¿Les preocupa realmente a los denominados talent shows encontrar talentos ocultos y darles el valor que merecen? ¿O no dejan de ser programas de televisión que tienen que ofrecer un espectáculo que enganche la audiencia? El debate se ha reabierto con la victoria de Antonio "El Tekila" en la segunda edición de 'Got Talent España', especialmente después de que Forocoches haya reivindicado la autoría de los votos con el objetivo de "trolear" al programa de Telecinco. Una posibilidad, el triunfo de El Tekila, que siempre estuvo ahí aunque posiblemente nunca llegaron a considerarla.
¿Merecía "El Tekila" ganador 'Got Talent España 2'?
Porque sí, el público es soberano y puede coronar a los concursantes que más simpatía le despierten, pero para llegar a ese punto hay una criba previa, ya sea a través de un equipo de casting o de un jurado de famosos, que decide dar una oportunidad al concursante en cuestión. Y es en ese punto cuando muchos programas parecen olvidar su finalidad última, que es la de poner en valor una serie de aptitudes, a favor del espectáculo televisivo. Algo que no parece importar mientras se aseguren los minutos de entretenimiento pero que torna en drama cuando el concursante que se suponía que debía limitarse a hacer reír acaba llevándose el premio final.
De Esther Aranda a Belén Esteban: ¿Merecían estar en un talent show?
Si nos remontamos a los talent y reality shows de los últimos años, encontramos múltiples casos de concursantes "infiltrados". Por ejemplo, Marcos en 'Fama ¡a bailar!', Raquel en 'Supermodelo 2007' o Alberto en 'MasterChef 3', que crearía el polémico "león come gamba". El rey de los talents en nuestro país, 'Operación Triunfo', tampoco tiene las manos limpias y quizás fue Esther Aranda quien marcó un antes y un después por ser la primera en entrar sin llegar al mínimo al que tenía acostumbrado el programa, cuyos pasos siguió Elías un año después.
Esther Aranda, concursante de 'OT 2008'
La práctica de incluir en el casting a participantes que aseguren juego y vídeos virales es muy habitual y también se produce en otros países como en el 'The X Factor' británico. Su recorrido, eso sí, no suele ser muy largo y apenas sobreviven durante dos o tres semanas, a menudo retorciendo las propias normas del formato y bajo excusas ya manidas como "has mejorado mucho" o "lo importante es la evolución".
Lo normal entonces es que la audiencia ponga las cosas en orden a través de sus votos y el concurso transcurra con normalidad, elevando su nivel de exigencia en cada entrega. De hecho, seguro que más de un productor respira tranquilo cuando los tachados de "frikis" dejan el concurso y se esfuman sus posibilidades de éxito. Mainat y Toni Cruz confesaron recientemente en Rac1 haber creado un premio alternativo del jurado para compensar la previsible victoria de Belén Esteban en 'Más que baile', quien aseguraba los datos de audiencia a pesar de no prosperar en la mecánica del concurso, que era perfeccionar las dotes de baile.
¿Es la televisión una descubridora de talento?
Yolanda Ramos en 'Tu cara me suena'
En 'Got Talent España 2' tan solo Risto Mejide se opuso desde el principio a la permanencia de El Tekila en el concurso, mientras que Eva Hache se ha mantenido siempre fiel al participante. Edurne y Jorge Javier Vázquez, por su parte, han acabado retractando su apoyo al bailarín tras ser testigos de su victoria, tal y como manifestaron abiertamente durante la final. Seguramente, pensaron, la gracia de escogerlo en las audiciones les ha acabado saliendo cara tras ver cómo se ha movilizado el público.
Evidentemente, los programas de televisión deben saber encontrar el punto intermedio entre consagrarse como descubridores de talento y ofrecer entretenimiento puro. Esto ocurre también, por ejemplo, con la presencia de Yolanda Ramos o Silvia Abril en 'Tu cara me suena', donde ellas mismas reconocen que, más allá de competir para lograr la imitación más perfecta, su participación está más vinculada a la diversión del espectador. En este caso, el papel del jurado tiene una importancia mucho mayor, asegurando la integridad del formato.
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Si vamos más allá, podríamos incluir en este listado a personajes como Lety o Pupi Poisson en '¿Quién quiere casarse con mi hijo?', aspirantes que, evidentemente, no fueron elegidos con la convicción de que conseguirían conquistar a Roi o Leo, así como Pedre o Yong Li en 'Un príncipe para Corina'. O, por ejemplo, a Kiko Rivera en 'Supervivientes', cuya condición física no era la idónea para participar en el reality a pesar del enorme reclamo en audiencia. Al final, y aunque en un reality show hay ciertas licencias que sí son más admitidas, la pregunta que queda abierta es siempre la misma: ¿Hasta qué punto se toma la televisión en serio a sí misma?