Antes incluso de que Netta ganara en Lisboa, los rumores venían apuntando a que Israel ya tenía decidido que Jerusalén sería la sede de Eurovisión 2019. Dicho y hecho, en la misma rueda de prensa, minutos después de hacerse con el micrófono de cristal, la ganadora se despidió con un controvertido "¡nos vemos en Jerusalén!". La polémica estaba servida en un momento en el que Estados Unidos se encontraba trasladando su embajada a Jerusalén, propiciando un clima de protestas que se saldaba con más de medio centenar de muertos en Gaza.
Las televisiones participantes y los amantes del festival exigían entonces a la UER y a Israel que Eurovisión no fuese utilizado como un instrumento político mediante el que demostrar el dominio del país sobre Jerusalén, hipocentro del conflicto con Palestina. Si bien el certamen debe organizarse entre la UER y la televisión pública ganadora con apoyo de las autoridades competentes, era el gobierno de Israel el que parecía tomar las riendas en Eurovisión 2019, amenazando la imparcialidad política que se pretende tenga el festival.
La tensión sobre la próxima edición iba en aumento y varios países participantes amenazaban con un boicotear el certamen de celebrarse en Jerusalén. Por ello, Israel finalmente cedía y aceptaba un total de cuatro candidaturas, el gobierno daba un paso a un lado y la UER exigía al ente público Kan llevar a cabo un proceso de selección argumentado y transparente.
Jerusalén, Tel Aviv, Haifa y Eilat son las ciudades que han manifestado su interés en albergar Eurovisión 2019. Y, aunque la primera parece opción descartada dada la polémica suscitada, es quizás la que cuenta con la mejor infraestructura. El problema es serio pues, aunque Israel ha organizado el festival en dos ocasiones, este ha cambiado considerablemente en los últimos años. Analizamos a continuación las fortalezas y debilidades de cada sede candidata, un debate en el que este año intervienen factores políticos, mediáticos y logísticos.
A Jerusalén
Jerusalén, candidata inicial a celebrar Eurovisión 2019
Se mire por donde se mire, la precipitada elección de Jerusalén como sede de Eurovisión 2019 no es más que una declaración de intenciones por parte del Gobierno de Israel. Tras el traslado de la embajada de Estados Unidos a esta ciudad (si bien parte de los servicios seguirán prestándose en Tel Aviv), la celebración del festival supone otra oportunidad para presentar Jerusalén ante el mundo como la capital de Israel.
La UER es la primera interesada en evitar que Jerusalén acoja el festival. Una de las normas fundamentales de participación es evitar la politización de Eurovisión. Más allá, la elección de Jerusalén es una mala decisión por muchos otros motivos: es una ciudad con mayor tensión, dividida en diferentes áreas que se encuentran custodiadas por fuertes medidas de seguridad. La vida nocturna es menor y, en general, se concentran en ella grupos de presión más conservadores con respecto a los valores de la mayoría de Europa y del propio país. La infraestructura turística es más reducida y, de hecho, lo habitual es aterrizar en Tel Aviv y coger un tren o autobús a Jerusalén.
Cierto es que Jerusalén tiene experiencia y ha celebrado el certamen en dos ocasiones. Tanto en el año 1979 como en 1999, fue la sede elegida y, de no haber declinado la posibilidad de repetir por problemas económicos, es más que seguro que también lo habría sido en 1980, tras ganar en casa con "Hallellujah". No obstante, en aquellos años se eligió como recinto la sala de conciertos del Centro Internacional de Convenciones, con capacidad para apenas 3.000 personas. Un centro muy reducido dada la escala que ha alcanzado en la actualidad Eurovisión.
El problema, como veremos a continuación, es que ninguna de las otras ciudades candidatas cuenta con un recinto idóneo. La mejor alternativa propuesta por el Ayuntamiento de Jerusalén es el Pais Arena, con capacidad para 15.600 personas en conciertos, situado en un distrito con gran oferta hotelera. Por su parte, el campo de fútbol Teddy Stadium puede albergar hasta 34.000 personas pero necesitaría construir una cubierta.
