La Academia del Cine celebraba este sábado 4 de febrero la 32ª edición de los Premios Goya 2017. El reto era complicado: evitar las críticas de años anteriores, lograr una gala con ritmo, ingenio y espontaneidad y conseguir que los espectadores se enamoraran del cine español producido este año. ¿Reto conseguido? No. Nos hemos encontrado con una gala con muchos problemas de base que deben solucionarse cuanto antes para volver a reconquistar a los espectadores. Queda mucho por trabajar para que los Goya 2018 sí nos gusten, interesen y entretengan.
Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla
Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla no convencen
A diferencia de los últimos años, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla se convertían en esta edición en los maestros de ceremonias de la noche. Ambos gustan al gran público con su peculiar humor y sí, precisamente esa es su gran baza, contar con un humor diferente que conquista rápidamente, posiblemente por ello este año fueron los elegidos de relevar a Dani Rovira. ¿El problema? No han sabido plasmarlo en los Goya.
Desde el primer minuto de la noche ambos se encontraban claramente desubicados y no pudieron trasladar su buen trabajo en formatos televisión a la gala, aquí no encajaron. Los espectadores y público presente en el Hotel Auditorium de Madrid no dejaba de escuchar un sinfín de chistes que tenían poco gracia y que simplemente entorpecían el ritmo habitual de la gala; muchos de los invitados presentes supieron llevar con mucho más humor la noche, conseguían por momentos levantar una gala que no hacía demasiada gracia a nadie.
Paquita Salas
Paquita Salas sobresale
Una de ellas fue sin duda Paquita Salas, el personaje creado por Los Javis se convirtió instantáneamente en la gran estrella de la noche. Todos la esperábamos y no, no defraudó. Brays Efe se enfundó con gran acierto en el traje de la representante de artistas más conocidas de Netflix. Tuvo dardazos para todos (incluida Carlota Corredera), supo reírse de ella misma, lanzó guiños a actrices que han salido en la ficción y además evidenció de una forma ácida y muy clara la actual situación del cine español. Consiguió atraer la atención de los espectadores, algo que no es nada sencillo; logró que el interés de la gala creciese y se ganó con creces el repetir el año que viene.
Cristina Castaño, la gran sorpresa de la noche
Otra de las grandes revelaciones de la noche fue Cristina Castaño. La que fuese protagonista de 'La que se avecina' y que ahora podemos ver en 'Cuerpo de élite' sorprendió a todos con un monólogo que mezcló reivindicación feminista con mucho humor. Supo jugar muy bien su papel y rápidamente se ganó el puesto de presentadora el año que viene. ¿Por qué no un rostro así para hacerse cargo de la gala? Ácida, divertida, rápida y reivindicativa, así fue Castaño, quien logró atrapar a los espectadores de forma inmediata con un monólogo que no se hizo pesado y que sí agradecimos, mucho.
Cristina Castaño
El feminismo, necesario y bien representado
Ella fue una de los rostros que reivindicaron el feminismo en los Goya pero no fue la única. Es imposible no destacar los enormes discursos de Nora Novas y Pepa Charro. Al escucharlas era imposible no levantarse y aplaudir, felicitarlas porque sí, es necesario que se hable claramente de lo que sucede en la industria y que se haga con cifras, como hicieron ambas. Que se evidencie donde está el problema y que se deje claro que no, todavía no hay igualdad aunque sea necesaria.
Queda mucho por luchar, mucho por combatir, quedan muchas trabas que sobrepasar para que la igualdad sea una realidad. Por ello era necesario el hueco que ambas tuvieron en la gala para decirlo alto y claro, para gritar a los cuatro vientos que la situación de las mujeres en el cine no es para nada positiva (todavía), para chillar que es necesario cambiar el sistema si queremos evolucionar. Ambas fueron concisas y directas. Así, sí.
Estructura inexistente: su gran problema
A lo largo de la gala se evidenció un problema muy grave que demuestra que es muy necesario un cambio profundo en la forma de realizar una gala como los Premios Goya 2018: no hay una estructura clara. En ningún momento se creó un hilo argumental que atrapase al espectador y tampoco había una estructura con sentido que relacionase todo lo que sucedía sobre el escenario. Sketches, discursos reivindicativos, entregas de premios seguidas, una actuación musical, más sketches... durante toda la noche pudimos ver como todos iba sucediendo sin un orden claro.
¿El problema? El espectador se pierde, no se logra centrar su atención y acaba desenganchandose de la gala. Para crear una buena gala es necesario que tenga una estructura marcada, que cuente con puntos álgidos que levanten a la audiencia pero dentro de una coherencia de contenidos y no, aquí no ha sucedido.
La espontaneidad de Julia Salmerón, el ejemplo
Pero no ha sido el único problema que ha tenido la noche y es que fue muy predominante la falta de espontaneidad y capacidad de improvisación (y si no que se lo digan a Hiba Abouk y Jesús Castro sin saber qué hacer cuando no llegaba el sobre del premio que debían dar). Necesitamos más rostros como Julita Salmerón que con su espontaneidad nos conquistó el corazón a todos, es necesario que el corsé en este tipo de premios se quite para siempre. Si queremos generar interés entre el público más joven, si queremos atraer a nuevos espectadores al cine español es necesario ser espontáneos, modernos y diferentes, hay que dejarse llevar, algo que no sucedió esta vez.
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Conclusiones finales
En definitiva, ¿qué ha pasado en los Goya 2018 para no haber sido una buena gala? Ha faltado espontaneidad, ritmo y un guion claro, una estructura marcada. Es necesario darle un giro al humor por el que se ha apuesta y hay que saber ser naturales, mucho más naturales. ¿Lo positivo de la noche? Los discursos más reivindicativos, el papel de Paquita Salas, la elegante y efectiva escenografía y la buena realización. Ahora queda empezar a trabajar en los Goya 2019 porque sí, hay esperanza, la noche del cine puede ser atractiva y entretenida... ¿Lo intentamos el año que viene?