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La cuarta temporada de 'Black Mirror' ya está disponible en Netflix. Aunque se trata de una antología compuesta por historias distintas, en esta nueva temporada llama especialmente la atención que uno de sus episodios: "Arkangel". Dirigido por Jodie Foster y protagonizado por Rosemarie DeWitt, el capítulo resalta sobre el resto al no llevar consigo el típico telón futurista y tecnológico al que la serie de Charlie Brooker nos tiene acostumbrados.
Imagen del segundo episodio de la cuarta temporada de 'Black Mirror', "Arkangel"
Aunque ninguna de las dos había visto 'Black Mirror' con anterioridad, ambas se han mostrado muy conformes con su trabajo en el segundo episodio de la nueva temporada. "El aspecto humanizador de esta historia es algo que definitivamente sentí en la página al leer el guión", recalcó DeWitt. "Me encanta el tapiz. Ese tapiz apretado e increíblemente intrincado de Ingmar Bergman sobre la relación entre madres e hijas. Y la progresión natural de eso", alabó Foster. La directora admitió que incluso había logrado enlazarlo con sus propias experiencias personales: "Creo que comprendo ambas caras de la moneda. Siempre lo haces en las películas". Foster resaltó el hecho de que el episodio cambie constantemente de la perspectiva de la madre a la de la hija y viceversa: "No hay distinción clara entre una madre y una hija. Esa diferencia tiene que ser hecha por la hija en el momento de independizarse".
Las dificultades del rodaje
Al final del episodio, Sara, ya adolescente e interpretada por Brenna Harding, está a punto de matar a su madre a pesar del chip, pero se detiene y la abandona. Un desenlace que, desde la perspectiva de Foster y DeWitt, era el acertado. "Necesitaba experimentar la pérdida de su hija, que es de lo que ha estado tratando de protegerse toda su vida. Es realmente su peor temor hecho realidad", explicó De Witt, al hablar del personaje que interpreta. "Fue una escena difícil de rodar. Extrañamente, a veces las cosas más emocionales para la audiencia, son las más técnicas para nosotros", describió DeWitt, al hablar del rodaje de dicha escena. Un punto en el que Foster coincidía: "La mayor alegría que tengo como directora es ver a los actores dando tanto".
Rosemarie DeWitt en "Arkangel"
"Arkangel" fue grabado en noviembre de 2016 durante tres semanas (unos 18 días, concretamente) en Toronto, tiempo que incluyó el día de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. De hecho, la escena final en la que Marie sale de la casa ensangrentada fue la que grabaron al día siguiente de descubrir que Trump sería el nuevo presidente del país. "Para la escena, tenía que golpear mi teléfono diciendo: '¡No! ¡No! ¡No!', una vez que Sara se va. Eso es lo que había hecho mientras estaba en la cama viendo cuáles eran los resultados que llegaban. Por eso no había actuación ahí", reveló DeWitt.
Un contexto menos futurista de lo habitual
Sobre la elección de un contexto menos futurista para el episodio, Foster admitió que era algo que ella quería hacer, al plantearse como sería América en un futuro próximo. "Ella tuvo una vida dura de clase trabajadora, y esa bonita, pequeña y perfecta niña es su luz. Eso te pone al corriente de cómo vive indirectamente a través de ella y por qué quiere protegerla", explicó la directora, refiriéndose al personaje de Sara. En lo referente a la historia que pudiera existir más allá del negro con el que acaba el episodio, Foster fue tajante: "Tanto si es metafórica como físicamente, la ha perdido. Nunca volverán a tener esa relación. Ha terminado, como debería ser. Hemos sido testigos del nacimiento de la individualización; ese es el ciclo de la vida y es por eso que termina con un fondo negro".