Alejandro acudía a 'First Dates' temiendo que su compañero de mesa pudiera rechazarlo por trabajar en el mundo de la noche, por lo que no ha tardado en desvelar algunos datos sobre él: "Los fines de semana me llaman 'La Sandwich', no me preguntes por qué". No obstante, pese a la cara de asombro que había puesto su cita, Marco Antonio, en un principio, finalmente ha logrado mostrarse comprensible con la situación: "A mí me da igual que el chico use tacones, yo, ante todo, respeto a todo el mundo".
Alejandro, un comensal de 'First Dates'
Dejando paso a la imaginación y sin desvelar la misteriosa razón por la que Alejandro es apodado "La Sándwich", la cita empezaba con buen pie, y es que ambos comensales parecían haberse gustado físicamente. De esta forma, pese a la preocupación que ya traía de antemano Alejandro, en principio, su compañero parecía no tener ningún problema con el mundo de la noche: "Es trabajo". Poco después, se sinceraba y contaba que él también ha trabajado de camarero en turnos nocturnos.
Para Alejandro, encontrar el amor no ha sido una tarea fácil, y es que trabajar de noche es algo que no todo el mundo está dispuesto a aceptar. Por suerte, su pareja no parecía tener este problema aunque, por si acaso, Alejandro ha querido explicar en qué consiste actualmente su vida: "Hasta hace cuatro años, yo me dedicaba a bailar y ya está, pero ya empecé con mi marca de complementos y tengo mi taller, además de estar formándome con mis estudios de marroquinería, bolsos, etc. Es lo que quiero". El comensal ha dejado claro que "el mundo de la noche es algo puntual".
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Único motivo de enfado
Marco Antonio se había mostrado comprensible durante toda la cita, excepto en un tema. Pese a que todo parecía ir sobre ruedas, ha habido un punto que no le ha gustado al comensal, y es que su pareja afirma no discutir por nada: "Hay pocas cosas que me puedan molestar". Marco, sin embargo, cree que esto es algo negativo para una relación porque podría dar lugar al aburrimiento: "Todos los extremos son malos". Pese a ello, Marco ha conseguido descubrir cuál sería el único motivo por el que su pareja podría enfadarse: que le toquen sus tacones.