El productor y gran magnate de Hollywood, Harvey Weinstein, continúa en el punto de mira del hervidero en el que ha convertido la sociedad estadounidense. Después de las incontables acusaciones y de todas las consecuencias que ha conllevado el destape del escándalo por parte de Ashley Judd, Weinstein internó en un centro de rehabilitación en Arizona. Una semana después, lo abandona tras haber completado el programa.
Harvey Weinstein y su exmujer Georgina Chapman
Durante siete días, los terapeutas han intentado que la adicción al sexo de Harvey Weinstein deje de suponer un problema no solo personal. Para ello, se han centrado en cuatro puntos clave a su alrededor: enfrentarse a su odio en primer lugar, trabajar su actitud ante los demás, en segundo; entender los límites del trabajo a continuación; y por último, la empatía.
Las consecuencias de sus actos
Tener que someterse a una terapia de siete días, tal y como anunciaba la abogada después de publicarse el reportaje en The New York Times, ha sido solo una de las consecuencias que Weinstein se ha visto forzado a afrontar. Su mujer, Georgina Chapman le ha pedido el divorcio y la productora que él mismo fundó le ha despedido a causa de la mala imagen que ha provocado en la vida pública.
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El principal objetivo del empresario y de las personas que están ayudándole en su tratamiento es que recupere su vida normal, o lo que debería haber sido una vida normal. Mientras tanto, la policía de Londres y Nueva York ha anunciado que han abierto investigaciones en relación a las demandas recibidas, teniendo en cuenta que algunas de las que en su momento de intentaron llevar a cabo, jamás vieron la luz.