'Orange Is The New Black' 5x06 Recap: "Flaming Hot Cheetos, Literally"

En el anterior capítulo de 'Orange is the New Black' las reclusas intentaban limpiar su imagen de terroristas con la ayuda de Judy King, sin embargo, finalmente decidían hablar ellas mismas delante de las cámaras y dar la cara para reclamar los derechos que propiciaron el motín. El emotivo y reivindicativo discurso de Taystee dejaba a todos lo con la boca abierta, incluidas a sus propias compañeras, e incluso dejaba libre a Judy para demostrar que no la estaban reteniendo como rehén. ¿Conseguirán ahora que les hagan caso? ¿Tomarán cartas en el asunto las autoridades?

En este sexto episodio de la quinta temporada de 'Orange Is The New Black', titulado "Flaming Hot Cheetos, Literally", Dogget se enfrenta a un posible castigo por parte del resto de presas después de haber ayudado a su amigo guardia de seguridad a escapar con la pistola. Además, reciben varios regalos por parte del gobernador, una mínima parte de lo que habían solicitado. Por su parte, Frieda les enseñará su gran secreto a algunas de sus compañeras y conoceremos algunos detalles más del pasado de Taystee. Veamos al detalle lo sucedido en este nuevo capítulo.

Amiga al rescate

Aunque Big Boo le advirtió que se metería en problemas si no se alejaba del guardia, Dogget no quiso hacer caso a su amiga y se jugó el cuello dejándole escapar de prisión y dándole la pistola. No es de extrañar que ahora el resto de reclusas quieran vengarse, pero Big Boo no piensa dejarle tirada, ya se sabe, una buena amiga te reprocha tu mala actitud, pero luego está ahí a tu lado apoyándote y ayudándote a salir del bache. Además, en esta ocasión, enfrentarse al resto de reclusas, que están deseando saciar su sed de venganza, no va a ser nada fácil.

Como era de esperar, las chicas someten a Dogget a una especie de juicio para decidir qué van a hacer con ella, mientras Big Boo ejerce de abogada defensora de su amiga. Esta subtrama es una excusa perfecta para mostrarnos que las reclusas pueden comportarse civilizadamente y actuar mediante democracia, aunque a veces las hayamos visto haciendo locuras, como cuando comenzó el motín. Finalmente, aunque alguna de las presas se quede con ganas de violencia, el juicio concluye con una condena de servicios comunitarios, por lo que Dogget se libra de cualquier cruel castigo que se les hubiese ocurrido, como compartir baño portátil con Caputo.

Líderes a su manera

En el episodio anterior pudimos comprobar cómo Alex se había convertido en la líder del grupo que quiere desentenderse del motín y seguir cumpliendo su condena para pagar por los errores cometidos. Sin embargo, no es la única, Nicky también se ha convertido en un modelo a seguir, en este caso en forma gran consejera para sus compañeras. La confianza que da contarle tus secretos e intimidades a alguien provoca que Nicky y Lorna terminen dejándose llevar por la tensión sexual no resuelta que siempre existirá entre ellas, algo que solo perjudica a Nicky, puesto que Lorna solo busca divertirse mientras ella está enamorada de su amiga.

Otra líder surgida a base de esfuerzo y tiempo es Frieda. La mujer nos sorprendió capítulos atrás con un refugio repleto de todo lo que puede necesitar un ser humano para sobrevivir durante un tiempo y con todas las comodidades que podamos imaginar -teniendo en cuenta que se encuentran dentro de una prisión-. Ahora ha decidido compartir con unas pocas compañeras su gran secreto, dejándoles acampar a sus anchar en el refugio, lo que les servirá también para aislarse y desvincularse del motín.

Nada de mentiras y chantajes

Tras haber asesinado a Poussey, Bayley no es capaz de levantar cabeza, aunque ha intentado ir a la cárcel, no lo pueden retener si nadie presenta cargos contra él. Viendo que nadie le ayuda a pagar por lo que hizo, decide quitarse la vida, pero el pobre no sabe ni suicidarse. Lo que sí consigue es que sus padres le manden al psiquiátrico para que le ayuden. Resulta un tanto paradójico, las reclusas quieren que pague por el asesinato, Bayley también quiere lo mismo, pero las autoridades se niegan a ello. Mientras tanto, quien sí está aprovechando su paso por la cárcel es Aleida. La mujer ha visto la oportunidad de hacerse famosa contando en televisión su experiencia, y quién sabe, a lo mejor así también logra ayudar a su hija y a sus antiguas compañeras.

El gobernador parece haber escuchado sus quejas, sin embargo, simplemente quiere aparentar estar preocupado, porque solo desea mantener su imagen limpia de cara a las próximas elecciones. Así pues, las reclusas reciben varias cajas con algunas de las cosas que solicitaron, lo que les hace pensar que Taystee es una heroína y que sus palabras surgieron efecto, pero andan muy equivocadas. De este modo, aunque les prometen que harán todo lo que puedan, no les sirve y no piensan liberar a los rehenes. Al final optan por quemar el soborno para demostrar de cara a las cámaras que no piensan ceder. Menos mal que se han dado cuenta porque ahora que han llegado tan lejos sería un tanto ridículo echarlo todo a perder por unas simples chucherías.

Conocer aspectos del pasado de las reclusas nos sirve para entender su forma de pensar y actuar en la actualidad. Por este motivo, no es de extrañar que Taystee no se crea las promesas del gobernador ni los regalos envenenados que les ha hecho llegar, ya que su propia madre le mintió y engañó creándole falsas ilusiones cuando solo tenía dieciocho años. Después de reencontrarse con su madre, que la abandonó cuando era un bebé, esta le hizo creer que les contaría a su familia de ahora que tiene una hija a la que dio a luz con quince años, pero nunca fue así e incluso rechazó acogerla en su propia casa, anteponiendo a su actual familia a su hija, sin atreverse a contarles la verdad y demostrando una vez más ser una auténtica cobarde. Aunque Taystee sufrió, de esa historia sacó una valiosa lección que ha podido emplear en el motín para seguir luchando.