Ucrania avisó, y ha cumplido con lo que prometió: la representante rusa en el Festival de Eurovisión 2017, Julia Samoylova, no podrá acudir al eurofestival por haber cantado en Crimea tras la anexión de esta región a Rusia. Pese a la gravedad del asunto, la rusa se ha mostrado optimista y esperanzada. "Espero que la situación cambie rápidamente y de manera significativa", ha afirmado.
Julia Samoylova en una actuación
"Es muy divertido observar todo lo que está ocurriendo. No comprendo qué es lo que han visto en mí, en una chica tan pequeña. Creen que soy una amenaza. No estoy molesta", ha compartido en una entrevista con la televisión oficial de Rusia. De momento y a la espera de posibles nuevas decisiones, las televisiones rusas participantes en el certamen musical europeo, Channel One y RTR, han acordado que Julia cantará en Eurovisión 2018, independientemente del país que organice el certamen.
La UER vela por los valores de Eurovisión
Por primera vez en la historia del Festival de la Canción de Eurovisión un país ha decidido vetar uno de los artistas participantes. Desde el ente organizador del concurso, la UER, han denunciado la decisión de Ucrania y afirman estar en conversaciones con el país anfitrión de esta edición para que cambien los planes.
"La decisión va en contra tanto del espíritu del concurso como de uno de sus principales valores, que es la inclusión", ha sentenciado Jon Ola Sand, el supervisor ejecutivo del Festival y miembro de la UER. No obstante, cabe destacar la pasividad y el silencio que ha tenido el ente ante los movimientos que ha ido dando los servicios de seguridad ucranianos.
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Tal y como recogen los estatutos del eurofestival, este garantiza la diversidad cultural para promover valores de tolerancia y solidaridad; protege y promueve la herencia cultural europea y refuerza la identidad de los pueblos, la cohesión social y la integración de todos los individuos, grupos y comunidades. Pese a esto, el festival de 2017 va camino de coronarse como el más político hasta la fecha. Ahora mismo, el número 1 de "ese top" es el de 2005, que, casualidad o no, también lo acogió Ucrania.