Cuando Teresa Fernández-Valdés terminó su carrera de Periodismo jamás imaginó que acabaría convirtiéndose en una de las figuras más importantes del panorama audiovisual español. Fundadora de Bambú Producciones junto a Ramón Campos, gracias a su exitoso trabajo como productora de ficción ha recibido reconocimientos a nivel internacional por publicaciones como The Hollywood Reporter o Forbes, y esta misma semana se convertía en la primera mujer española en recibir la medalla de honor del MIPTV de Cannes. Nadie le ha regalado nada: "Hemos hecho un viaje independiente de pleno".
El trabajo de Teresa le obliga a tener la cabeza en mil sitios, pero eso a ella le resulta divertido. "Cada proyecto tiene varias necesidades, y en cada serie nueva que haces tú misma aprendes", reconoce con entusiasmo, agradecida por su puesto como productora ejecutiva. Un rol que siempre ha existido en España, tal y como ha aprendido junto a actores de la talla de Concha Velasco o José Sacristán, pero que en los últimos años ha adquirido un especial protagonismo gracias a la proliferación de ciertos showrunners destacados en nuestro país.
A pesar de los reconocimientos recibidos, Teresa Fernández-Valdés no se siente poderosa. Es, eso sí, una productora ejecutiva en un mundo de pocos hombres, aunque reconoce que en su día a día lidia con muchas mujeres "totalmente preparadas y formadas", que "no le deben nada a nadie". También en su propia productora, donde las mujeres ocupan un lugar especial tanto por su trabajo detrás de las cámaras como por el valor que se les otorga como espectadoras.
"A la mujer de hoy le interesa absolutamente todo", señala en una entrevista concedida a FormulaTV con motivo del Día Internacional de la Mujer, reconociendo que la espectadora está cambiando. También los personajes femeninos, las actrices y las trabajadoras técnicas. Cree que a las mujeres ahora les queda "perseguir sus sueños" sin miedo a no alcanzarlos por el hecho de que, tradicionalmente, han sido sueños reservados a hombres.
Teresa Fernández-Valdés, fundadora junto a Ramón Campos de Bambú Producciones
Eres periodista de carrera, ¿cómo te nace esta vocación por la televisión?
Yo soy periodista porque en si el medio me gustaba, la radio, la televisión... Después de estudiar la carrera ejercí un poco, trabajé de periodista y bueno, no encontraba mi lugar. Estaba haciendo periodismo local, en Pontevedra, y no había temas que realmente me apasionaran ni me interesaran. Decidí parar un poco y pensar hacia dónde reorientar mi carrera. En ese momento descubrí que había un máster de producción audiovisual y me asomé a la producción de ficción, cosa que no conocía. Sabía lo que era la producción de informativos pero no conocía lo más mínimo el universo de crear historias orientadas a la televisión y al cine, y me interesó muchísimo. Ahí encontré lo que ahora es mi carrera pero yo no pensé, en un primer momento, que me dedicaría a ello.
Lo audiovisual, el periodismo, la imagen... ¿te interesó siempre de pequeña o tenías otra vocación?
No, la verdad es que me interesó siempre. Me interesaba el espectáculo, la música, la danza, el teatro... todo lo que tenía que ver con artes escénicas y eso, traducido a algo más tecnológico, que era lo audiovisual, me interesó siempre.
Cuando te sumerges en este mundo, ¿por qué la producción y no la dirección, por ejemplo?
Hay una parte en la producción, la producción ejecutiva, que es muy completa y te permite dirigir, de alguna manera, a todos los equipos hacia el lugar al que tú te imaginas que va la serie. Están los productores clásicos que se dedican a financiar y punto, pero luego también hay productores creativos, como Ramón y yo, que en este caso se empapan de guion, toman decisiones de vestuario, de casting o incluso de dirección. Sin meterte a dirigir, que es un terreno del director, puedes decir por dónde te imaginas las escenas y el director seguramente se acerque al tono que tú buscas. También está la producción de campo, muy interesante, pero que te obliga a dar más servicio a todos los departamentos y quizás sea un poquito más esclavo. A mí lo que me interesaba era la parte creativa de la producción.
"Un poquito más esclavo" pero, por lo que comentas, tienes que tener la cabeza en muchos sitios. Puede llegar a ser un trabajo estresante, ¿no?
Es divertido y cambias cada día. Yo lo que tenía claro es que mi trabajo, si se convertía en una rutina, seguramente no sería interesante para mí, y este trabajo lo bueno que tiene es que cada día estás pendiente de una cosa diferente y que cada proyecto tiene varias necesidades, y en cada serie nueva que haces tú misma aprendes. Cuando tienes un espíritu creativo, el hecho de poder aportar tu punto de vista a lo que haces te motiva mucho.
