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La trifulca entre Jordi Martín y David Bustamante no es el único conflicto del verano. A este le sigue el enfrentamiento entre Kiko Matamoros y su hijo, Diego. El colaborador de 'Sálvame' volvió a sacar el tema en 'Viva la vida', el pasado domingo 6 de agosto, en donde aseguró que le "pesa" el no haber podido gestionar correctamente la polémica entre ambos.
Kiko Matamoros y Diego Matamoros en 'Sálvame'
"Quizás yo tengo una responsabilidad también que me pesa y es el no haber sabido gestionar convenientemente determinadas circunstancias que acompañaron a mi separación y en ese sentido también exculpo a mis hijos", continuaba ante la atenta mirada del público presente en plató. Asimismo, aseguró que pese haber oído "barbaridades y cosas humillantes", perdona a sus hijos.
Kiko Matamoros se disculpa
"Pido perdón a la madre de mis hijos, a mis hijos, a quien sea, pero quiero lo mismo y de corazón, con sinceridad, con honestidad. No le pido a mis hijos que tengan que querer a nadie, pero sí respeto absoluto porque es el que me tienen que tener a mí", le confesó Kiko Matamoros a Carlota Corredera.
El abrazo más esperado de la televisión
Kiko y Diego Matamoros dándose un abrazo en 'Sálvame'
Tras las palabras de su padre, Diego Matamoros, que también se encontraba en plató, no ha podido evitar acabar soltando alguna que otra lágrima. Pese a que ambos no quieren que se solucionen sus problemas en público, sino a puerta cerrada, Carlota Corredera intentó que ambos se reconciliaran en directo. Aunque no lo consiguió, lo cierto es que cuando Diego se marchaba del programa, fue a darle un emotivo abrazo a su padre. Algo que despertó los vítores y las lágrimas de todos los presentes.
"Me hubiese encantado que Kiko hubiese podido ser mas expresivo, pero también entiendo que él quería que fuera en privado. Diego ha tenido la iniciativa, yo entiendo que después de escuchar a Kiko como ha hablado. Hay que ser de hielo para no acercarse a tu padre, ojalá ese abrazo sea todo lo intenso que os merecéis fuera del plató", dijo Carlota Corredera, que no podía evitar llorar de la emoción.