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'Perdidos' marcó a una generación de seriéfilos, así como a todo un equipo creativo y artístico. De cara a la galería, siempre quedarán los premios, los inolvidables giros argumentales, la intrincada mitología y su controvertido desenlace, pero de puertas para adentro se mantiene un recuerdo más agrio. Como se ha desvelado en un extracto de "Burn It Down", el nuevo libro de Maureen Ryan destinado a exponer los patrones de acoso y prejuicios en Hollywood, la atmósfera tras las cámaras de la icónica serie llegó a ser irrespirable.
En este fragmento de la obra, adelantado por Vanity Fair, se recogen diversos testimonios de antiguos trabajadores de la ficción, que se emitió originalmente en ABC entre 2004 y 2010 con Damon Lindelof y Carlton Cuse como showrunners. Ryan ha entrevistado a más de una docena de implicados en diferentes momentos del proyecto, cubriendo desde la primera hasta la sexta temporada. Más de la mitad de los testimonios proceden de mujeres y la mitad de voces proceden de trabajadores no blancos. Se trata, por tanto, de una recolección de las experiencias de quienes más sufrieron un ambiente "cruel, brutal, destructivo, racista, sexista, intimidatorio, furioso, abusivo y hostil", que han sido los adjetivos más escuchados por la autora durante su recopilación de información.Matthew Fox, Evangeline Lilly y Josh Holloway en 'Perdidos'
La discriminación se dirigía a ciertos trabajadores, pero llegó un punto en el que se convirtió en una constante en la sala de guionistas. De hecho, en el extracto se recogen varias anécdotas que permiten hacerse una idea de cómo era el día a día en esa oficina: al único guionista de origen asiático se le llamaba simplemente "coreano", se bromeaba con poner un cartel de "Solo blancos" en los baños, a alguien que adoptó un hijo asiático se le dijo que "ningún abuelo quería tener un nieto con los ojos rasgados", al ver una fotografía del actor Adewale Akinnuoye-Agbaje sobre la mesa alguien dijo que la gente guardara las carteras "antes de que se las robaran" y, en otra muestra de las habituales faltas de respeto, cuando una mujer llegó con el manual de recursos humanos, un guionista le dijo, "¿Por qué no te quitas la camiseta y nos lo explicas?".
Esas son tan solo algunas de las muestras de que este fenómeno televisivo, que se convirtió en un auténtico referente de la cultura popular, tenía un grave problema entre bambalinas. Y esa tóxica cultura no solo afectaba a la fase de guion, ya que uno de los testimonios más reveladores es el de Harold Perrineau, el intérprete que dio a vida a Michael desde el comienzo de la serie. Más allá de las disputas salariales, que también denotaban la hegemonía de los actores blancos, Perrineau recuerda el escaso empeño que se puso en su personaje.
"Quedó bastante claro que yo era el tío negro. Daniel era el asiático. Y después tenías a Jack, Kate y Sawyer", rememora, poniendo sobre la mesa los tres nombres que, junto a Locke, acaparaban más atención. Todos eran blancos. De hecho, un guionista subraya que se les dejó claro que los "héroes" eran ellos cuatro, y llegó a escuchar comentarios de que "a nadie le importan esos otros personajes, dadles unas cuantas escenas en otra playa".
Damon Lindelof y Carlton Cuse
Cultura del miedo
La situación con Michael, y por tanto con Perrineau, no hizo más que agravarse con el paso del tiempo, llegando a un punto insostenible de cara al desenlace de la segunda temporada. La manera en la que se gestionó el secuestro de Walt, sobre todo por la aparente indiferencia de Michael, acabó por desesperar a Perrineau, que indica qué pensó en aquel momento: "No creo que pueda hacer eso. No puedo ser otra persona a la que no le importa los chicos negros desaparecidos, incluso en el contexto de la ficción. Esto extiende la narrativa de que a nadie le importan los chicos negros, ni siquiera a los padres negros".
Entonces, tomó la arriesgada decisión de llamar a Lindelof y Cuse para expresarles su preocupación. "Cuando mencionas la raza, todo el mundo parece que echa a arder, se ponen como, '¡No soy racista!'. Y realmente que yo diga que soy negro no significa que te esté llamando racista. Te estoy hablando desde mi perspectiva. Estoy siendo muy claro acerca de que no quiero culparte de mis traumas, sino que estoy hablándote de lo que siento", esgrime Perrineau, que pidió a los showrunners que incluyeran más frases en los guiones en las que Michael expresara su preocupación por Walt.
"No lo hicieron. Improvisé algunas frases. En ese punto me importaba una mierda", afirma. Lo que vino después fue su marcha de la serie. Aunque regresaría con un rol secundario en la cuarta temporada y con una aparición puntal en la sexta, su protagonismo fue zanjado en el cierre de la segunda. Un par de semanas antes de grabar ese episodio, recibió una llamada cordial de Cuse, quien le dijo que su personaje no iba a volver. A sus espaldas, Lindelof habría dicho, "Me llamó racista, así que le pegué una patada en el culo".