¿La figura del showrunner o productor ejecutivo se ha llegado a entender por fin en España?
Yo creo que esa figura aquí sí existía. Había, y sigue habiendo, productores que se encargaban de financiar y buscar talento para poner en marcha los proyectos que una persona tiene entre manos, pero hablas con otros actores muy importantes, como Concha Velasco y José Sacristán, y te das cuenta de que el showrunner ya existía y que hay muchos productores que ya venían trabajando así, lo único que no se les conocía con ese nombre. En el fondo lo que hace el productor es poner en marcha a un equipo para contar una historia de una determinada manera, tiene que elegir al mejor director artístico o al mejor director de actores y cuando el producto cumple todos los requisitos que busca es cuando ya da un paso atrás. Existir, existía, aunque creo que estaba escondido para el público.
Teresa Fernández-Valdés en el rodaje de 'Velvet'
Fundas Bambú Producciones con Ramón Campos y te vienes a Madrid, ¿te imaginabas cómo iba a cambiar tu vida desde ese momento?
Todo fue sucediendo paso a paso, nunca nos pusimos grandes metas. Nosotros vinimos a Madrid para asumir un proyecto, 'Desaparecida' de TVE, y la idea era producir esa serie y volvernos a Galicia porque en realidad no nos habían llamado para hacernos un contrato blindado. No había una apuesta de tiempo, había una apuesta de un proyecto, no sabíamos qué iba a pasar. Después de hacer el proyecto, nos aventuramos a crear nuestra propia productora, pero la base está en Galicia porque cada paso que damos pensamos en que quizás, en algún momento, tenemos que volver. Siempre hemos sentido que en Galicia es donde está nuestro sitio pero la producción se ha ido dilatando, nos han surgido muchos proyectos y este año celebramos nuestro décimo aniversario.
En 2014, The Hollywood Reporter te nombra una de las cinco showrunners más importantes de Europa. En 2016, una de las veinte mujeres más poderosas de la televisión. En 2017, Forbes te incluye en la lista de las mujeres más poderosas de España y, hace nada, eres la primera mujer española en recibir la medalla de honor en el MIPTV de Cannes. ¿Cómo te llegan este tipo de reconocimientos?
Imagínate. Nosotros trabajamos un montón y es una satisfacción muy grande que se fijen en ti, que sepan que existes, que el mercado te haya detectado. Yo lo siento, aparte de un éxito personal, como la confirmación de que los proyectos que hacemos tienen realmente proyección internacional. Cuando a una le dicen estas cosas es algo muy grande, son medios referentes que tú has tenido y que nunca pensabas formar parte de ese universo. De repente, te cuelas en esas listas sin quererlo. Es un orgullo muy grande, te aseguro que se celebra con champán (risas). Esos reconocimientos, ahora mismo, me vienen también por el hecho de ser mujer. En la industria no hay demasiadas mujeres que son cabeza de equipo, cabeza de productoras. Hay muchos hombres y, de repente, Teresa. Es un premio que se lo podrían dar a Ramón pero me lo dan a mí porque ya hay demasiados hombres en las listas.
El hecho de que haya una española en estas listas internacionales ayuda también a que nuestra ficción se equipare a la extranjera. ¿Cuál es la situación de la ficción española en este sentido?
Lo maravilloso es que la ficción española triunfa internacionalmente sin necesidad de pensar en el mercado mundial sino que, produciendo series para nuestro público local, nos encontramos con que interesamos a otros mercados. Es muy bonito como productora. Se disfruta de una manera muy especial porque es un esfuerzo que uno no está poniendo, no ibas a por el reto de conquistar al público mundial, eso me parece demasiado grande. Cuando otros mercados responden positivamente hacia el producto que has hecho en España hermana mucho y te das cuenta de que en el fondo no estamos tan lejos, que hay intereses comunes y sentimientos entre países muy similares.
El idioma nos ha acercado muchísimo al mercado latinoamericano, pero plataformas como Netflix, HBO o Amazon están haciendo que lleguemos a series que antes casi no existían porque no podías acceder a ellas. Series danesas, coreanas o americanas, pero no americanas como las que te venden, sino más pequeñas. Que podamos entrar en el mercado global es muy interesante para nuestro mercado, por ejemplo, que no tenía capacidad para producir con mucho dinero y que ahora ve la posibilidad de que los proyectos viajen. Eso te permite asumir proyectos más ambiciosos de contenido y de presupuesto.
