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10 momentazos de "la Pija" en 'Aquí no hay quien viva'

Recordamos algunos de los mejores momentos del personaje interpretado por María Adánez.

Por Azucena Pereira El 12 de Marzo 2017 | 11:09

La primera vez que pudimos ver en una serie de televisión a María Adánez fue en la ya mítica 'Farmacia de guardia', donde dio vida a María, la novia de Kike, el hijo mayor de Lourdes y Adolfo. Sin embargo, el primer papel relevante que tuvo fue en 'Pepa y Pepe', donde interpretó a María, la hija del matrimonio protagonista. A partir de ese momento son varias las ficciones en las que ha participado, entre las que destacan: 'Menudo es mi padre', 'Ellas son así', 'Javier ya no vive solo', 'Círculo rojo' o 'Maitena: Estados Alterados'.

Pero el personaje que más fama le dio y por el que muchos la recordaremos siempre es el de Lucía Alvárez en 'Aquí no hay quien viva'. Durante cuatro temporadas, María Adánez se metió en la piel de "la pija", una mujer inteligente y trabajadora, hija de un famoso constructor de la capital. A modo de pequeño homenaje, desde FormulaTV.com queremos recordar algunos de los momentazos de Lucía en 'Aquí no hay quien viva'.

1 La llegada a Desengaño 21

Aquí no hay quien viva

Como dos jóvenes que comienzan una nueva etapa en su vida y en su relación conviviendo por primera vez juntos, así conocimos a Lucía y Roberto (Daniel Guzmán). No hacía falta fijarse mucho para darse cuenta de que ella estaba mucho más ilusionada con la aventura que estaban comenzando, pero no era de extrañar que Roberto tuviera pocas ganas viendo el estado en el que se encontraba el piso en el que acaban de instalarse.

Además, la llegada fue un tanto accidentada. Mientras Lucía soportaba una conversación tediosa con Paloma Cuesta, Roberto se paseaba por el edificio tal y como vino al mundo, intentando que alguien le diera algo de ropa para cubrirse o le abrieran la puerta de su casa. Finalmente, Lucía demostraba su carácter y no dudó ni un segundo en tirar la puerta de una patada para socorrer a su chico pensando que algo le había pasado, hasta que Roberto aparecía en el rellano sin ningún pudor y la pareja regresaba a su recién estrenado piso.

2 El sueño erótico con Juan Cuesta

Aquí no hay quien viva

A veces los sueños nos juegan malas pasadas y nos hacen vivir momentos de lo más desagradables y que recordamos nada más despertar. Sin embargo, en otras ocasiones, esos sueños se convierten en algo de lo más gratificante e incluso nos da rabia abrir los ojos porque nos gustaría seguir soñando. Lucía fue víctima de una mezcla de ambos, ya que soñó, nada más ni nada menos, que se enrollaba en el ascensor con el mismísimo Juan Cuesta.

Si aguantarlo en la vida real ya se le hacía cuesta arriba, tener un sueño erótico con el presidente de la comunidad se convirtió al final en una auténtica pesadilla. Contarles a sus amigas lo sucedido en ese sueño subido de tono fue un gran error, ya que el resto de vecinos no tardaron en enterarse de las fantasías sexuales de "la pija" con Juan. Además, como es habitual, la historia se distorsionó por completo y Paloma malinterpretó lo que de verdad había sucedido.

3 Chicas del Telecupón

Aquí no hay quien viva

Tras acompañar a Alicia a un casting, Lucía fue seleccionada junto a su amiga para formar parte de las chicas del Telecupón. Por aquel entonces todavía se llevaba aquello de que fueran unas señoritas las que extraían las bolas y las mostraban narrando el número premiado. Pero pronto la envidia comenzó a causar problemas y Lucía y Alicia competían de forma absurda para ver quién lo hacía mejor, llegándose a empujar en pleno directo y entorpeciendo el trabajo de la otra.

Lo que Lucía no esperaba para nada es que fuera engañada por un hombre haciéndose pasar por productor del programa y por ciego, algo que descubrió gracias a Roberto. Inolvidable la secuencia en la que Roberto intenta abrirle los ojos a Lucía lanzándole cosas al supuesto ciego, hasta que este se cansa y antes de que acabe pegándole confiesa la verdad.

4 Tensión entre Lucía y Paloma

Aquí no hay quien viva

La tensión entre Lucía y Paloma siempre fue más que evidente desde los primeros episodios. Ninguna de las dos era capaz de soportar a la otra y su enemistad quedaba demostrada en cada una de las juntas que celebraban. Mientras Paloma criticaba que Lucía fuera una niña de papá que no tenía que hacer ningún tipo de esfuerzo para conseguir nada porque su padre se lo daba, Lucía criticaba que Paloma fuera de lo más hortera y ordinaria.

Finalmente, el rencor acumulado terminó por salir en uno de los episodios en los que la comunidad se dividió en dos. Después de "la pija" diera el último golpe dejándoles sin luz, Lucía y Paloma casi llegan a las manos tras romper distintos objetos de cada una de sus casas, evidenciando el mal rollo que siempre existió entre ambas.

5 Alegato feminista

Aquí no hay quien viva

Un torneo de baloncesto propuesto por la comunidad de Madrid para fomentar el deporte entre los ciudadanos consiguió que los vecinos de Desengaño 21 formaran un equipo para presentarse al campeonato y ganar el viaje que había como premio. Todos aceptaron de buen grado participar porque todos querían viajar gratis. Pero el problema vino cuando Juan, autoproclamado entrenador del equipo, convocó solo a los hombres de la comunidad.

