Han pasado más de seis meses desde que Matthew Perry perdiera la vida a los 54 años. La autopsia reveló que la causa de su muerte fueron los "efectos agudos de la ketamina", un anestésico que tomó en una dosis muy alta y que provocó que perdiera el conocimiento y se ahogara en el jacuzzi de su casa.
Perry había estado recibiendo una terapia de infusión de ketamina para la depresión y ansiedad antes de su sobredosis. Sin embargo, el informe de toxicología confirmó que la cantidad de ketamina que se encontró en su cuerpo estaba en un nivel peligrosamente alto. "Con los altos niveles de ketamina encontrados en sus muestras de sangre post mortem, los principales efectos letales se producirían tanto por sobreestimulación cardiovascular como por depresión respiratoria", continuaba el informe.
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Ahora, detectives de homicidios y agentes federales de la Policía de Los Ángeles investigan cómo pudo obtener una dosis tan alta de ketamina y cómo llegó tanta cantidad a su sistema, tal y como recoge Variety. "Con base en los hallazgos del médico forense, el Departamento de Policía de Los Ángeles, con la asistencia de la Administración de Control de Drogas y el Servicio de Inspección Postal de Estados Unidos, ha continuado su investigación sobre las circunstancias de la muerte del señor Perry", ha informado el LAPD a través de un comunicado.
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Una vida marcada por el exceso
Perry reconoció en sus memorias publicadas en 2022 su larga lucha contra la adicción al alcohol y los opioides, algo que le reportó graves problemas de salud durante décadas. Sin embargo, se había mantenido sobrio durante los 19 meses anteriores a su muerte, sin ningún tipo de recaída conocida antes de la sobredosis de ketamina. La investigación pretende conocer cómo pudo haberla obtenido y quién podría habérsela suministrado, algo de lo que todavía se desconocen los detalles.