También el hecho de que Forbes destaque a una mujer del panorama audiovisual español saca a relucir que la televisión y el cine tienen mucha importancia en nuestro país, aunque a veces hay quien se olvida de ello.
Sí, yo creo que sí. España siempre ha sido un referente, aquí siempre se ha consumido mucha ficción nacional, yo he sido espectadora siempre, y eso es lo que nos ha permitido que la televisión se acelere en la industria. Había una demanda de nuestro público para consumir producto local. Nuestra industria es muy fuerte, saneada y ahora hemos demostrado que es exportable. El cine también, pero hoy por hoy no es nuestro fuerte en Bambú. Que el mercado internacional se centre en España quiere decir que estamos ahí, es muy bueno.
'Fariña', serie de Bambú Producciones
¿Cuesta ser una mujer en posición de poder?
No me siento nada poderosa (risas). Me dicen que mando mucho, eso sí. En el fondo uno no se siente héroe. Cuando se habla del poder creo que va más asociado a la responsabilidad, saber que tienes la posibilidad de darle visibilidad a un producto o tienes acceso a que te reciba alguien que, si no fueras tú, no recibirían; o, en un momento dado, te puedes dar el lujo de apostar por un actor o actriz. Si Forbes me hace grande yo, de pronto, soy más grande, pero eso no me ha cambiado la vida. Sí que ha cambiado la visibilidad de mi nombre en el mercado, me escuchan más, quizás tengo más oportunidades. Lo que me permiten esos reconocimientos es llevar un currículum más atado.
¿Cómo son esas reuniones con las cadenas para vender algo, para convencerles? ¿Se respira tensión?
Creo que hemos llegado hasta aquí porque siempre hemos tenido relaciones muy buenas con las cadenas. La cadena paga y por tanto debe y puede exigir, nosotros hemos trabajado mucho por nuestro cliente. ¿Tensiones? Claro que las hay, y por eso negocias. Por ejemplo en temas presupuestarios, porque llegas al acuerdo de un contenido pero te aprueban un presupuesto que para ti es del todo insuficiente, y yo para hacerlo mal prefiero no hacerlo. Tensiones siempre hay, tú puedes asesorar y puedes pelear pero si la cadena se empeña en hacer las cosas de una manera determinada intentamos darle el gusto. A no ser, claro, que esa petición rompa por completo nuestros esquemas o línea editorial. Ahí ya nos bajamos del barco.
¿En estas reuniones de altos directivos abundan más los hombres que las mujeres?
Me consta que en las altas esferas de las cadenas la jerarquía más alta es masculina. No obstante tengo que decir que mis interlocutoras, sobre todo en Antena 3 y en Netflix, son mujeres. Tengo la gran suerte de trabajar fundamentalmente con mujeres tanto en mi equipo, como mi directora de desarrollo, mi directora de producción, mi secretaria, mi directora de comunicación...; como en términos de empresa con clientes, como la directora de ficción de Antena 3, Sonia Martínez, o la persona de referencia de cine en Antena 3, Mercedes Gamero. En TVE ha trabajado también muchísimo con María Roy.
En el corte de dirección en el que yo me muevo me rodean muchas mujeres, aunque es verdad que los jefes de esas mujeres son hombres. En Bambú, como Ramón y yo somos la dirección más alta, estamos repartidos. Tengo la suerte, porque es una suerte, de que el mundo que me rodea, el más próximo a mí y con el que comparto mi día a día es un mundo absolutamente liderado por mujeres.
A la hora de producir, os hemos escuchado en varias ocasiones decir que es la mujer la que tiene el mando de la televisión. ¿Es más importante producir para el público femenino?
Empezamos conquistando ese público y es donde nos sentimos más cómodos, y nuestros clientes también. Por ejemplo, cuando Netflix nos encargó 'Las chicas del cable' no quiso que investigásemos otros géneros. Pero esto ahora está cambiando, la semana pasada estrenábamos 'Fariña' en Antena 3 y la serie no estaba trabajada con los parámetros desde los que trabajamos una serie de éxito. Las cosas están cambiando o incluso el público femenino ya no quiere solo mujeres al frente. Todas nuestras historias han estado capitaneada por mujeres y que de pronto rompamos el molde es muy interesante. La mujer no se limita únicamente a unos pocos temas, la mujer de hoy es una mujer absolutamente formada y le interesa absolutamente todo. La detección de la historia de 'Fariña', con todas las portadas que acaparó, también interesa a las mujeres.
Pero en los últimos años sí ha habido un repunte en historias protagonizadas por mujeres.
