Ucrania ha vuelto a mover ficha y parece que no va a parar hasta conseguir su propósito. Las autoridades del país antitrión del certamen han redactado un documento para prohibir la entrada a Yulia Samóylova, la representante rusa en el Festival de Eurovisión 2017. Además, han advertido a la cantante de que, por su bien, no debería acudir a la cita eurovisiva.
Yulia Samóylova, representante de Rusia en Eurovisión 2017
Por su parte, el Kremlin también se ha pronunciado. "No sé cuál es la decisión de los organizadores, pero hasta donde sé, reemplazar a Yulia no entra en nuestras opciones", ha admitido Dmitri Peskov, portavoz del gobierno ruso, a la agencia rusa de noticias Tass. Además también se ha mostrado irónico al hablar sobre los artistas vetados para entrar al país: "Casi todo el mundo ha ido a Crimea, es difícil encontrar a alguien que no haya estado allí".
El objetivo del Festival de Eurovisión
Hubo un tiempo en el que las baladas en francés, los vestidos largos y pomposos eran los protagonistas de un Festival que había nacido en 1956 con la intención de retransmitirse cada año por radio. A día de hoy, el Festival es una de las pocas tradiciones paneuropeas que conservamos y que tiene como objetivo garantizar la diversidad cultural para promover los valores de tolerancia y solidaridad.
Sin embargo, con todas las informaciones políticas vertidas sobre el Festival, parece que se ha olvidado el mensaje más importante que se intenta transmitir en el certamen musical europeo: No importa de dónde vengamos, en lo que creamos, el tipo de música que nos guste o qué tradiciones celebremos, es un día en el que podemos unirnos gracias a la música.