B Tel Aviv
Tel Aviv, la opción más cosmopolita para Eurovisión 2019
Si Jerusalén es, a priori, una mala elección, Tel Aviv parece ser la más acertada. Cuenta con experiencia en la celebración de grandes eventos, infraestructura hotelera más que suficiente, posee el mayor aeropuerto internacional y, considerada capital LGTB de Oriente Medio, ofrece una animada vida nocturna. Sus calles son más seguras y, su sociedad, más abierta y diversa, convirtiéndose en el mayor garante a la hora de evitar el boicot de televisiones europeas.
Una candidatura óptima al menos en apariencia. El mayor problema, como ya se ha mencionado, es el recinto. Tel Aviv cuenta con el Menora Mivtachim Arena, estadio para 11.000 personas cuyo aforo queda reducido a apenas 5.900 cuando se instalan escenarios para la celebración de conciertos, y eso sin tener en cuenta el tamaño de un decorado como el de Eurovisión. Por su parte, el campo de fútbol Bloomfield Stadium, que en 2019 tiene previsto ampliar su capacidad para hasta 29.000 personas, no se encuentra cubierto.
Por desgracia, se encuentra a una hora de Jerusalén y, si esta fuera finalmente la sede, resulta poco práctica como ciudad que pueda servir de base para los eurofans. La posibilidad de dormir en Tel Aviv para disfrutar de la playa y la vida nocturna y trasladarse a Jerusalén para las Semifinales, la Gran Final, el Eurovillage y el Euroclub se disuelve si hay que tomar transporte por la noche.
Haifa es una de las ciudades que ha expresado con más entusiasmo su voluntad para albergar el festival. En los últimos días ha acaparado los titulares deportivos, pues fue anulado el partido entre Argentina e Israel por trasladar el lugar del encuentro a Jerusalén, suscitando una polémica similar a la de Eurovisión. Situada al norte con salida al mar, y con unos 300.000 habitantes, es la tercera ciudad más grande del país. Dispone de un pequeño aeropuerto internacional y alta capacidad hotelera, e incluso el alcalde ha ofrecido la posibilidad de construir más hoteles.
En cuanto a los recintos, el estadio Sammy Ofer puede acoger a unas 31.000 personas. Sin embargo, una vez más, no se encuentra techado. Ante este inconveniente, el Ayuntamiento asegura que correrá con los costes que supondría la instalación de una cubierta. Otra opción podría ser el Romema Arena, aunque su capacidad es tan solo para 5.000 espectadores.
Eilat es una pequeña ciudad eminentemente turística al sur del Israel, en la pequeña salida del país al mar Rojo. Es, a su vez, utilizada como punto desde el que cruzar la frontera a Jordania, dado el cierre de otros pasos fronterizos y el elevado coste de los vuelos entre países. Por todo ello, dispone de capacidad hotelera más que suficiente para un evento como Eurovisión, aunque de momento tan solo cuenta con un aeropuerto doméstico. El internacional más cercano, Ovda, se encuentra a unos 50 kilómetros, si bien se prevé la pronta inauguración del Aeropuerto Internacional Ramon.
Eilat fue la última en sumarse a la terna de sedes candidatas y sorprende porque es una ciudad pequeña, de unos 50.000 habitantes. No dispone tampoco con un gran recinto en el que albergar el euroescenario, ya que el Centro de Deportes, conocido como "El huevo rojo" por su diseño, tiene un aforo muy reducido de unas 3.000 personas.
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Israel no va a dejar la oportunidad de albergar el certamen e invertirá todos sus recursos y energías para ello. Sin embargo, siempre hay que barajar otras opciones, como ya probó aquel plan B filtrado en Kiev 2017, a pesar de que esto supondría un conflicto con un participante histórico como Israel. ¿Y si Chipre, segunda clasificada, acogiese finalmente Eurovisión 2019 ante las dificultades que plantea llevar el festival a Oriente Medio? ¿Y si Londres y Berlín, ansiosas por celebrar Eurovisión, aprovechasen la oportunidad para postularse? El eurodrama, un año más, está servido.