Justo antes de que los Reyes Magos aterricen sobre las casas de millones de niños trayendo los regalos que han pedido, Jon Sistiaga nos trae el viernes 4 de enero un reportaje sobre el negocio de las armas en el corazón de Estados Unidos, en Kentucky, donde es de lo más habitual que los padres regalen a sus hijos lo último y más sofisticado en armas de fuego.
La periódicas matanzas en Institutos o supermercados no asustan a estos padres, que se gastan miles de dólares en estas fechas para comprar a sus niños los caprichos que ven en violentos videojuegos. El fácil acceso a alta tecnología armamentística, conjugado con una ideología radical, da como resultado la proliferación de organizaciones paramilitares de ultraderecha.
"Aquí no necesitamos psiquiatras ni divanes. Aquí tenemos armas automáticas... Eso si es una buena terapia..." Lo dice uno de los organizadores del Festival de la Metralleta de Knob Creek, en Kentucky. Un lugar en los EEUU donde niños de cuatro años disparan con las armas automáticas de sus papas y se familiarizan desde muy pronto con el olor a pólvora y la sensación de vaciar un cargador contra algo.
Jon Sistiaga viaja al corazón de la América más profunda, la heredera de la tradición y las esencias del salvaje oeste, para retratar el mundo de los defensores de las armas. El poderoso lobby estadounidense que se niega a que el Gobierno cambie la segunda enmienda de la Constitución, que les garantiza el derecho a poseer armas...
"Los niños tienen que empezar muy jóvenes a disparar", dicen ante la cámara de Cuatro padres orgullosos de que sus críos manejen ya con soltura revólveres o subfusiles. El reportero, que ha visto muchas veces escenas parecidas en Afganistán, en Irak o en Palestina, se queda con la boca abierta al ver que en este lugar, en pleno corazón de EEUU, los niños saben disparar un M-16 o montar y desmontar una UZI israelí. Muchos de estos pequeños han escrito su carta a Santa Claus pidiéndole la última versión del Kalashnikov o un manual de instrucciones de cómo hacer bombas caseras... Y Santa Claus se lo trae...
"Las armas no matan, matan las personas... También se puede matar con un martillo..." repiten como un mantra todos los entrevistados... Para esta gente no es relevante que todos los años mueran en EEUU 11.000 personas por arma de fuego. Tres veces la cifra de soldados fallecidos en Irak desde el inicio de la guerra. Aquí lo que les importa es que el precio de las balas ha subido desde entonces un 300%. Para esta gente, las matanzas periódicas que ocurren en Institutos o universidades son solo pequeños accidentes, que se evitarían si en esos lugares hubiera profesores o estudiantes armados que hicieran frente al agresor... Que es ahí donde está el problema, en la falta de defensa, no en la existencia de las armas...
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El Festival de la Metralleta se celebra en un idílico condado de Kentucky donde, casualidad, se encuentra el cuartel general del Ku Klux Klan. La organización racista todavía existe y varios de sus miembros hablan sin tapujos para Cuatro en un reportaje que muestra la insensatez y la soberbia de aquellos que piensan con sus armas en lugar de con su cerebro...