Lucía, que siempre ha demostrado tener los ideales claros, se presentó en la puerta de Juan Cuesta acompañada por el resto de mujeres de la comunidad y no dudó en soltar un discurso reclamando el derecho a que las chicas también formaran parte del equipo. Su discurso dejó sin palabras al propio señor Cuesta, que no fue capaz de reaccionar ante los alegatos de Lucía defendiendo la libertad e igualdad de las mujeres. Y no solo eso, las chicas demostraron ser mucho más inteligentes que ellos contratando a una jugadora profesional para darles una paliza en el partido.

6 Línea erótica

Aquí no hay quien viva

Entre todos los trabajos que Lucía ha desempeñado a lo largo de los capítulos, uno de los más recordados y que nos dejó estupendos momentos fue la línea erótica que instaló desde su casa. Belén intentó ayudarle, pero no se le daba tan bien mantener a los hombres enganchados, al contrario que a Lola, la compañera de piso de Belén por aquel entonces. En una de esas llamadas, Lucía conoció a Robin, un chico muy especial con el que podía hablar durante horas.

Lo que "la pija" desconocía es que detrás de Robin se escondía Carlos, a quien tantas veces había rechazado. Pero lo mejor de todo fue que Lucía encontró el amor gracias a esa línea erótica, descubriendo que realmente Carlos era la persona con la que de verdad encajaba. Mítica la metáfora empleada por Lucía y que Carlos le recuerda justo en el momento en el que ambos descubren que han estado hablando sin saber que eran ellos.

7 Una novia engañada y una boda arruinada

Aquí no hay quien viva

Tras darle muchas vueltas y varias idas y venidas con Roberto y Carlos, finalmente Lucía decidió decantarse por la persona con la que más tiempo había pasado y casarse con Roberto, organizando la boda de sus sueños. Llegaron a pasar por el altar en una preciosa ceremonia celebrada al aire libre. Sin embargo, una vez en el banquete, Lucía descubrió que Roberto le ha engañado con Ana, la nueva vecina, gracias a las declaraciones de Carlos, que se presentó en medio de la fiesta para fastidiarlo todo.

Pero lo peor para Lucía no fueron los cuernos, sino enterarse en medio de la celebración y haber sido engañada por sus propias amigas y por el resto de sus vecinos, que incluso habían celebrado una junta para decidir si le contaban o no la verdad, acordando mantener el secreto para poder acudir al banquete de la boda y comer y beber de forma gratuita.

8 La hippie

Aquí no hay quien viva

Lucía siempre ha sido una chica que no ha sabido estar sola, pero la fortuna en el amor tampoco ha estado de su lado. Fracasó su larga relación con Roberto y también su breve noviazgo con Carlos. Sin embargo, de la noche a la mañana Yago hizo acto de presencia en Desengaño 21, un joven activista que siempre estaba luchando por el bien del planeta, de los animales y de los más desfavorecidos.

En un intento desesperado de encandilar a Yago y hacer que el chico se quedara prendado de ella, Lucía intentó dejar aparcado su lado de niña rica para convertirse en una auténtica hippie. Tantas eran sus ganas de conquistar al cubano que le pidió ropa a Belén, dejó de asearse e incluso permitió que sus axilas quedaran cubiertas por pelo. Pero su intento de aparentar lo que no es terminó siendo un fracaso.

9 Fingiendo un orgasmo

Aquí no hay quien viva

Al conocer que Ana había fingido los orgasmos la primera vez que se acostó con Bea, las chicas iniciaron un debate sobre si estaba bien o no engañar a tu pareja. Mientras Belén y Carmen estaban a favor de dejarse llevar por la imaginación y actuar, Bea y Lucía estaban completamente en contra por considerarlo algo deshonesto, confesando, además, que ellas nunca habían necesitado recurrir al cuento.

Aunque ella estaba en contra de fingir un orgasmo porque le parecía algo patético, Lucía no pudo evitar actuar mientras practicaba sexo con Yago al no ser capaz de concentrarse y no quitarse de la cabeza la conversación con sus amigas. Encima, luego no supo si contarle la verdad o no a su chico e intentó resarcirse acostándose de nuevo con él, pero su cabeza volvió a llenarse de absurdas ideas y volvió a fingir. Al final fue peor el remedio que la enfermedad y al hablar con él, Lucía descubrió que Yago ya sabía que fingía y se había acostado con su ex para subir su autoestima, dejando a Lucía totalmente alucinada.

10 Un vídeo casero

Lucía y Roberto en 'Aquí no hay quien viva'

Para revitalizar la pareja y cambiar la rutina, Lucía quiso hacer caso de la genial idea de Belén de probar cosas diferentes y compró una cámara para grabarse en vídeo mientras practicaban sexo. En un principio Roberto rechazó la idea porque le parecía innecesaria, pero finalmente aceptó la propuesta e incluso le encantó verse en plena acción, mientras Lucía se abochornaba por completo contemplando las imágenes.

Lo que ninguno de los dos imaginaba era que ese vídeo iba a terminar en manos de la inocente Vicenta, que en lugar de alquilar "Mary Poppins" se llevó a casa el vídeo casero de la pareja. La cara de Lucía al descubrir el error de Roberto fue todo un poema, y conseguir recuperar la grabación, una auténtica odisea. Para colmo, Mariano logró hacerse una copia del vídeo, presentándolo a un concurso amateur con el que consiguió ganar un premio de 3.000 euros.