El grupo Prisa anunció hace unos días el cese de su actual director ejecutivo, Juan Luis Cebrián. Tras estudiar diversos candidatos, se decidió que su sucesor sería Javier Monzón, antiguo presidente de Indra durante veinte años, entre otros puestos destacados. Sin embargo, en la reunión del viernes 13 de octubre en la que su nombramiento se iba a hacer oficial, Monzón ha rechazado la oferta.
Javier Monzón junto a Ana Patricia Botín, actual presidenta del Banco Santander, en una imagen de 2016
A pesar de contar con el apoyo de Banco Santander y Telefónica, dos de los principales accionistas, y tener el visto bueno de Cebrián, Monzón anunció la retirada de su candidatura. El motivo, según parece, serían los cambios que Cebrián habría hecho en el plan de sucesión a última hora. Algunos medios apuntan a que el periodista habría alargado más de lo previsto el proceso de traspaso de poderes, algo que no habría gustado a Monzón.
De este modo, Prisa se queda sin su candidato para suceder a Cebrián. El fondo Amber estaría entre los accionistas mayoritarios que habría exigido la retirada del fundador de El País. El cambio era una condición indispensable para poder llevar a cabo una ampliación de capital de más de 400 millones de euros, con el fin de paliar la deuda que afronta la compañía. Estaba previsto que esta reestructuración financiera fuera aprobada en la misma reunión, junto con el nombramiento oficial de Monzón como nuevo presidente. Por el momento, se desconoce si acabarán aplicando dicha ampliación de capital.
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Una tarea nada sencilla
Sea quien sea el nuevo sucesor de Cebrián que escogerán los accionistas, el trabajo que tiene por delante no será fácil. Aunque Prisa ha reducido su deuda desde los máximos de 5.000 millones de euros de 2007, el grupo tendrá que hacer frente en 2018 al vencimiento de una deuda que asciende a los 956 millones y por la que podrían llegar a perder sus principales activos.