El próximo sábado 29 de diciembre, a las 21,30h., Cuatro estrena 'Desafío Extremo', una serie en la que se narran las expediciones del escalador y piloto leonés Jesús Calleja a lo largo y ancho del planeta. 'Desafío Extremo' relata en cada episodio las aventuras de Calleja en sus ascensiones a las montañas más altas de cada continente: Elbrus (Europa), Kilimanjaro (África), McKinley (América del Norte), Aconcagua (América del Sur), Vinson (Antártica), Pirámide de Carstenz (Oceanía) y Everest (Asia). Además, Desafío Extremo incluye la ascensión al Lhotse, la cuarta montaña más alta del mundo, su participación en el segundo rally más duro del mundo, el Rally de los Faraones, en Egipto, y una asombrosa travesía en el corazón del Himalaya.
Jesús Calleja es un deportista de elite atípico; se atreve a escalar las montañas más altas del mundo y a competir en moto por los desiertos más áridos y aislados. Es una combinación extraña porque son deportes bien distintos. Y ambos muy arriesgados. De hecho, este año se ha roto el hombro en once pedazos y se ha fracturado la muñeca en un grave accidente de moto, entrenando en las dunas de Marruecos, lesiones que le han llevado cinco veces al quirófano. Entre operación y operación, ha subido dos montañas y ha corrido el Rally de los Faraones.
Pero lo que Cuatro aprecia en él, además de ser un buen explorador, es la simpatía, su capacidad de transmitir humor, emoción y una mirada distinta del mundo del alpinismo. Calleja es un buscavidas divertido que adora la montaña pero la desmitifica, y que da buenos y prácticos consejos a quien, contagiado por su libertad y su pasión, quiera lanzarse a la aventura. Media hora con él es la mejor terapia para romper con la monotonía de la vida en la ciudad y el estrés del trabajo.
La primera aventura: Kilimanjaro
En el primero de los documentales que forman Desafío Extremo, Jesús Calleja asciende a la cumbre del mítico Kilimanjaro, la montaña más alta de África. Jesús Calleja viaja al continente africano tres semanas después de pasar por el quirófano para arreglarse una rotura de muñeca. Le acompaña su fisioterapeuta, al que la idea le parece genial. No puede desperdiciar ni un día de recuperación tras el accidente de moto que tuvo en las dunas de Marruecos que tuvo antes de emprender su viaje. El Kilimanjaro es una montaña asequible para cualquier persona que esté en buenas condiciones físicas. Jesús Calleja contará cómo se asciende por el itinerario más fácil y concurrido, dando buenos consejos y acercando a todos los espectadores a un paisaje extraordinario.
El Kilimanjaro tiene el encanto de estar rodeado de los mejores parques de fauna salvaje de África, así que lo más razonable es incluir esta visita cuando se asciende la montaña. A las faldas del inmenso volcán tapizado por los glaciares existe un valle que se llama Synia. Está habitado por poblados Masai, y un español, Julio Teijel, ha montado con ellos una cooperativa para gestionar un pequeño "lodge". Julio, que habla por los codos en español y en swajili, tiene aquí las tiendas de campaña más lujosas que Jesús ha visto en su larga vida de excursionista. Jesús descubre a los masai y la fauna africana con ganas de aprender, y con mucho humor.
Antes de ascenderlo, Calleja quiere ver el Kilimanjaro desde el aire. Contrata a Mateo, un joven piloto italiano afincado en Moshi, y su pequeña avioneta. Con la puerta abierta y con oxígeno medicinal, por si acaso, emprenden una de las ascensiones más locas que Jesús, que también pilota, ha realizado. Pero el espectáculo, a 6.500 metros de altitud, vale la pena.
Habiendo visitado las faldas y el techo del Kilimanjaro, comienza la ascensión verdadera, a pie y con un bastón. Ha escogido la ruta Marangu, la más turística, para poder contar cómo es una senda equipada con refugios y retretes a lo largo de todo el recorrido. La llaman "Coca Cola Route"; es la más barata, la más corta y, de largo, la más usada. El 85% de los visitantes escoge esta vía, muy hermosa pero excesivamente rápida, ya que te planta en la cumbre en sólo cinco días, escasos para acostumbrar el cuerpo a la diferencia de altitud. Jesús Calleja se ha encontrado con más tragedias de las que esperaba. Y todo debido a una mala aclimatación y al frío. Él insiste en la importancia de planificar bien la adaptación a la altura y de llevar un buen equipo. De esta forma se evitan problemas y resulta relativamente fácil lograr lo que se ha venido a hacer: alcanzar Uhuru Peak, la cumbre de una de las montañas más elegantes y mágicas del planeta.
