Este 20 de octubre arranca la aventura de 'Pekín Express' en Max. Siete parejas de concursantes podrán rumbo a esta travesía de 2500 kilómetros recorriendo Vietman, Laos y Camboya. Una de estas parejas es la formada por Alba Paul y Álex Domènech, cuyo vínculo es el de cuñados, como pareja y hermano de Dulceida. Hablamos con ellos dos para que nos cuenten cómo se han llevado durante la aventura, si soñaban con vivirla y qué ha sido lo más duro de todo.
Tenéis un perfil digno de unos ganadores de 'Pekín Express', ¿lo sabiáis?
Alba Paul: Muchas gracias, es un halago.
Àlex Domenech: Nos lo han dicho bastante, nos halaga. Al final no nos gusta perder a nada.
A. P.: Se nos ve demasiado competitivos.
À. D.: Influyen muchos factores que aunque seas una máquina te puede ir fatal.
A. P.: Al final es un juego con factor suerte, sin factor suerte. Es fuerza, inteligencia... Puede ganar cualquiera y la verdad es que es cierto que somos súper competitivos, que lo damos todo y que nos gusta mucho ganar. Es nuestra manera de jugar.
À. D.: Una cualidad muy importante para este programa es tener morro. Nosotros dos hemos echado todo el morro que hemos tenido.
Alba Paul y Àlex Domenech, en la presentación de 'Pekín Express'
¿Os ha molestado no ganar en los momentos que pensabais que seríais los primeros?
A. P.: Es que al final, las carreras te hacen pensar la posición en la que vas y es una movida. Ellos lo tienen todo controlado, pero nosotros en absoluto. Igual pensábamos que íbamos primeros y éramos quintos o sextos.
À. D.: Eso es algo heavy, porque estás todo el día especulando y no clavas ni una.
A. P.: Realmente la palabra es especular, es lo que hemos hecho prácticamente todo el tiempo que hemos estado ahí. Obviamente si te piensas que estás en una posición y no estás...
A. P.: La verdad es que sí. Los dos somos personas que en situaciones extremas podemos ser impulsivos o enfadarnos, pero la verdad es que nos hemos complementado muy bien. Nos hemos sabido entender sin hablar siquiera, con la mirada, nos hemos apoyado muchísimo y nos hemos hecho un gran favor a ambos.
À. D.: Hemos sido un equipo de 10 y estamos muy orgullosos del trabajo que hemos hecho.
À. D.: Yo sí. De hecho, es el único reality al que iría. Hay otro al que me gustaría ir, pero no creo que este preparado, 'El conquistador'.
A. P.: Yo es el típico programa que he visto toda la vida y que me encantaba la idea de hacerlo. Un amigo mío lo hizo en la última edición y cuando supo que iba fue como: 'Alba, lo vas a gozar y realmente es viajar, competir, jugar, conocer mundo, cultura". Para mí, mi hobby favorito es viajar entonces es muy completo.
A. P.: Sí, solo se vive en 'Pekín Express'.
A. P.: A ver, a mí el único miedo que tenía era que me pasase algo. Mi chica estaba embarazada y me iba a esta aventura que a ver si me picaba un bicho o tenía un accidente. Pero realmente miedo no, porque es una experiencia muy bonita, no es un reality que vaya a sacar cosas feas, al revés.
À. D.: Yo tenía más miedo porque no soy como Alba y Aída que exponen más su vida. Yo soy un perfil que me gusta tener mi privacidad y al final nunca he salido en ningún sitio así. Era exponerme un poco más, pero al final estoy orgulloso del programa que he hecho, entonces estoy contento por esa parte. Aunque fueras una persona perfecta, que no la hay, tendrías haters, gustarás a gente y a otra no. Estoy orgulloso y con eso es lo que me quedo.
À. D.: Sí, también, de enfadarnos. Al final hemos convivido mucho y nos conocemos perfectamente.
A. P.: Claro, pero a ver si explotábamos allí y volvemos a casa los dos cuñados...
A. P.: Claro, que acabáramos como el rosario de la aurora y luego volver a casa: "Oye, cariño, tu hermano...".
Alba Paul y Àlex Domenech, concursante de 'Pekín Express', durante esta entrevista
¿Teníais claro que formaríais la pareja vosotros dos?
A. P.: Enseguida que nos hicieron la propuesta, que nos la hicieron por separado, sí que es verdad que no teníamos la intención de ir juntos. No nos los habíamos planteado, pero después hubo una sintonía y nos preguntaron que por qué no íbamos juntos. Ahí dijimos: "Quizás si vamos juntos se nos puede dar muy bien".
¿Qué fue más duro: la comida, el alojamiento o el desplazamiento?
A. P.: Para mí, el alojamiento y para él creo que también.
À. D.: Sin duda el tema de tener que pedir casa para dormir es algo para lo que no estás acostumbrado. Después de todo el día, te despiertas a las cuatro y media, estás todo el día haciendo cosas con el calor extremo, la lluvia, las pruebas... Y tener que ir a un sitio que sabes que de primeras no te van a entender, que eso frustra mucho, y tener que hablar con signos para preguntar si podemos dormir es lo más duro sin duda.
A. P.: Llegas sin fuerzas y con hambre a una casa donde solo quieres dormir, pero te están dando casa, entonces tienes como la obligación moral de quedarte a hablar con una persona que ni siquiera te entiende. Es como: "¿Qué hago? Me quiero morir". Luego le tienes que pedir de comer también, es una bola que antes de llegar a la casa no te apetece.
À. D.: De hecho, si esto a lo mejor fuera por la mañana, lo de pedir casa para dormir, sería diferente porque tendrías energía. Al final es dormir en un sitio con gente que no conoces de nada, que miedo no hemos pasado, pero siempre tienes la duda a ver si te quedas en casa de algún pirado o de repente ves un ritual satánico.
A. P.: Yo tenía miedo de los bichos también.
¿Ha sido muy impactante ver la hospitalidad de otras culturas?
À. D.: El tema de la hospitalidad es muy heavy. Obviamente vas con una cámara detrás y ayuda, pero es otro mundo. Literalmente nosotros en la primera casa que nos quedamos el señor nos dejó su cama para dormir y él durmió en el suelo del comedor.
A. P.: No nos lo dijo. Se dio cuenta Àlex al levantarse y se lo encontró durmiendo en el suelo.
À. D.: Fui a mear por la noche y lo vi durmiendo en el comedor. Era una casa grande, pero nos dejó su propia cama.
A. P.: Te ayudan cuando ni siquiera entienden lo que les estás diciendo, te ofrecen comida. Te sientes mal, es como muy bonito, pero tienes un sentimiento de culpa de no poder agradecer de ningún tipo de manera el favor que te está haciendo, ni siquiera poniendo un mensaje cuando no esté de "gracias por tu ayuda".
À. D.: Al principio te cuesta tener morro, porque si usa un coche y ya te ha dicho que te lleva no le vas a decir "más rápido". Ese morro lo vas ganando, porque al final es un juego y te acabas olvidando del apuro que te da aprovecharte de la bondad de la gente.
¿Las cámaras han sido un inconveniente en algún momento
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A. P.: Claro, al final cuando pedías transporte no era solo para nosotros dos, también era para el cámara, que siempre tenía que estar situado en un sitio "x". Si de repente parabas un coche con dos personas delante tenías que pedir que la otra persona se pusiese detrás. Era un poco incómodo, porque siempre era para tres. En muchas ocasiones podríamos haber cogido un coche y no pudimos. También para coger recursos o lo que sea había que parar, grabar, volverse a subir... Era un poco complicado.