La estrategia de Israel de cara a la celebración el próximo Festival de Eurovisión 2019 ha cambiado. Cuando parecía que la decisión tomada por el primer ministro Benjamin Netanyahu iba a ser la que acabaría llevándose el gato al agua, la presión de los eurofans y la Unión Europea de Radiodifusión han hecho que los planes iniciales, que daban una imagen muy politizada del festival, acaben siendo papel mojado.
El gobierno de Israel, en el punto de mira de la UER
Toda la polémica surgió tras la costante insistencia del gobierno israelí de celebrar la próxima edición del certamen en Jerusalén, pese a la delicada situación que vive la ciudad. A raíz de todo ello, en la última reunión de trabajo, presidida por el mismo Netanyahu, junto a los ministros de finanzas, comunicaciones y el fiscal general israelí, se ha dejado en claro que finalmente el gobierno israelí no decidirá la próxima sede eurovisiva.
Aunque la decisión tomada por la UER pueda dar a entender que se niegan en rotundo a que Jerusalén albergue la próxima edición de Eurovisión, no está entre sus planes vetar la ciudad israelí. Sí que han querido dar un toque de atención al gobierno del país recordando la normativa que existe desde el año 2017; si la televisión organizadora no sigue instrucciones para el correcto desarrollo del festival, se puede considerar roto el acuerdo y otorgar a otro país no ganador la sede del próximo festival.
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La decisión final, a mediados de verano
Tras el revuelo creado y las aparentes diferencias entre la UER y el gobierno de Israel, Tel Aviv, Jerusalén Haifa y Eilat serán finamente las ciudades que competirán por ser la capital eurovisiva del próximo año. La ciudad elegida, las fechas del concurso y el recinto que albergará Eurovisión 2019 se darán a conocer a mediados de verano.