Otras aventuras: Everest
Jesús Calleja asciende el Everest, (8.850) la montaña más alta del mundo, en la primavera del 2005, una temporada complicada por una pésima climatología que ha hecho que el número de ascensiones haya sido uno de los más bajos de los últimos años. Esa temporada sólo dos españoles han logrado alcanzarla.
Este episodio de Desafío Extremo relata con humor y emoción la ascensión a la montaña de un alpinista con pocos recursos, pero con una motivación extraordinaria y una suerte inmensa.
Jesús Calleja va solo, con un único sherpa, aunque comparte horas de aclimatación, cocina y buenos ratos con otras expediciones españolas. Como todos los demás, se ha instalado en el campo base para aclimatar y portear el equipamiento de los campos de altura. Pero la primera ascensión por la cascada de hielo, que conduce al campo 1, la realiza él solo con su sherpa. Las imágenes grabadas por él mismo reflejan con veracidad y frescura el vértigo y el miedo que ha sentido en este tramo complicado de la montaña.
Pasan las semanas y todos van exasperándose; no hay ventanas de buen tiempo que les permitan equipar los campos 2 y 3. En mitad de esta espera, una fuerte avalancha arrasa el campo 1 y Jesús, que en ese momento se recupera en el campo base, sube para rescatar a los alpinistas que se han visto atrapados por la nieve.
El gobierno de Nepal da un permiso a los alpinistas que dura estrictamente dos meses para aclimatar, preparar la vía y esperar la ventana de buen tiempo que les permita atacar la cumbre. Este año, al mes y tres semanas, no se ha presentado la oportunidad y las predicciones de tiempo no son buenas. El grueso de expedicionarios, entre ellos los españoles, tira la toalla y se da la vuelta. Lo intentarán otro año. Pero Jesús Calleja decide quedarse y se suma a la treintena de insensatos que quiere apurar hasta el último día. Tras tres jornadas de ventisca, se abre de forma inesperada una pequeña oportunidad.
Elbrus
A muchos les sorprenderá saber que la montaña más alta de Europa no es el Mont Blanc, 4.810 metros de altura, sino el Elbrus, con 5.642. Está en el Cáucaso, en Rusia, justo en la frontera de Europa con Asia, y es la montaña más peculiar con la que Jesús Calleja se ha tropezado nunca.
Los rusos del Cáucaso son gente verdaderamente asombrosa. Han vivido situaciones terribles y aún ahora están en una de las fronteras más conflictivas del planeta, la de Rusia con Georgia, fuertemente militarizada. La población de esta zona es además una de las más longevas del mundo: dicen que por el aire tan limpio que respiran.
El Elbrus es un volcán con dos cimas gemelas. A pesar de ser una montaña con pocas dificultades técnicas, mueren en ella cada año más personas que en el Everest. Esto se debe sobre todo a que mucha gente se confía y escala mal equipada o no toma las precauciones necesarias ante las grietas y los bruscos cambios de temperatura que se sufren en la cima.
Este es un viaje lleno de momentos cómicos a una montaña especial. El Elbrus es el orgullo de un país que idolatra a sus alpinistas, pero también refleja la decadencia con la que Rusia cuida una de sus joyas naturales.
Lhotse
Desde la cumbre del Everest se divisa muy cerca la cima del Lhotse. Contemplándola desde el techo del mundo, Jesús Calleja ha decidido que ese sería su próximo ocho mil. El año siguiente, en abril de 2006, se planta en Luckla, donde le deja la avioneta, y vuelve a recorrer el valle del Solu Khumbu, un treking que va ascendiendo entre aldeas, hasta el campo base del Everst, que es el mismo que el Lhotse.
McKinley
El Monte McKinley es la montaña más alta de América del Norte. Está en Alaska, Estados Unidos, y eso hace que el viaje sea bien distinto a cualquier expedición a montañas de más de siete mil metros, que normalmente están en Asía. Viajar hasta Ancorage tiene el encanto de visitar una zona rural americana que vive volcada en la naturaleza.