La guionista Monica Owusu-Breen, que estuvo implicada en la tercera temporada, recuerda vívidamente la reacción a ese comentario: "Todo el mundo se rio. Hubo mucha mierda y muchísima mierda racista, y después risas. Fue desagradable. Era como, 'No sé si lo están percibiendo como una broma o si lo sienten así de verdad'. Pero no fue divertido. Decir aquello fue horrible". Más adelante, ella misma sería despedida tras plantar cara al orden establecido en 'Perdidos', siempre dominado por el tándem formado por Cuse y Lindelof.
Owusu-Breen recibió el encargo de escribir junto a su compañera Alison Schapker el episodio que debía contener la muerte del Sr. Eko, otro de los escasos personajes negros, ya que el actor que le daba vida, Adewale Akinnuoye-Agbaje, quería dejar la serie. Mientras estaban inmersas en la elaboración del guion, recibieron una corrección por parte de Cuse: "Carlton dijo algo como, 'Quiero colgarle del árbol más alto. Dios, si pudiéramos cortarle la polla y metérsela por la garganta'. En ese momento, dije, 'Igual quieres moderar las imágenes de linchamiento, para no ofender'. Y claramente estaba muy enfadada". Poco después, los showrunners les citaron en la sala de casting y les despidieron tras decirles que "no encajaban".
Adewale Akinnuoye-Agbaje en 'Perdidos'
Cuanto más miserables, mejor
La experiencia de Owusu-Breen, que resalta que "los personajes de color no gustaban" en la sala de guionistas, no es la única que expone qué sucedía realmente en ese entorno. Otro recuerdo sobrecogedor es el de la escritora y productora Melinda Hsu Taylor, cuyas funciones se desplegaron durante las dos últimas temporadas. "Una vez, Damon dijo, 'No confío en ningún guionista que no sea miserable, porque eso me dice que no te importa'", evoca Hsu Taylor, que precisamente vivió su peor momento cuando participó en uno de los episodios más aclamados de toda la ficción, "Ab Aeterno", en el que se mostraba el pasado del enigmático Richard Alpert (Nestor Carbonell).
Pese a haber escrito el libreto a cuatro manos junto a Greggory Nations, un día pasó por delante del despacho de Cuse y escuchó parte de una conversación telefónica con Carbonell en la que aseguraba que "había escrito la mayoría de ese guion". "Era una mentira total. Me quedé boquiabierta. Me di la vuelta y me fui", comenta Hsu Taylor. No obstante, esa intención de los showrunners de apropiarse de los méritos de sus empleados no se quedó ahí. "Nos dijeron que les debíamos mucho por dejarnos firmar ese guion. Y dejaron caer que sería una buena idea que les diéramos un regalito", cuenta la guionista, que ha olvidado qué le dio a Lindelof, pero sí recuerda que a Cuse le entregó unos lápices de Swarovski.
Aun así, los obsequios no rebajaron la tensión en el ambiente. "Era la siguiente en la rotación, supuestamente debía escribir uno de los siguientes episodios", explica Hsu Taylor, que fue ignorada por Cuse durante la reunión de escritores. La omisión por parte del showrunner fue tan flagrante que hasta los compañeros de Hsu Taylor le dieron la razón: "Ellos estaban como, 'Sí, te están castigando por haber coescrito aquel guion'".
Nestor Carbonell y Terry O'Quinn en 'Perdidos'
Lindelof y Cuse responden
Ante este alud de acusaciones, Lindelof y Cuse también han ofrecido sus puntos de vista en la pieza de Ryan. El primero mantuvo una entrevista inicial con la periodista en 2021, durante la cual asumió su responsabilidad en lo sucedido, y después volvería a hablar con ella para expandir su perspectiva: "Mi nivel de inexperiencia fundamental como gestor y jefe, mi rol como alguien que debía moldear un clima de riesgos creativos y proveer seguridad y confort dentro del proceso creativo... Fallé en ese esfuerzo".
Cuse muestra un nivel de autocrítica menor. "No sabía que la gente se sentía así. Nadie me trasladó esas quejas, ni se me ha hecho saber que nadie se quejara a ABC Studios. Ojalá lo hubiera sabido. Habría hecho lo posible por cambiar las cosas", responde a través de un responsable de comunicación. Además, niega que le hiciera las ofensivas anotaciones a Owusu-Breen sobre la muerte del Sr. Eko: "Es completamente falso". Y también rechaza haber desprovisto a Hsu Taylor del guion que le tocaba escribir y tacha de "absurdo" que le pidiera comprarle un regalo.
Por su parte, Lindelof no guarda recuerdos de todo lo que sucedió alrededor de "Ab Aeterno" y niega que dijera que "Me llamó racista, así que le pegué una patada en el culo" tras despedir a Perrineau. A pesar de esos rechazos a las versiones de sus trabajadores, Lindelof, que a día de hoy es uno de los creativos más cotizados en la pequeña pantalla (al igual que Cuse), muestra su aparente preocupación por el impacto que tuvo su liderazgo. "He evolucionado y crecido significativamente, pero eso no debería haber sucedido a costa del trauma de la gente a la que herí en 'Perdidos'", alega, dubitativo sobre el impacto que tendrán estas revelaciones en su carrera. "Cambiaría a cualquier persona que te diga que era talentoso... Preferiría que dijeran que no tenía talento pero que era decente, en vez de un monstruo talentoso", sentencia.