacar. El sarcasmo y la ironía van de la mano de las imprescindibles referencias pop y un amplio bagaje cultural, elementos que te retrotraen a las primeras temporadas, pero con las referencias y guiños a una actualidad en las que madre e hija se mueven como pez en el agua. Otro elemento que no defrauda es la banda sonora, que se mantiene en la misma línea que sus temporadas predecesoras, sorprendiendo con grandes grupos como The Carpenters.

Las dos últimas entregas de 'Las chicas Gilmore' sembraron un descontento entre su público por el injusto trato a algunos de sus personajes, debido, en gran medida, a la ausencia de la pareja de creadores Amy y Dan Palladino. Incluso, la propia Amy aseguró que ella tenía pensado otro final para ellos, y en esta nueva temporada se nota su huella. Se cierran capítulos, se abren otros nuevos, pero lo que impera es el sentimiento de unión, mezcla de familia y amistad que ha caracterizado siempre a las protagonistas.

Stars Hollow, un pueblo con personalidad

La idea de centrar cada capítulo en una temporada climática distinta está perfectamente pensado para que el pueblo ficticio de las Gilmore, Stars Hollow, destaque más que nunca. El comienzo de cada estación justifica los típicos festivales de los que Taylor (Michael Winters) hace de maestro de ceremonias. Si bien el decorado es fiel al original, la calidad de la imagen es notablemente mejor y eso potencia aun más la estética final. La serie, donde cada personaje tiene su particular protagonismo, hace de su localización un sitio idóneo donde habitar. Un lugar donde al más acérrimo fan le gustaría visitar al menos una vez en su vida. Eso lo saben muy bien los creadores y por ello, en esta nueva temporada además de las caras de siempre, se pueden ver otras nuevas. Cómo Luke (Scott Patterson) lidia con esta nueva oleada de turistas es digna de ver.

El primer capítulo te reconcilia con la serie, que ya para empezar no está nada mal. Los actores se han hecho mayores, es cierto -¿y quién no?- pero la esencia de sus personajes sigue siendo la misma. Precisamente ésa es la magia de un reencuentro, comprobar que el paso del tiempo no tiene por qué cambiar excesivamente a las personas. Y más tratándose de una serie donde cada personaje estaba muy bien definido, siempre se espera que evolucione sin perder su gracia. Y Kirk (Sean Gunn), uno de los mejores personajes "comic relief" que nos ha brindado la historia de la televisión. Sólo por sus historias se merece un spin off aunque sea a modo de cortometraje, del mismo estilo que aquellos que él mismo proyectaba. La frescura de los secundarios sigue intacta y las referencias propias de la serie serán las delicias de los más fans.

Una temporada más que necesaria

Hay series que terminan y piensas "menos mal, ya era hora", pero no con 'Las chicas Gilmore'. Las tres generaciones formadas por Emily (Kelly Bishop), Lorelai (Lauren Graham) y Rory (Alexis Bledel) necesitaban cerrar capítulos de sus vidas que con la séptima -y última- temporada no consiguieron ni de lejos. Por ello y por revivir horas y horas de tazas de café y comida rápida, esta octava temporada era más que necesaria.

Las relaciones de familia son más fuertes que nunca y, aunque también surgen rencillas en esta temporada, lo cierto es que la forma de llevarlas es mucho mejor. Lorelai, a pesar de que no pierde su comportamiento infantil, sorprende con una patente madurez. Otra que no deja indiferente es Rory, la hija perfecta de excelentes notas académicas, quien nos dará alguna que otra sorpresa. ¿Jess, Dean o Logan: con quién termina Rory? ¿Cómo afronta Emily la muerte de Richard? ¿Qué ha sido de Paul Anka, la mascota de la familia? Y en cuanto a Luke, ¿se quita alguna vez la gorra? Éstas -y muchás más- dudas serán despejadas el 25 de noviembre en Netflix. Larga vida 'Gilmore Girls'.