En segundo lugar, porque hace un tiempo terrible que les deja aislados y paralizados durante días y días. Es tal la furia del viento que deben literalmente, construir un iglú con bloques de hielo cada vez que pernoctan. Es fácil perderse y despeñarse por alguna grieta. Tienen la suerte de socorrer a un pobre e insensato coreano que deambulaba desorientado y aterido de frío en mitad de una ventisca.
Tras una semana de pesadilla, encerrados en sus tiendas vapuleadas por vientos huracanados, pueden retomar la ascensión.
Vinson, pirámide de Cartsenz, Aconcagua
Para completar el proyecto Siete Cimas, Jesús Calleja tenía que escalar tres montañas totalmente diferentes: el Aconcagua, el Vinson, y la Pirámide de Carstensz. Tres aventuras que le han llevado a los sitios más remotos que ha visitado nunca y le han deparado la mayor sorpresa de Desafío Extremo.
Y del Polo Sur, a Oceanía: la Pirámide de Carstenz (4.884 metros) es una montaña muy rocosa situada en Nueva Guinea, en medio de la tercera selva virgen más grande del planeta, en un paraje apenas pisado por el hombre, ya que el Gobierno no concede permisos para adentrarse en este territorio. Tiene que subir y bajar la montaña en un tiempo récord para poder cumplir con los requisitos de un permiso de 36 horas que le han concedido excepcionalmente.
El Aconcagua es todo lo contrario: multitud de montañeros se dan cita en su campo base porque tiene una de las rutas más fáciles del mundo. Es la montaña más alta de América del Sur con 6.962 metros de altitud, y el paisaje llama la atención por la ausencia de nieve... hasta que les sorprende una tormenta aterradora que no sólo pone en peligro la llegada a la cima, sino sus propias vidas.
Faraones, el inicio
Esta es la historia de cómo Jesús Calleja llega al Rally de los Faraones, una prueba oficial del Campeonato del Mundo de Rallies que se disputa en septiembre en el desierto de Egipto. Es el segundo rally más duro del mundo, en el que participan los equipos oficiales con sus mejores pilotos.
Cinco meses atrás, el alpinista y piloto se ha caído de la moto al cruzar una duna en el desierto de Merzuga, en Marruecos, cuando entrenaba justamente para este rally. La caída le provoca una fea rotura en la muñeca y once fracturas en el hombro. La misma noche en que llega a León le operan de urgencia. Los médicos necesitan otras dos operaciones para pegar todos sus huesos. Se acerca el mes de septiembre y todavía no ha podido iniciar los entrenamientos.
Entretanto, ya tiene dos motos diseñadas especialmente para él, ha contratado a un piloto que hará de mochilero, al mejor mecánico posible y hasta un coche de asistencia. Así que decide, en contra del criterio de los cirujanos y de los fisioterapeutas, hacer una rehabilitación intensiva y combinarla con un entrenamiento específico de brazos para intentar estar en las mejores condiciones y participar en el rally. Es una carrera contra reloj de superación personal en la que nadie cree, excepto él.
Sólo al final, una vez despejadas sus dudas y sus miedos, sabrá si el esfuerzo ha valido la pena. Tachado de temerario por todos, deberá demostrar que no se ha equivocado y que es capaz de subirse a la moto y correr más de tres mil kilómetros en pistas de tierra y de arena, llenas de piedras, socavones y dunas catedral, las más altas del mundo.
Faraones, el rally
Jesús Calleja se encuentra en este episodio metido de lleno entre pistas de arena y piedras y dunas de arena fina, en Egipto. Participa en el Rally de los Faraones con su moto nueva, adaptada para él por el mecánico Jorge Velayos de principio a fin, con innovaciones tecnológicas que van a ser puestas a prueba por primera vez. Por delante tiene a Marc Coma y el resto del equipo Repsol. También hay otros cuatro pilotos españoles que compiten de forma amateur. Uno de ellos, Julián Villarubia, es su amigo y mochilero y tiene la misión de ayudar a Jesús a terminar el rally.
