LAS CLAVES

Crítica de 'El Puente': El género reality se reinventa y alcanza la madurez con las claves que lo encumbraron

Tras tantos años de realities, quién iba a pensar que era tan fácil dar con un formato revolucionario como poner el foco en las bases del género.

Por David Carro El 29 de Mayo 2017 | 12:08

De la suma de #0, Zeppelin TV y Paula Vázquez solo podíamos esperar un formato que marcase un antes y un después en nuestra televisión. 'El puente' se presentó con esta premisa y, tras visionar el primer capítulo que se estrena este lunes 29 de mayo a las 22:00 horas en Movistar+ y en YouTube, podemos afirmar sin riesgo de dudas que ha sido cumplida.

15 concursantes abandonados en un paraje natural y un objetivo, el de construir un puente de 300 metros para alcanzar un tesoro de 100.000 euros, es suficiente para enganchar tanto al espectador que no suele frecuentar este tipo de programas como al amante de los realities que lleva años reclamando algo nuevo de ese género que le apasionó allá por el año 2000 y que últimamente se preguntaba si no estaría llegando ya al límite del agotamiento.

'El Puente' supone un punto de inflexión en el género de los reality shows a nivel técnico y narrativo. Parece mentira que, en realidad, para conseguirlo bastase con tomar las bases del género en sí mismo y convertirlas en las auténticas protagonistas del formato, sin grandes artificios, concursantes atormentados ni giros retorcidos en la mecánica. A continuación, te ofrecemos las claves por las que 'El Puente' va a convertirse en todo un referente de la televisión.

1 Una apuesta clara por la realidad...

Construir un puente, la clave del nuevo reality de #0

Ni nominaciones, ni expulsiones, ni concursantes puestos al límite. La clave de 'El Puente' es cómo 15 personas que no se conocen de nada se ponen de acuerdo en la ardua tarea de construir un puente de 300 metros. El programa apenas interviene en la convivencia y las instrucciones que les proporciona son bastante escasas, de modo que lo que cuenta el reality, al final, es la historia de cómo se construye una sociedad desde cero.

Porque, al final, el alma del género es la humanidad que hay en él, y esto es algo que solo podían saber en Zeppelin TV. La productora que trajo 'Gran Hermano' a nuestro país y cambió definitivamente la televisión lleva años contando historias a través de los reality shows y conoce las claves que enganchan al público. También sabe que, tras casi dos décadas viendo todo tipo de supervivencia televisada, giros imposibles y factuals enrevesados, el espectador echa en falta más reality en un reality show. Como queriendo volver a lo básico, 'El Puente' demuestra una vez más que menos es, casi siempre, más.

2 ...sin olvidar el show

La estrategia social será necesaria para hacerse con el premio de 'El Puente'

Que nadie se asuste. Aunque echemos en falta la simplicidad de la convivencia, 'El Puente' no es un programa aburrido y no olvida que la televisión también debe ofrecer espectáculo y entretenimiento. El componente de show lo pone el giro relacionado con el premio final: los 100.000 euros de premio solo los ganará aquella persona votada por sus propios compañeros, quien podrá elegir si los reparte o no y de qué manera. La estrategia se despliega en ese momento como si el tesoro fuera el muerto que recrudece el fin de semana de acampada en una película de terror.

El programa juega así con la información con el fin de desestabilizar la convivencia, si bien lo hace de una forma muy escueta. Es una bengala roja lanzada por Paula Vázquez la que les informa de que tienen noticias en una plataforma flotante en medio del lago, su único nexo de comunicación con el equipo de producción. Un detalle, cuidado como todos los demás, que enriquece el tono del programa.

3 Un debate entre concursantes más elevado

El machismo, entre los debates de los participantes de 'El Puente'

Construir un puente es el casi imposible objetivo marcado por el programa y de él depende el premio final, todo un acierto que los mantiene alerta y trabajando. ¿Por qué? Aunque superar otros formatos como 'Supervivientes' es todo un reto, siendo realistas el programa nunca va a permitir que a los concursantes les ocurra algo realmente grave si deciden no buscar comida. Sin embargo, sí es verosímil pensar que no hay ningún problema en dejar a los participantes sin premio si no se esfuerzan.

Esto provoca un debate más serio entre los concursantes, alejado de edredonings y frases como "España me quiere". Ojo, también hay tiempo para romances y discusiones como en toda convivencia, pero en el curso del día a día salen a la luz conversaciones sobre los micromachismos, el respeto, las relaciones sentimentales o las inquietudes vitales de cada uno. 'El Puente' hace adulto al género reality y pone sobre la mesa debates que también interesan a la gente, recordando, en ocasiones, a aquellas apasionantes charlas sobre la religión y la sociedad entre Judit y Andalla en 'GH 9'.

4 ¿Reality o película? Una factura técnica impecable

La isla a la que tienen que llegar los concursantes de 'El Puente'

Todo suma en la clara intención de ofrecer un producto cuidado y alejado del estilo casero que suele acompañar a los reality shows. Los tiros de cámara, los drones y helicópteros que captan la belleza del paraje de la Patagonia y el montaje visual y, muy importante, sonoro, sumergen al espectador en la historia que nos quiere contar el programa.

Porque una cosa es importante: aunque 'El Puente' aproveche y potencie las bases del género, funciona bien porque estamos en el año 2017. Posiblemente el espectador nunca lo habría comprado como realidad si el primer 'Gran Hermano' que llegó a nuestro país no hubiese traído esa estética de vídeo de viaje de amigos que, paradójicamente, sí fue rompedora en su momento.

'El Puente' también innova en la manera de contar la convivencia de los 15 participantes y, en lugar de hacerlo de forma lineal, realiza saltos temporales en el curso de los acontecimientos. De hecho, recuerda a 'Perdidos' porque cada programa está dedicado a unos pocos concursantes y la narración de la convivencia se intercala con sus vídeos de presentación. Esto añade un componente de misterio al programa, ya que durante varios episodios ves a personas interactuar sin saber realmente quiénes son.

Hace ya tiempo que el espectador ha asumido que lo que ve en un reality show es, inevitablemente, la narración que el programa hace de una serie de acontecimientos que, en efecto, son reales. Y lo ha asumido con gusto, en vista del éxito de formatos como '¿Quién quiere casarse con mi hijo?'. En la línea del anterior punto, el espectador se cree esta narración también próxima a una ficción porque, una vez más, estamos en el año 2017.