Los creadores de 'La Casa de Papel' no se han acomodado después del impacto global de su golpe a la Casa de la Moneda. Con 'El embarcadero', Alex Pina y Esther Martínez Lobato se han trasladado a La Albufera para exponer la doble vida de Óscar (Álvaro Morte), que antes de su repentino fallecimiento compaginaba un feliz matrimonio con un secreto romance. Para analizar el carácter distintivo del proyecto, FormulaTV ha tenido la oportunidad de hablar con sus dos líderes creativos y su asiduo colaborador Jesús Colmenar, que a lo largo de la primera temporada ha compartido las tareas de dirección con Álex Rodrigo.
Álex Pina y Esther Martínez Lobato, creadores de 'El embarcadero'
¿Cómo ha sido abordar un proyecto como 'El embarcadero' que tiene una esencia y un carácter tan íntimo y que mezcla tantos géneros, desde el thriller al romántico?
Esther Martínez Lobato: Fue un abordaje muy complicado porque la idea surgió de una propuesta de Sonia Martínez para colaborar en un proyecto con Movistar, Vancouver y Atresmedia Studios. El planteamiento que se nos hacía en ese momento fue el de abordar una historia muy sencilla y muy bien contada como es la de la infidelidad. Entonces, veníamos de donde veníamos y nos apetecía mucho cambiar de género y asumir un proyecto donde estuviésemos mucho más desnudos respecto a las herramientas que nos había dado la vida en las series durante muchos años: la acción, el thriller, el misterio y las bombas, los artificios y las metralletas. Pero cuando nos pusimos a pensar y a encarar este detonante que es "señor se muere y señora descubre que había otra señora", nos dimos cuenta de que eso había sido tantas veces contado que nos era muy complicado hacer un proyecto honesto y que nos estimulara a la vez.
Pasamos mucho tiempo pensando cómo podíamos enfocarlo para sentirnos cómodos e investigar por estos territorios. Finalmente, decidimos no contar la historia desde el conflicto que se suele abordar habitualmente, el de la infidelidad, el engaño y la traición, sino que íbamos a contar una historia de amor. Y además la vamos a contar desde tres puntos de vista y los tres personajes van a estar enamorados, pero enamorados de verdad. Entonces es un poco complicado despojarse de prejuicios, de juicios, de celos y de todo este tipo de cosas que están tan imbricadas con esta historia de los prejuicios morales, sociales y culturales que tenemos al respecto de una infidelidad. Un poco ser más libres y asimilarlos desde una perspectiva de que los personajes investigaran realmente qué ha pasado y si es algo posible, honesto y lícito enamorarse de varias personas.
En la serie se habla mucho sobre el sexo y el poliamor, de poder abrirse a más relaciones mientras seas capaz de vivir feliz con esa decisión. ¿Creéis que nos dirigimos hacia una sociedad en la que la pareja dejará de ser comprendida como "una propiedad privada", como dice el personaje de Irene Arcos?
Álex Pina: La serie empieza cuando se dan la mano Verónica y Alejandra. Es ese viaje de la amante y la esposa y cómo se trasforman todos sus postulados emocionales, morales y su forma de concebir el mundo. ¿Hacia dónde vamos? Se habla mucho ahora de poliamor y amor compartido y probablemente las nuevas generaciones tengan una perspectiva radicalmente diferente a la que tuvimos nosotros. Yo creo que todo es más posible hoy en día y todo será más posible en el futuro. Con lo cual es posible que estemos ante un cambio también profundo en las relaciones, en la sexualidad y en el mundo de la pareja.
EML: La serie coge el vehículo de estas preguntas acerca de si se puede querer e investigar sobre ello. No hay una trama lineal ni cronológica, no está subida a lomos de una historia narrativamente como hemos hecho en otros proyectos o en otras series, que es más fácil, sino que tiene una narrativa emocional. Tal y como está fragmentado el tiempo, cómo hacemos los recursos narrativos de pasado, presente... estamos más pendientes de hacer un viaje emocional tanto en el espectador como en los personajes que de la propia narrativa cronológica de la serie.
Jesús Colmenar junto a Verónica Sánchez e Irene Arcos durante el rodaje de 'El embarcadero'
En 'Late Motiv', Álvaro Morte reconocía que le fue difícil entender la múltiple vida sentimental de su personaje. Durante el proceso de creación, ¿vosotros también sentisteis esa distancia generacional con respecto a las relaciones?
Jesús Colmenar: Realmente es cierto que nosotros partimos de los propios prejuicios. Así como por ejemplo en 'La Casa de Papel', siendo completamente diferente a 'El embarcadero', había algo que hacía replantearse al espectador los paradigmas que tenían que ver más con todo lo externo, es decir, con la sociedad y la economía; en esta serie lo que pretendíamos también era un poco eso, hacer tambalear un poco los paradigmas de lo que es la intimidad, de lo que la moral judeocristiana nos ha educado desde el principio.
Álvaro es de nuestra generación y ha tenido esa educación. Es cierto que las nuevas generaciones lo viven de otra manera y por eso para nosotros era muy importante que los personajes fueran mujeres de alrededor de 40 años, que fueran maduras y que en ese momento de su vida vieran, sobre todo en el caso de Alejandra, tambalearse todas esas cuestiones que daba por sentadas. Verdaderamente es una serie más para este tipo de público y pretendemos que simplemente se pongan delante de ellos un espejo y se hagan preguntas sobre sí mismos y su propia intimidad.
EML: Claro, la gran pregunta de la serie es qué es lo que pasa si este enamoramiento es genuino, no si tienes que elegir si me quedo con una novia o con la otra, sino si vives dos grandes historias de amor al mismo tiempo. La condena y el tener que elegir es lo primero que te sale por la sociedad en la que estamos. Pero si es verdadero esa elección es muy difícil. Nadie te pregunta si te quedas con papá o con mamá o si tienes dos o tres hijos con quién te quedas. Porque es un amor que tú tienes que es generoso y verdadero. Y parece que con los amores de pareja no se puede dar esa circunstancia. Así que hemos intentado investigar en esta pregunta.
AP: Yo creo que el vértigo no viene tanto por el éxito de Netflix. En ese sentido somos unos privilegiados y la gente nos va a ver porque le gustó el anterior trabajo. El vértigo es porque cada vez intentamos hacer algo distinto y hemos pasado de hacer un fantástico a un drama carcelario femenino a un atraco perfecto y ahora a un thriller emocional de un viaje absolutamente naturalista, femenino y desnudo. Y nos hemos desnudado todos. Y ya no hay bombas, no hay espacios claustrofóbicos. Salimos a campo abierto y nos metemos en las emociones de una mujer o de dos mujeres.
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El vértigo es el reto de hacer géneros distintos y salir de nuestra zona de confort. Estábamos rodando con una planificación muy complicada, con máquinas, con mucha grúa, y ahora estamos rodando de una forma natural. Podríamos haber seguido haciendo una cosa que nos iba bien, pero decidimos dar un giro de 180 grados, porque si no uno se termina clonando. El reto es hacer algo que tenga renovación del melodrama, de thriller emocional, de sentimientos... sin trabajar en lo que siempre se nos da bien. Y al final eso da más vértigo que el resto.