Jesús Calleja no está en su mejor forma física, debido a un accidente en moto que cinco meses atrás le ha fracturado la muñeca y el hombro. Pero ha llegado hasta aquí y ya no puede dar marcha atrás, aunque los nervios le han impedido dormir la noche anterior y le han provocado una fuerte alteración intestinal.
Los primeros días han sido tensos. Jesús está nervioso y asustado de volver a encontrarse con las dunas del desierto, donde la última vez voló durante muchos metros antes de estrellarse. Otra mala caída sería fatal.
Finaliza la primera jornada y llega a la meta. Muy fatigado y con un fuerte dolor en la muñeca herida, pero con la sensación, por primera vez, de que tal vez logre finalizar la prueba.
Este episodio relata como es una carrera de rally desde dentro, narrada desde el casco y a 100 kilómetros por hora. Son horas de trazado en el desierto, a temperaturas extremas y con la tensión de navegar bien con el rutómetro, una guía que va indicando los grados del rumbo. El reto de estas carreras es no perderse en el desierto yendo a la máxima velocidad posible.
Por la tarde trabaja en el campamento. Ayuda a los mecánicos a reparar las motos y estudia el libro de ruta. Jesús aprovecha también para acercarse siempre que puede al equipo oficial de Repsol para que Marc Coma, el campeón del mundo en rallies, le cuente algún secreto.
Las últimas jornadas del rally son más tranquilas. Jesús Calleja siente que puede terminar y además en una buena posición. Su brazo responde mejor de lo que todos esperaban. Lo único que no tiene que hacer es cometer un error.
Zanskar, el río helado
Jesús Calleja realizará el próximo mes de enero una difícil y extraña travesía al corazón del Himalaya, al norte de la India. Cruzará un río helado que atraviesa montañas inaccesibles y que en invierno, cuando hiela, se convierte en la única vía de acceso al valle del Zanskar, uno de los lugares del mundo más remotos y aislados del planeta. La expedición saldrá de Leh, la capital del Ladakh, un valle situado al norte de India también conocido como el pequeño Tibet, ya que en él se refugiaron familias y monjes tibetanos que huyeron desde Tibet en cuanto éste fue anexionado por China.
Jesús Calleja hará este peligroso recorrido junto a un grupo de zanskaries, los únicos hombres capaces de caminar sobre hielo azul sin hundirse en las aguas heladas. Ellos dominan la técnica necesaria para deslizarse sobre el hielo, a veces duro y compacto, pero otras frágil y quebradizo. El río ha creado desfiladeros estrechos y altísimos, montes de Himalaya que alcanzan los 5.000 metros de altitud. No hay refugios ni superficie sobre la que montar tiendas de campaña, por lo que Jesús hará este increíble viaje a la manera "zanskari"; durmiendo entre rocas y alumbrando pequeños fuegos hechos a base de las raíces que cada tarde deberán recoger.
La recompensa será llegar, tras cinco jornadas de viaje, a aldeas incomunicadas a las que no ha llegado ningún vestigio de modernidad.
Zanskar, el valle aislado
En este episodio, tras atravesar el río helado del Zanskar, Jesús Calleja llega a un valle remoto e incomunicado en el corazón de la cordillera de Himalaya. Allí viven en aldeas y monasterios familias y monjes tibetanos, que le recibirán sorprendidos y con mucha hospitalidad. Jesús será, con toda probabilidad, el único extranjero que les visite en invierno.
Jesús tratará de conocer en Zangla al rey y la reina zanskaries. Son personas cuyo linaje les da mucha autoridad moral y aún ejercen un cierto poder porque a esta región tan alejada de todo no llega la administración india.
Los zanskaries sobreviven en aldeas cubiertas de nieve a temperaturas de menos de veinte grados, sin luz ni otro tipo de energía. Viven de las cosechas plantadas y recogidas desde primavera a verano, con la única misión de aguantar y dar de comer al ganado; yaks y caballos con los que calientan sus casas precarias.
En el valle también se encuentran dos de los monasterios tibetanos más antiguos y aislados del mundo; el de Tongde, situado en un risco a mucha altura, y el mítico Pucktal, también construido hace siglos en un lugar muy inaccesible, al que hay que llegar subiendo por rocas heladas y difíciles.
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Ambos están tan alejados de cualquier vía de comunicación que apenas saben nada del exterior. Allí educan a los jóvenes monjes y desarrollan su vida religiosa en la más absoluta soledad.