Absolutamente. Lo que no cabe duda es que la mujer ya no representa el papel débil en una serie, la chica perdida y romántica. Ahora son mujeres de carácter, donde incluso se proponen protagonistas más adultas, más maduras, o por lo menos coprotagonistas o secundarias importantes. Sí que es verdad que el liderazgo antes lo asumían los hombres en las series de televisión y, hoy por hoy, es la mujer la que lleva el carro.
'Las chicas del cable', serie producida por Bambú
¿Crees que hay que ser, ahora, un poco más cauteloso a la hora de contar estas historias?
Claro, por supuesto. 'Las chicas del cable' es un ejemplo. Estamos haciendo una serie ambientada en los años 20, con un perfil en el que las mujeres están absolutamente contemporaneizadas. El discurso antiguo de cómo se tenía en cuenta a las mujeres no es el lugar en el que tenemos que estar. Con lo cual sí que se da una pincelada de realidad pero viajamos mucho con ese personaje e intentamos que haya conceptos que a la espectadora de hoy le sirvan o que se sienta identificado con ellos.
¿Qué pasos son los próximos que crees que tendría que dar la mujer en el ámbito televisivo?
Yo creo que la mujer, que ya ha demostrado que ya está totalmente preparada y formada y que no le debe nada a nadie, ahora debe perseguir sus sueños. A veces se puede quedar atrás y pensar que eso nunca le va a pasar a ella porque todos esos puestos soñados siempre los ha ocupado un hombre. Yo, desde luego, siento que he llegado tan lejos como he querido porque nunca me he encontrado con una traba por el hecho de ser mujer. Hablo de nuestra industria, no de otros sectores en los que sigue muy presente el machismo como, por ejemplo, la enorme movilización que hay entre las actrices en cuanto a los cachés o a asumir roles interesantes. En Bambú, sinceramente, nunca se ha pagado menos a una mujer. Los protagonistas, cuando hay hombre y mujer, tienen sueldos totalmente equiparados. Luego, en cuanto a presencia de mujeres en nuestros repartos, si saco el listado creo que incluso hay más mujeres. A nivel técnico es verdad que nos falta por recibir nuevas oleadas de directoras, que seguramente no es que haya menos sino que no están teniendo acceso a grandes proyectos.
¿Qué le dirías a todas aquellas que quieren sumergirse en el panorama audiovisual?
Lo que yo le diría a las mujeres es que se movilicen, que se planten en un lugar, que muevan su material. No van a venir a buscarte. Busca tú misma tus recursos, nadie te está esperando, o te mueves tú buscando una salida o esa salida no va a venir. Ahora mismo la mujer tiene voz y la sociedad está sensibilizada, es el momento oportuno para que la que está buscando un objetivo en esta industria lo pueda conseguir. En Bambú nunca se ha hecho discriminación alguna y no quiero pensar que las nuevas generaciones de productores vayan a venir con referencias del pasado.
A la mujer lo que le ha faltado es liderar porque tradicionalmente no lo hacíamos, y falta el ímpetu de querer convertirse en empresaria, directora. Animo a todas a destacar, a que se busquen sus castañas. Los hombres no te van a invitar, porque los hombres tampoco invitan a hombres aunque sean amigos. Hay que aprovechar esta oleada de sensibilidad y de voz que tiene la mujer para hacerse destacar.
¿Cuándo empezaste a sentir tu vocación tenías algún referente?
La verdad es que no, porque no sabía dónde iba a acabar. El camino se hizo día a día, también porque antes no se tenía el acceso a la información de la industria que tenemos hoy. Yo no tenía esos nombres sobre la mesa. No puedo decirte que perseguía ser alguien porque no es cierto.
¿Y cómo te sientes al pensar que tú seguramente serás un referente para muchas y muchos jóvenes?
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Me encantará serlo porque esto ha sido un camino en el que yo no he tenido padrinos en lo audiovisual. Mis padres no se dedican a esto, en mi entorno más próximo de Galicia nadie se dedicaba a esto, y en el entorno de Ramón, tampoco. Siento que hemos hecho un viaje independiente de pleno y que hemos llegado aquí porque la suerte nos ha acompañado y porque hemos trabajado mucho. Me encanta que una chica pueda pensar "si ella lo consiguió, ¿por qué no yo?". Normalmente los profesores suelen hacer un retrato terrorífico del panorama y yo opino todo lo contrario, es el momento más maravilloso que está viviendo la industria porque nunca hemos tenido tantos interlocutores como ahora. Antes hablábamos de dos o tres cadenas, ahora de repente tenemos miles de puertas a las que llamar. Es el momento para todos aquellos que quieren ser productores, guionistas, actores. Que se pongan las pilas porque trabajo hay mucho.