Yurena ha sido una de las últimas invitadas de 'Volverte a ver', ya que acudió al programa de Telecinco para retomar su amistad con una amiga a la que no veía desde hace años y que le apoyó en su regreso a los escenarios. Antes de ese reencuentro, ha relatado la dura experiencia personal que le ha acompañado desde que comenzó su carrera musical hace casi 20 años con el sobrenombre de Tamara.
Yurena en su entrevista con Carlos Sobera en 'Volverte a ver'
Ante las preguntas de Carlos Sobera, la cantante ha enumerado las traiciones que ha recibido de gente que solo se acercaba a ella para buscar fama. Aunque no ha dado nombres, ha asegurado que las puñaladas le venían de todos los frentes, "desde gente que eran mis amigos hasta dentro del mundillo". Además, ha confesado que lo más duro ha sido ver a estas personas "en platós de televisión contando lo que no es solo para estar en televisión y ganar un dinerito".
Tampoco ha tenido suerte en el amor. "No he sabido elegir", reconocía la exconcursante de 'Supervivientes', que explicaba que ahora tiene "libre" el corazón y que no ha sentido un amor tan potente como el que tuvo a los 18 años. Pero esa persona también la traicionó y su relación se rompió cuando cumplía casi 20. Eso sí, no pierde la esperanza: "Yo, que soy una persona muy apasionada, sigo creyendo en el amor".
Los peores momentos
En resumen, Yurena ha visto cómo su imagen pública ha repercutido en todos los aspectos de su vida. "Incluso yendo por la calle", le explicaba al presentador, al que confesó su peor experiencia: "A mí me han pegado en dos ocasiones". Unos traumáticos encuentros que se remontan a principios de los 2000, cuando fue conocida como Tamara y Ámbar. Recordando aquella época, la cantante aseguraba que "se me estaba masacrando en los medios".
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Toda una vida de engaños, dolor y malas intenciones contra ella que la autora de "No cambié" y "Around the World" no es capaz de comprender. "Lo único que he hecho toda mi vida es luchar por un sueño y trabajar dejándome la piel", explicaba Yurena, alzando la voz pese a que la emoción hacía que se entrecortasen sus palabras.